62-Magnus Lacronte

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Las cadenas del reí.
Karine Bernal

Magnus Lacronte

El reí de Lacronte… a como se llamé.

No se, no importa, no me interesa solo se que a ese hombre hay que tenerle miedo porque si le dices hola sin que el te diga que le digas te manda directito a la horca.

Se podría decir que no soy una persona muy… muy bueno iré al grano, soy muy problemática muy de verdad.

Está es la quinta vez en la semana que me traen a acá, donde el Rey Magnus me dira que si no me canso de meterme en problemas o me manda a la horca.

–Acusado 16–. Se escuchó decir.

Y hay voy con mi mirada en el suelo.

–Dios, tu de nuevo no puede ser–. Se quejó.

–Bueno pero acepté que soy la razón por la que no se aburre tanto–. Susurré.

–Bueno, dime porque estás aquí–. Lo miré.

–Por tomar prestado esta piedra–. La mostré.

El frunció el ceño para después comenzar a quejarse.

–Por dios, habló enserio–. Puso mala cara.

–Buscaba flores… ¿Porque no puedo comprar flores?–. Suspiro.

–Quete–. Esta vez yo lo mire confundida.

–¿Quete?–. El sonrió.

¡ALTO AHÍ! ¡QUE SONRISA! ¡CREÓ QUE ME EMBARAZO!.

–Que te importa–. Me solté riendo.

–Callate, te pudo mandar a la horca–. Reí aún más.

Mis carcajadas eran escuchadas hasta no se dónde, pero eran muy fuertes.

–Es-es que creí q-que es-estaba amargado–. Dije entre risas.

–¡Respetarme, soy tu reí!–. Reí aún más.

Me gusta irritar a la gente, aunque no sé si es buena idea irritar al rey amargado.

La pura mierda no es bueno.

Me calle después de consultarlo con mi conciencia.

–Bueno, mira como no tengo todo el día solo te diré que antes de viajar deberías leer las normas y agradecer que te tenga un poco de paciencia porque ni eres de aquí y está es la quinta vez que bienes–. Sonreí inocente.

–Bueno, espero no volver a verlo–. Le dije sonriente.

–Espero lo mismo–. Sonreí de oreja a oreja.

Sin más me fui de aquel lugar.

Bueno ese si fue mi último encuentro con el rey Magnus, que bueno creó que si me hubiera mandado a la horca o a qué me quitaran la cabeza.

Tiempo después.

M

ire a el Rey Magnus, el al verme de sorprendió un poco bastante.

Bueno es decir que hacé una plebeya en un palacio que para empezar no es de tu nación.

A bueno esa soy yo.

Le sonreí inocentemente para después intentar huir.

–Da un paso más y te quedas sin cabeza–. Me quede bien quietesita.

–Francis… ¿Qué hace ella aquí?–. Dijo molestó.

–Bueno señor…–. Lo interrumpo.

–Disculpe Rey puede que venga a hablar con usted de algo… importante y me haya metido a la fuerza–. Dije nerviosa.

Solo diré una palabra.

Mentira.

Y ahora solo diré tres palabras

Voy a morir.

El me miró con los ojos entré cerrados.

–Habla–. Dijo.

Puta mierda ahora que digo.

–Ah ah yo… yo estoy enamorada de Usted–. Solté.

Afirmativo voy a morir.

El me miraba con cara de ¿usted está loca?.

Apreté los dientes el se soltó riendo y yo lo mire confundida.

–¿Enserio? ¿Enamorada?–. Dijo.

¿A poco si se la creyó?.

Sigamos con el plan.

Mis ojos se pusieron rojos y baje la mirada para comenzar a "llorar".

–Usted se a burlado de mis sentimientos–. Dije fingiendo llanto.

Mientras fingía sollozos y llanto el solo me miraba asombrado.

–Ahhhh Romper corazones también debería ser un delito–. Me escuchaba decir.

Bueno puede que me quiera reír.

Sentí que alguien se acercaba a mi y me consolaba acariciando mi cabello.

–Oh señorita… algún día encontrará el amor–. Dijo el tal Francis.

Yo seguía fingiendo mientas me cubría la cara, mis ganas de soltar una carcajada eran de la puta mierda.

–¿Enserio está enamorada de mi?–. Preguntó el Rey.

No te rías, no te rías.

–Ya me quiero ir–. Dije entre llanto.

Sin más el señor Francis me ayudó a salir y una vez afuera me agradeció por lo que había echó.

Yo me fui fingiendo porque el Rey estaba en la ventana.

Bueno… ¿Esos son raros encuentros con el Rey? Si, son muy raros.

Yo soy rara.

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