CAPÍTULO 5

234 18 2
                                    

Entonces, a dónde van exactamente? —me preguntó Pietro mientras estaba tendido sobre mi cama mientras yo miraba dentro del closet.

—No tengo ni la menor idea, ella no me lo dijo. —Lo miré por encima del hombro, lanzando una mirada desesperada. Pietrto y yo estábamos tratando de elegir algo para que me vistiera durante la última hora; yo estaba volviéndome más y más estresada con cada minuto que pasaba.

—Bueno, primera cita a una boda, segunda cita ¿quizás la ópera? —ofreció él riéndose.

—¡No me estás ayudando para nada! Pietro, en serio, si vas a sentarte ahí haciéndome comentarios estúpidos entonces, ¿cuál es el punto de que hayas venido a ayudarme? —Me quejé, lanzándole un par de calcetines.

Él los atrapó y me las volvió a tirar a mí.

—Deja de estresarte, es sólo una chica —replicó, rodando los ojos.

Lo miré y cerré los ojos. Tiene razón. Tengo que ponerme a pensar en otra cosa. Claro, ella parece amable y es jodidamente caliente, pero casi no sé nada acerca de ella. Respiré hondo y caí de espaldas sobre la cama.

—Tienes razón, voy a ponerme los pantalones negros y la camisa roja —decidí, harta de tanto pensar en ello. Apenas había dormido algo la otra noche porque estaba tan excitada con la cita y cada segundo del día se había alargado a causa de eso. Todavía tenía aún una hora y media para esperar hasta que ella me recogiera.

Pietro asintió. —Buena idea. Ponte la camisa con el primer botón de abajo abierto para que pueda echar un vistazo al ombligo y al piercing —instruyó él, guiñándome un ojo—. Ya sabes que nadie no puede resistirse a eso.

Asentí y me dirigí a la ducha. Cuando salí, Pietro me ayudó con el pelo, alisándolo todo. Una vez vestida, lo miré e hice un leve giro, esperando su aprobación.

—¿Qué opinas? —le pregunté, mordiéndome el labio.

—Yo me lo haría contigo —replicó, entrecerrando sus ojos hacia mi juguetonamente—. Espera, otro botón de abajo.

Se inclinó, desabrochó otro botón de más abajo, por lo que me quedé solamente con dos botones abrochados, cubriendo mis pechos.

Me burlé y alejé sus manos. —Pietro, de verdad, no quiero darle una impresión equivocada. Probablemente ya piense que me voy a acostar con ella esta noche, no quiero mostrárselas en su cara — protesté, abrochándome los botones.

Él suspiró. —De acuerdo, pero no sé por qué no quieres hacerlo con ella esta noche. Necesitas acostarte con alguien. Te relajaría y pondría una sonrisa en su cara.

El timbre sonó antes de que pudiera responder. Lo miré nerviosa, mi corazón latía con rapidez. Él me dio la cartera y colocó mi chaqueta negra en mis manos.

—Anda, diviértete y no hagas nada que yo no haría —me aconsejó y me guiñó.

—¿Hay algo que tú no harías? —bromeé.

—No —replicó mi amigo, riéndose y mirando hacia mi ventana.

—Voy estar mirando desde la ventana. Ella no puede ser tan caliente como tú dices que es.

Sacudió la cabeza. Yo sonreí, sabiendo que no iba a verla en ese momento, ella estaba debajo del porche, esperando en la puerta principal.

—De acuerdo, cierra la puerta cuando te vayas, ¿vale? —le dije mientras saltaba los escalones y llegaba la puerta principal. Mis padres habían salido esta noche y yo estaba secretamente agradecida. Ya había conocido a sus padres pero definitivamente no estaba preparada para que conociera a los míos. Mi padre era embarazosamente protector sobre el tema de las chicas, y no se cortaba mucho al hablar sobre esterilizaciones por aprovecharse de mí o lastimarme. Generalmente esto me dejaba paralizada, lo cual era indudablemente horrible para todas las partes implicadas.

Cuando el verano termina  (Adaptación Wandanat)Where stories live. Discover now