101 - Padme Gray

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Damián
Alex Mirez.

Padme.

Siempre me pregunté si realmente amaba a la persona con la que me había casado, y la respuesta llegaba a mi mente una y otra vez.

No le miraba con amor, no le miraba con cariño y tampoco le quería cerca.

Su tacto en mi cuerpo me era indeseable, no me causaba nada, no hacía que sintiese nada.

—Querida, hoy será la cena, el vestido rojo te quedará perfecto, nos vemos —

Mire como salió sin decir nada, mi vista se mantenía en la puerta, después solo caminé a la habitación.

Hace un año mis padres me habían casado, con un chico apuesto y adinerado, la empresa de papá estaba en quiebra después de que lo estafaran, tubo un infarto al corazón, y mamá dió la idea de que me casará con Santiago, a papá le encantó y para que no sufrirá algún otro daño a su corazón acepte casarme con el.

Y aquí estamos, un año de casados.

Mentira si digo que no emos tenido intimidad, lo hicimos ebrios, al menos yo nesesito tener algunas copas en mi sistema para lograrlo.

Cuando se dieron las cinco de la tarde entre a la ducha para comenzar a alistarme.

El vestido era largó pegado totalmente al cuerpo, manga larga con un escote cuadrado, tenía una abertura en el lado izquierdo que dejaba ver un poco de mi muslo, mi cabello estaba lacio, el color rubio llegaba un poco más arriba de los hombros, mi rostro mantenía un maquillaje natural y como ya era costumbre usaba unos lentes de contacto color negro, ocultando su color miel, los tacones eran de un color negro.

Cuando estuve lista comencé a alistar el traje de Santiago.

A la media hora el llegó, me dió un beso en los labios para correr a alistarse.

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Cuando llegamos al lugar pude notar que estaba retirado del pueblo, rodeado por un bosque.

Al llegar rápidamente saludando a todos en el lugar, después me quedé charlando con algunas personas, con aquellas ganas de escapar del lugar.

No fue hasta que la vi.

Estaba segura de que era ella.

No podía estar equivocada.

De verdad lo era.

Caminé a paso rápido hacia ella ignorando a la persona con la que charlaba y dejando confundido a Santiago, quién dijo que seguro iría al baño para continuar con su plática, yo por mi lado al salir de aquel salón mire diferentes estatuas, cuadros, piedras diferentes.

Pero por ningún lado estaba ella.

Bajé la mirada y me di la media vuelta.

Brinque del susto al mírala frente a mi, estaba molesta, lo podía ver en su rostro.

Dirigí mi mano a su rostro para afirmar que fuera ella, que fuera real y si que lo era.

Ella tomó mi mano y miró el anillo que se encontraba en ella, puso una mueca para quitarlo lentamente y guardarlo en su bolso.

Su cabello negro estaba más corto, al parecer lo había cortado.

No sabía que decir, no tenía idea de cómo reaccionar solo quería gritar, llorar, abrazarme y besarle.

¿Que carajos podía hacer?.

Su intensa mirada me ponía demasiado nerviosa, siempre lo había echó.

Mire sus labios para después acercarme poco a poco, esperando a que se alejase o al menos tuviese alguna reacción negativa para no besarla, pero no, solo cerro sus ojos.

Dado aquello, la bese, extrañaba sus labios eran tan delicados, tan dulces perfectos para mí, el beso era lento, deseado y lleno de nostalgia.

Al separarnos ella sonrió para mirar sobre mi hombro.

—¿Y?— escuché una voz masculina.

Volteé lentamente posicionandome detrás de Pásame.

Ella me miró de reojo para sonreírle a el Rubio.

—Comienza la casería— la mire sin entender.

Fue cuando recordé sus palabras de un año atrás.

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— Esto es horrible, no quiero Emi — la mire apretando los labios.

—Padme déjame ir a mí, no me importa si muero — negó llorando.

—No, no te perderé a ti, a ti no —

—¿Cuando se irán?—

—Unos días antes del 9 — Asentí.

—Recuerda Emi, no menciones a los novenos, mucho menos la casaría — Asentí.

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—¿Los mataran a todos? — Pregunté.

Padme me miró sobre su hombro.

—Si — Los mire con miedo.

—Pero… ¿Que hay de Santiago? —

Padme dió totalmente la vuelta, tomo un mechón de mi cabello y lo puso detrás de mi oreja.

—¿Te importa más que yo? — Negué.

—¿Te importaría dejarlo viví aún corriendo el riesgo de que yo muera?— negué una vez más.

Ella sonrió.

—Entonces tiene que morir — Cuando estaba por responder mire a Santiago entrar confundido.

—¿Sucede algo aquí?— se acercó a paso rápido a mi.

Lo mire con pena y cuando quiso poner su mano en mi hombro padme lo detuvo con una sonrisa falsa.

—No toques lo que me pertenece, mucho menos en mi presencia — la mire sorprendida.

Santiago frunció el entrecejo para mirarme sin comprender nada, yo rápidamente me oculté detrás de Padme.

El me miró sorprendido.

—Ya entiendo, por eso nunca sentiste nada, por… ella —. Afirmó.

—Ered una jodida homosexual, ¿Que Cres que piensen tus padres? — Lo mire.

Padme le dio una bofetada para después mirarlo con superioridad.

—Poe encárgate de el—

Sin más tomo mi mano y salimos rumbo a la puerta principal, y al pasar por el salón mire los cuerpos desangrándose de quienes habían asistido esa noche.

ONE SHOTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora