CAPÍTULO 41

151 14 1
                                    

Sintiéndome algo indispuesta por los nervios, bajé del auto siguiendo a Pietro y a Kate. ¿Y si me caigo en medio del bosque, me lastimara y nadie se diera cuenta? ¿Y si permanezco, durante horas, tirada ahí, pidiendo auxilio? Sabía que estaba siendo algo patética, pero eran los tipos de cosas que me pasaban, un típico momento Wanda Maximoff.

Mientras íbamos bajando, nos llevaron a los monos que estaban ahí apilados. Tomé uno de mi talla y me lo puse, sintiendo como mi corazón se hundía a cada segundo. Este no era mi plan ideal para pasar una tarde de sábado.

Por favor, por favor, por favor que salga de esto ilesa.

Nos entregaron a cada uno de nosotros, un casco, una pistola y un paquete de pelotas de pintura de repuesto, y nos llevaron a tropel a un pequeño claro en donde estaba, sobre una pequeña plataforma, el instructor preparado para instruirnos. Empezó a enumerar las reglas, cómo recargar la pistola, dónde estaban posicionadas las banderas, qué hacer si resultabas herido, y un sinfín de cosas en las que no estaba muy interesada. En estos momentos preferiría estar en cualquier otro lugar que aquí, especialmente cuando al levantar la vista observé a Natasha y a la señorita Danvers justo de pie delante de ella, escuchando al tipo. Se las veía como la pareja perfecta, se las veía tan ardorosas juntas y, eso me hacía sentir aún peor.

Me encontraba ahí de pie, observando discretamente cómo la señorita Danvers ponía su mano sobre el brazo de mi pelirroja, sonriendo seductoramente. Dentro de mí, me sentí morir. Ella se reía sobre algo que Natsha había dicho, bueno a decir la verdad, se reía tontamente. Inmediatamente me visioné a mí misma yendo hacía donde estaban ellas, tomándole de su perfecto pelo rubio natural, y hundir su bonita cara en el charco embarrado a sus pies. Suspiré. ¿Por qué estaba aquí? Debería de haber dicho que no. En el transcurso del día acabaré dañada, entonces por qué me prestaba a esto, sabiendo que la pareja más reciente y caliente también estaría hoy aquí, juntas. Una cosa era escuchar en el instituto sobre la relación y tener conocimiento de lo que estaba pasando, pero verlo en persona me estaba destrozando el corazón.

¿Por qué no era capaz de olvidarla? ¿De todas formas, qué tenía de especial? De acuerdo era extremadamente ardiente, pero no estaba muy interesada en eso. Natasha es inteligente y graciosa, dulce y considerada... ¡pero era una profesora! Debería dejar de mirarle de esta forma. Lo que necesito es echar mano a cualquier otra y besarla hasta la inconsciencia y esperar sentir mariposas en el estómago como las que sentí al besar a Romanoff. Quizás Agatha no era la persona adecuada, si quizá lo intentase con otra entonces sentiría algo, alguna cosa, solo para que se fuera el dolor y hacerme sentir mejor.

Durante las últimas dos semanas, Natasha y yo nos llevábamos tan bien que se me había olvidado el hecho de que estaba cortejando a otra, pero verla era una tortura. Habían pasado más de seis semanas desde que rompimos, pero seguía sin poder olvidarla. Posiblemente rayaba a la obsesión. Quizá debería ir a terapia o algo parecido.

La señorita Danvers echó sus largos, perfectos rizos sobre el hombro y riendo dio a Natasha una palmada en el brazo. Mi pelirroja sonrió y movió su cabeza. Yo fruncí el ceño. ¿Qué le estará diciendo para hacerla reír de esa manera? ¡No es tan malditamente graciosa! Ambas se giraron y miraron al tipo que estaba delante del grupo, yo miraba mientras ella se aproximaba a Romanoff un poco más, provocando que inconscientemente se apretasen mis puños. Necesitaba desesperadamente darle un puñetazo a alguien, alguien rubio.

—Aterriza, Wanda. —Pietro rió, dándome suavemente un codazo en las costillas.

Me sobresalté y lo miré. —¿Qué? —pregunté, sonrojándome. ¡Diablos, si la gente supiese en lo que estaba pensando!

Cuando el verano termina  (Adaptación Wandanat)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt