CAPÍTULO 42

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¿Me ama? ¿Realmente me ama?

No sabía qué decir. Apenas podía respirar. ¿De verdad me había dicho que estaba enamorada de mí? La esperanza y la felicidad trataban de aplastarme pero no lo permití. Algunas veces me había hecho ilusiones... ¿y si ésta era otra de esas veces? ¿Qué pasaba si de repente cambiaba de idea y retiraba lo dicho?

Yo no era lo bastante buena para ella. Natasha era increíble y tan especial, merecía a alguien mucho mejor que yo: lo merecía todo. Merecía a alguien como la señorita Danvers, que era perfecta y elegante, no una tonta colegiala que apenas podía mirarla sin sonrojarse.

Me miraba con curiosidad. Bueno, en realidad se veía asustada y yo quería tranquilizarla. Quería gritar que también la amaba, que la quería mucho, pero no me salía ni una palabra.

Su cara se alargó aún más con mi silencio.

—Lo siento, no debí decirlo. Lo siento mucho —dijo dolida y mirándome con tristeza—, soy tu profesora y tengo que esforzarme en ser más responsable. Dejaré mi trabajo o lo que sea que tenga que hacer para poder mantenerme lejos de ti.

Estaba mascullando y atragantándose con las palabras, hablaba demasiado rápido.

¿Está pensando dejar su trabajo? La aferré por las solapas del mono cuando se estaba apartando de mí.

—¿De verdad me amas? —susurré, no confiando en mi voz para hablar más fuerte.

Tragó saliva y asintió.

—Sí, pero no debería habértelo dicho. Tengo que guardármelo como lo he estado haciendo las últimas semanas.

Sonreí. No podía luchar más. Tenía el cuerpo erizado, sentía cómo se acumulaban lágrimas de emoción y me di cuenta de que, si ella me amaba, tenía que intentarlo. Probablemente me arrancaría de nuevo el corazón cuando cambiara de idea, pero nada importaba en este momento.

—Yo también te amo, Tasha —susurré sinceramente.

Todo su cuerpo se tensó. Sus ojos se ensancharon de golpe antes de que una arrebatadora sonrisa se extendiera por su rostro.

—¿De verdad? —gimió presionándome contra la dureza de la piedra.

Mordí mi labio y asentí. Es obvio que estoy perdidamente enamorada. Natasha tenía que haberlo sabido antes de que yo se lo dijera. ¿Cómo demonios no lo vio? Era tan obvio como si tuviera escrito «Amo a Natasha Romanoff» en la frente.

Suspiró y con el brazo libre rodeó mi cintura mientras me explicaba.

—Pensé que había echado a perder mi oportunidad, sinceramente creí que te había perdido, brujita. Me moría de miedo. He estado triste sin ti las últimas semanas. —Sus ojos verdes fijos en los míos me hacían sentir que flotaba.

No quería seguir hablando. Necesitaba sus labios contra los míos. Ahora. Mi cuerpo estaba desesperado.

—Shh, es hora de dejar de hablar —susurré, repitiendo las palabras que le había dicho alguna vez. Subí las manos deslizándolas por su pecho, rodeando el cuello y enredándolas en el cabello de su nuca. Ella gimió desde el fondo de la garganta y mi cuerpo pareció incendiarse.

Su boca avanzaba tan lentamente hacía la mía que la espera me iba a matar, pero el momento era perfecto, privado y romántico, quería que durara para siempre. Finalmente su boca tomó la mía, presionando suavemente, sentí que nunca más volvería a respirar.

¡Oh Dios, la estoy besando otra vez! Había olvidado lo que se sentía, lo increíble que era. Todo mi cuerpo ardía de pasión y no podía acercarme suficiente. Ella lo sentía también y me apretaba más contra la roca, las manos bajaban por mi espalda haciendo cosquillear el cabello de mi nuca.

Cuando el verano termina  (Adaptación Wandanat)Where stories live. Discover now