CAPÍTULO 17

150 14 0
                                    

El resto de la semana pasó casi lo mismo. Evitaba a Natasha siempre que era posible. Si veía que venía por el pasillo o algo así me excusaba hacia el baño más cercano o aula. Los castigos a la hora del almuerzo estuvieron bien, no me los quitó así que solo me senté hasta atrás del aula escuchando música y leyendo. La ignoré completamente, como ella hizo conmigo... No me compró el almuerzo otra vez; a propósito me hice un sándwich para poder regresárselo si lo hiciera.

Sus clases eran horribles. No tenía ni idea de lo que estaba haciendo. Apenas si entendí algo y me sentí al borde todo el tiempo mientras la clase babeaba y coqueteaba con ella como locos. No me dio preferencia, pero tampoco me ignoró, solo me trató como a cualquier otro estudiante en su clase. Excepto que quizás obtuve menos sonrisas. De hecho, ahora que lo pienso, no obtuve sonrisas en absoluto, pero fue probablemente porque tampoco le di ninguna. Kate y yo nos reuniríamos el sábado para ayudarme a estudiar.

Hoy era viernes y tenía previsto reunirme con Yelena en cualquier momento. Mientras la campana sonaba señalando el final del día, recogí mis libros y me quedé esperando que Pietro recogiera sus cosas en su mochila.

—Así que esta noche es la gran cita —dijo con entusiasmo, agitando las cejas.

Casi podía sentir la mirada de Natasha taladrando en un lado de mi cabeza. Por el rabillo del ojo podía verla parada ahí, observándome. Todo su cuerpo parecía tenso.

—No es una cita —contesté rotundamente, mis manos empezaban a sudar porque Natasha estaba mirándome fijamente.

—Vas a al cine con una chica, es una cita —contestó, agitando la mano con desdén. Negué con la cabeza y abrí la boca para protestar, pero él habló otra vez interrumpiéndome—. Debería ser una cita de todos modos, porque maldición, me lo haría con esa chica sin pensar y tú deberías también. Te ayudaría a sobreponerte de la Srita. Perfecta si saltaras sobre su hermana. Dejarías de poner tan mala cara —bromeó.

Jadeé.

—¡Pietro! —susurré, agarrándolo del brazo y arrastrándolo más cerca para decirle que se callara la maldita boca. Demasiado tarde. Escuché un estruendo en la dirección de Natasha y volteé para ver que había caminado hacia el escritorio, golpeando las sillas y dejado caer la pila de libros que llevaba. Su mandíbula apretada, se miraba furiosa.

—¿Está usted bien, Srita Romanoff? ¿Necesita una mano? —ofreció Pietro, sonriendo seductoramente.

—Eh... Este... No, está bien. Gracias por ofrecerse señor Barton —rechazó educadamente. Decidí que tenía que irme antes de que pudiera arrastrarme a un lado.


—Me tengo que ir —murmuré, mirando solo a Pietro—. Te llamo y nos reunimos el domingo.

Lo abracé rápidamente, antes de pasar por la puerta dejándolo para que terminara de recoger sus libros.

—¡Wanda, espera! —llamó Natasha.

Me detuve en seco. Esa era la primera vez que me llamaba Wanda desde que descubrimos que era mi maestra. El sonido hizo que mi estómago revoloteara a pesar de que me enojé conmigo misma por dejarla tener ese poder sobre mí. Me volví a mirarla, no queriendo ver realmente su cara enojada otra vez.

—De hecho podría necesitar algo de ayuda, ¿quizá me puedes dar una mano? —pidió, aunque sus ojos decían algo totalmente diferente.

—Yo le ayudaré, Srita. Romanoff —interrumpió Pietro—. Wanda tiene una cita caliente.

Me empujó hacia la puerta con una sonrisa pícara y un guiño. No había duda de que estaba emocionada por unos cuantos minutos a solas con la pelirroja.

Cuando el verano termina  (Adaptación Wandanat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora