CAPÍTULO 11

157 14 0
                                    

Estuve aquí por una eternidad sin saber qué hacer. ¿Podría fingir que no pasó nada, como dijo? Claro, probablemente era mucho más fácil para ella que no sentía nada por mí, pero yo estoy totalmente loca por aquella pelirroja.

¿Cómo se supone que voy a sentarme en su clase todos los días sabiendo eso? Respiré hondo y salpiqué un poco de agua en mi cara. Mi piel se sentía tensa de tanto llanto, mis ojos estaban irritados, y empezaba a tener un terrible dolor de cabeza por tanta tensión.

Cuando estuve tranquila de nuevo, salí del cuarto de baño, manteniendo mis ojos firmemente en el suelo, no quería que la gente me viera y supieran que había estado llorando. No podía decírselo a nadie. No podía hablar de ello en absoluto. No tenía a nadie con quien desahogarme y ayudarme a reparar mi corazón roto, porque no podía permitir que Natasha estuviera en problemas.

En silencio, di las gracias a mi buena estrella de que ella no hubiera conocido a ninguno de mis amigos, ya que hoy habrían sabido quién era.

El pasillo se encontraba anormalmente tranquilo para el final de la escuela. Levanté la cabeza y me arriesgué a mirar para ver la sala vacía de gente. ¿Dónde diablos están todos? Seguramente la gente debía estar por ahí en el pasillo metiendo sus cosas en sus lockers antes de regresar a casa.

—Wanda.
Me di la vuelta para ver caminando hacia mí, a Kate, sonriendo.

—Hola —murmuré, girando mi cuerpo para que no tuviera una clara visión de mi cara que estaba segura, se veía hinchada y roja.

—¿Qué estás haciendo aquí todavía? Pietro estaba buscándote antes, se ha ido a casa ahora —dijo, deteniéndose a mi lado.

Bajé la mirada a sus pies, dejando que mi cabello cayera por encima de mi cara. —¿Él se fue? ¿Qué hora es? —pregunté, confundida.

—Son casi las cuatro.

¿Casi las cuatro? ¿Estuve en el baño durante todo ese tiempo?

—¿Dónde estabas de todos modos? Pietro dijo que te levantaste de un salto y saliste corriendo de la clase como si una bomba hubiese explotado y luego él no pudo encontrarte. —Ella puso su mano en mi hombro, apretándome suavemente. El calor de su mano se filtraba a través de mi camisa a mi piel. Giré la cabeza y puse mi mejilla en la palma de su mano, necesitaba tanto el consuelo que mis ojos comenzaron a llenarse de nuevo.

—¿Estás bien? —preguntó en voz baja. Negué con la cabeza en respuesta.

Me tomó en un abrazo, acariciando mi espalda con sus manos mientras lloraba en su hombro.

Cuando mis lágrimas finalmente se secaron, se retiró y tomó mi cara entre sus manos.

—¿Qué pasó?

Aspiré con fuerza, limpiando mi nariz.

—No quiero hablar de ello. Gracias por el abrazo, de verdad lo necesitaba. —Forcé una sonrisa falsa y di un paso hacia atrás.

Sonrió cálidamente.

—En cualquier momento, siempre voy a estar aquí para ti. —Kate realmente era una persona muy dulce.

Éramos amigas antes de que saliéramos, no mejores amigas o algo así, pero somos bastante cercanas. Siempre fue alguien con quien podía hablar. Cuando nos separamos, me prometió que volveríamos a eso y seríamos todavía amigas. Realmente esperaba que fuera así.

—Vamos, te llevaré a casa —afirmó, poniendo su brazo alrededor de mi hombro y tomando mi bolso en la otra mano mientras me llevaba hacia su coche—. ¿Sabes que luces muy atractiva ahora, Wanda?. La hinchazón definitivamente te favorece —bromeó, sonriéndome.

Cuando el verano termina  (Adaptación Wandanat)Where stories live. Discover now