85- Ares Hidalgo.

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Através de mi ventana.
Ariana Godoy.
Tercera parte de 78 Ares.

Ares Hidalgo.

Miraba aburrida las cajas de la mudanza, la casa nueva eran simples colores blanco y café, mi habitación estaba teñida por completo de blanco.

Tomé un lápiz y comencé a dibujar en todo ella.

Mamá se quedó en la puerta sonriendo al ver qué ya había comenzado de nuevo en un lugar  diferente como ya era costumbre.

—Los vecinos van a venir—. Me informo.

—De acuerdo—. Respondí.

—Cambiate para que bajes a cenar con nosotros—. Apreté los labios.

—Lo siento mamá, pero no tengo ambre—. Ella asintió no muy convencida.

Abrí mis ojos al despertar de aquel sueño, la luz entraba dándome directo en los ojos, los apreté fuertemente para después sentarme y mirar aquél dibujó, era una bella medía luna, a su alrededor estrellas que con la luz de la luna se reflejaban.

Escuché los pasos de alguien en mi techo por lo que fruncí el ceño, después solo sentí como algo o alguien mejor dicho caía sobré mi cama.

Me di la medía vuelta inmediatamente y pude ver a Ares.

—¿Qué haces aquí?—. Pregunté molesta.

—Tenemos que hablar—. Negué.

—¿Hablar?—. Pregunté.

—Nessa… solo porfavor—. Apreté mis labios.

—Adelante, habla, solo tienes unos segundos

—Mira se que me equivoqué, se que no debí haber echo aquella estúpida apuesta, porque ahora te extraño, te extraño mucho no sabes la falta que me haces Nessa, porfavor solo… perdoname —. Miré mi dibujo.

—Te perdonó… pero eso no quiere decir que seres amigos, ni mucho menos lo que éramos antes—. Apretó sus labios.

—¿Sabes la diferencia entre perdonar y olvidar?—. Pregunté.

El solo se mantuvo en silencio.

—Que te perdonó para no sentir todo esté rencor y para no odiar y llenarme de esas malditas emociones, pero no olvidó todo lo que llore grité y hice cuando perdí mi control, esa es la diferencia—.

—Nessa… de verdad quiero a mi amaga de regresó—. Sonreí.

—Esa Nessa ya no existe para ti, olvídalo Ares y olvídate de mi—. El negó.

—No tendría porqué olvidarme de la chica que me dio una gran lección—.

—Deberías, ahora adiós—. Le dije.

Mire como se colgaba de la ventana para impulsarse y sin más irse, una lágrima resbaló por mi mejilla, me levanté salí a la sala.

Mamá caminaba de un lado a otro mientras llenaba unas cuantas cajas.

—Mañana llega el camión de mudanza, apresura el paso Nessa no as echo nada aún—. Asentí.

—Lo siento, solo que me acostumbré a este lugar—. Ella me miró.

—Cariño… sabes que esto es parte de, así será la mayoría de las veces—. Asentí.

—Quien dineros que ya tenemos ocho meses aquí—. Mamá asintió.

—Anda cariño, que nosotros salimos en la noche—. Suspiré.

Caminé arriba y comencé a empacar, lo más rápido que podía.

Así se me pasó la tarde, deje algunas cosas aquí, para la nueva familia que viviría seguro y les gustaba.

Entré al baño me di una ducha y salí con mi pijama, bajé y miré a mamá lista al igual que todos.

—¿Listos?—. Asentí tomando mi mochila.

Cuando salimos logré ver a Gregory salir de su auto y venir a toda velocidad.

Cuando menos pensé ya estaba en el suelo con un Gregory chillón abrazándome para que no me fuera.

—Alieen—. Chilló.

—Greg—. Saludé.

—No te vayas, quédate conmigo—. Sonreí.

—Anda que se nos hará tarde—. Se levantó.

—¿Sabes que te voy a extrañar mucho no?—. Sonreí.

—Mi Alien se tiene que ir, Ahh—. Dramatizo.

—Nessa—. Escuché a mamá desde el auto.

—Te quiero cucaracha, eres el mejor amigo que pude haber deseado y tenido—. El sonrió y comenzó a llorar aún más.

—Hasta luego alien—. Sonreí.

Lo abrace una vez más antes de dar media vuelta y caminar al auto, baje la ventana y me despedí con la mano.

Cuando el auto comenzó a avanzar mire como Ares salía de su casa corriendo a. O. Greg, quién solo señaló el auto con la cabeza.

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