CAPÍTULO 2

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—Hey, Wanda, ya terminé. ¿Aún quieres salir a comer algo? —preguntó. —Sí, está bien —asentí, tragando mi excitación nerviosa.
—Nos encontramos en la entrada entonces.

—Bueno. —Me volví hacia mis amigas. Pietro estaba prácticamente brincando de alegría, estaba pensando, probablemente, en todos los chismes de los que se enteraría al día siguiente. —Bueno amigos, si salgo asesinada, entonces díganle a mis padres que los amo y ustedes pueden pelearse mi iPod —bromeé.

Pietro me abrazó. —Asegúrate de hacerle saber que nosotros sabemos que estás con ella, así no intentará nada. Dile que sabemos que ella es la última persona con quien estuviste y se lo diremos a los policías si te asesina. Prométeme que se lo dirás —dijo él, mirándome serio.

¡Oh! Quizás esta no era una idea tan brillante después de todo. —Mmm, Pietro no digas esas cosas que me asustas.
Quizá debiera llamarla y decirle que cambié de idea o algo...

Él balbuceó bebida. —Solo vete. Dijiste que era ardiente. Todo lo que vi fue su trasero y era apetitoso — me ordenó, con un suave empujón en dirección a la puerta—. Llama o escríbeme un mensaje cuando llegues a casa para saber que llegaste bien. ¡Y dile a ella lo que te dije! —me ordenó, sonando un poco como papá aún cuando estaba ebrio.

—Lo haré, y vosotros manteneos a salvo también. —Les lancé a todas besos al aire mientras caminaba hacia la salida.

Ella estaba de pie ahí apoyándose contra el muro casualmente; se veía tan sexy que hizo que mi corazón se acelerara. —Oye, ¿tienes una chaqueta? —preguntó indicando hacia la recepción. Negué con la cabeza como respuesta—. Vinimos en un taxi hasta aquí, así es que ni siquiera pensé en una chaqueta más temprano. —Quizá debiera haberlo hecho, era casi media noche ahora y hacía viento afuera—. Toma puedes usar mi suéter —me ofreció, poniendo un chaleco con gorro azul en mis manos.

—Pero entonces tú tendrás frio —protesté, sacudiendo la cabeza y devolviéndoselo a ella. Lo sacó de mis manos y giró sus ojos quitándole importancia. De pronto lo empujó sobre mi cabeza. Olía sorprendente, justo como ella. Sonreí y metí mis brazos por las mangas. Ella se rió.

—Es un poco grande, quizá crezcas en el —bromeó. Yo puse las mangas hacia arriba y ella indicó hacia la puerta señalando que nos fuéramos.

Tomé su mano, deteniéndola. —Espera, mis amigas me hicieron prometerles que te diría algo — balbuceé, levemente avergonzada. Me miró con curiosidad, esperando que hablara.

—Ellas saben que estoy contigo y que si me asesinas le dirán a la policía que fuiste la última en verme con vida —solté apurada, sonrojándome por lo estúpido que sonaba.

Maldición Jane, acabo de quedar como una idiota.

Explotó en risas y me empujó hacia la puerta nuevamente. —Haré mi mejor esfuerzo para no matarte entonces. No me gustaría tener problemas con la policía —replicó con una mueca de horror. Sonreí tontamente, mordiendo mi mejilla.

Me condujo hasta un Jeep plateado; no tenía idea sobre autos así es que no sabía de qué tipo era. Apretó sus llaves, abriendo el auto. Tan pronto como el mecanismo de la puerta sonó, la abrió para mí. Miré y me reí había basura por todos lados, todo el piso y por todos los asientos. Periódicos, envolturas de dulces, latas de soda vacías tiradas alrededor sin cuidado.

—O mierda, eee, debí haber limpiado el auto y luego llamarte, Ups —murmuró, luciendo como un cordero mientras juntaba todos los restos y los tiraba al asiento trasero.

Cuando el verano termina  (Adaptación Wandanat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora