Capítulo 21

1.7K 167 141
                                    

~Noviembre~

Mirabel suspiró agotada, hundiéndose en una silla cercana mientras contemplaba los dos conjuntos frente a ella y que estaban al lado del vestido ya terminado de Dolores. Justo a tiempo, la niña de nueve años logró terminar el conjunto que Camilo y ella usarían para combinar con el vestido de quince años de su hermana mayor. La quinceañera estaba sucediendo esa misma tarde y fue una carrera total lograr que los conjuntos quedarán listos, en serio que amaba a Susan y Marrieta, la ayudaron después de todo.

Ahora, solo quedaría llevarse todo a Casita con ayuda de Marrieta, quien ya traía las bolsas necesarias para poder cargar la ropa y no maltratarla en el camino.

—¿Lista para la fiesta de esta noche? —le pregunta Marrieta con una enorme sonrisa. La misa sería en la tarde, la fiesta en la noche, pero aún así debían estar listos incluso tres horas antes de la misa.

—¡Si! —le respondió a Marrieta con emoción. Mirabel llevó los conjuntos, mientras que Marrieta se encargó de cargar con el vestido de quinceañera, y así, pronto ambas tomaron su camino hacia Casita —¡Prepárate porque al llegar todo será un caos! —le advirtió a su amiga ocho años mayor a ella, quien emitió una risa.

Mirabel se concentró en su camino después de ese intercambio, esquivando a las personas que iban y venían, llevando cosas de un lado a otro para decorar la Casita y los alrededores del terreno de la misma.

Estaba fascinada, igual que con la fiesta de Isabela, todo era tan vivo y colorido, todos yendo y viniendo, preparándose para la gran noche de Dolores mientras sonreían con genuina alegría.

El incidente del mes pasado fue arreglado. Mirabel aún siente escalofríos y ganas de vomitar cada vez que lo recuerda, honestamente ni siquiera puede cruzarse en el camino de Adelina, Luna o Alana, porque el coraje crudo y frío vuelve, y la necesidad de lanzarse sobre ellas todavía late ahí, así que, Dolores notando eso, la sacaba del camino de ellas cuando las escuchaba, también Lolo le dijo a sus padres, hermano y primas, lo que ayudó que la alejaran de esas tres de inmediato si de pura casualidad se llegaban a encontrar. Pepa y Félix no tuvieron piedad, se encargaron personalmente de que esas tres fueran severamente castigadas hasta que tuvieran 25 años, orilladas a hacer trabajos de aseo y limpieza de los animales, restricción de salidas y muchas cosas más que Lolo no quiso seguir explicando, más que nada, prefería que Mirabel dejara ir ese asunto por s bienestar. Y Mirabel está lidiando con eso lo mejor posible, después de todo, las palabras que escupieron esas tres simplemente no son fáciles de olvidar, la incertidumbre de que quizás más personas del pueblo piensan así le revuelve el estómago y la hace temerosa de confiar en las personas como antes lo hacía, pero de nuevo, Lolo tenía razón, necesitaba soltarlo y no atormentarse con eso, así que Mirabel pone su mejor sonrisa y se concentra en el presente.

Al llegar a Casita, guía a Marrieta junto a ella hacia el patio, visualizando a Pepa junto a un par de personas del pueblo, al parecer hablando sobre el acomodo de unas decoraciones.

—¡Mi nubarronita! —grita su mami con una brillante sonrisa, esquivando a un puñado de personas para llegar hacia ella, tomarle el rostro entre sus manos y besar su frente.

—¡Mamá! —reclama Mirabel, riéndose por la contagiosa alegría de su mami, quien ilumina el cielo con varios arcoiris.

—¿Eso? —pregunta su mami, los ojos verdes fijos en las bolsas que Marrieta y ella cargan.

—¡Si! —le responde Mirabel con una gran sonrisa, girándose hacia Marrieta —. Puedes darle el vestido de Lolo a mi mami, iremos a la habitación de mi hermana —Marrieta con una sonrisa asintió, entregándole el vestido a Pepa.

—¡Vamos, vamos, vamos! —cantó Pepa, dirigiéndose a las escaleras de Casita —¡Tú hermana ya está lista con el peinado y maquillaje! ¡Las decoraciones están casi listas! —Mirabel sigue a su mami de cerca, ambas en dirección a la habitación de Dolores —¡Clara, Nora, Enrique y Ana ya tienen la comida lista para colocarla en las mesas! —le informó. Mirabel sólo escuchó en silencio a su mamá, sonriendo ante la felicidad que brillaba de ella, reflejándose en la intensidad de los rayos del sol del mediodía y arcoíris que aparecían repentinamente sin necesidad de que la lluvia los precediera —. Ay, ustedes están creciendo tan pronto —su mami repentinamente se detuvo antes de llegar a la puerta de Lolo y una nube gris se formó sobre su cabeza. Mirabel de inmediato llegó al lado de Pepa, pegándose lo suficiente a ella, entonces frotó su rostro contra el brazo de su mamá para llamar su atención. Pepa volvió la mirada hacia Mirabel, y le sonrió con lágrimas en los ojos —. Hoy son los quince años de Dolores, luego los de Camilo y tuyos, ¿por qué están creciendo tan rápido? —susurra con la voz entrecortada, y Mirabel siente las primeras gotas de lluvia sobre ellas, pero la ropa no se mojara, así que Mirabel no se preocupa demasiado y solo le da una sonrisa a su mami —. Ojalá pudieran permanecer pequeños para siempre.

Arde, mi bella estrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora