CAPÍTULO 16

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—¿Me estás tomando el pelo? ¿Disfrutas molestándome? Por qué estás haciendo esto, Tasha? En serio, te has convertido en una ¡maldita idiota! —Exclamé, saltando de mi asiento y metiendo enojada mis cosas en mi mochila, saqué diez dólares de mi bolsillo, caminé hacia su escritorio y los dejé caer de golpe—. Esto por el almuerzo.

Ella me miró. —Aún te queda media hora de castigo.

—Pues repórtame, maldita sea —espeté, mirándola nuevamente. Ella no dijo nada más así que me di la vuelta y salí, dirigiéndome a la cafetería, encontrando a mis amigos sentados aún conversando en el almuerzo. Pietro me miró confundido mientras caminaba hacia ellos.

—¿Qué estás haciendo aquí? ¿No deberías estar castigada?

—Me siento mal, me voy a casa —mentí, encogiéndome de hombros. De ninguna manera iba a ver a esa estúpida otra vez el día de hoy, si lo hiciera probablemente la abofetearía, eso o la besaría. No podría hacer exactamente ninguna de esas cosas en una clase llena de estudiantes.

—¿Te encuentras mal? ¿No estarás embarazada verdad? —bromeó Pietro, mirándome con una mueca de horror en su cara.

—Sí, ¿cómo diablos lo adivinaste? Estoy solo de tres meses, debería notarse ya —bromeé, tocando y sobando mi estómago. Vi a Kate sacudirse en su asiento, su cuerpo entero se tensó mientras me miraba con los ojos muy abiertos. Me eche a reír—. Relájate, estaba bromeando. —Le guiñé un ojo juguetonamente.

Ella suspiró y masajeó la parte trasera de su cuello. —Dios me asustaste.

—Lo siento, Kate. —Me reí—. ¿Pietro, ¿puedes, esta tarde hacerme un favor? No tengo mi teléfono, ha sido confiscado así que no te molestes en mandarme un mensaje de texto u otra cosa.

Me encogí de hombros y cambié mi pesada mochila a mi otro hombro.

—¿Quién te lo confiscó? —preguntó, James frunciendo el ceño y agarrando su móvil como si fuera a desaparecer. James era una de esas personas que creía que estabas indefenso sin un teléfono. Probablemente tendría un leve ataque al corazón si no lo tuviera con él todo el tiempo.

—La chica nueva —murmuré sin querer decir su nombre.

Toda la gente en la mesa se rió. James me miró con los ojos entrecerrados.

—¿Qué pasa contigo? Esa chica es impresionante, divertida, inteligente y es justa también, pero parece que ustedes no se entienden bien. Todos los demás la adoran; ella es la mejor cosa que le ha pasado a este instituto desde que se deshicieron del pastel de carne de los jueves —reflexionó él, moviendo la cabeza y mirándome un poco desconcertado.

Y ahí estaba él defendiéndola otra vez. —¿En serio? Guau, deberías decírselo, estoy segura de que te ganarías una de esas oh tan sexys sonrisas —conteste sarcásticamente, rodando los ojos. ¿Cómo puede ella venir aquí y tener a todos comiendo de la palma de su mano tan rápido? Era totalmente molesto.

—Los veo mañana, les dije sobre mi hombro mientras me volteaba y salía.

Justo cuando llegué a la puerta de la entrada alguien me agarró de la mano, haciendo que me dolieran un poco por los arañazos de ayer. Me volví furiosa, esperando ver a Natasha ahí diciéndome que tendría que regresar al castigo o algo. No era ella, era Kate.

—¿Cómo vas a casa? —preguntó, mirándome preocupada.

Me encogí de hombros en respuesta. —Caminando.

Ella suspiró y puso su brazo alrededor de mi hombro. —Te llevo a casa. No puedes irte caminando a tu casa si estas enferma. —Me llevó hacia su coche. Sonreí, no queriendo admitir que estaba fingiendo. No quería caminar a casa. Sabía que era egoísta pero me gustaba su compañía, ella me quitaba de la mente a Tasha por un rato, porque ella no hablaba acerca de lo guapa que era, todo el tiempo, como hacia Pietro.

Cuando el verano termina  (Adaptación Wandanat)Where stories live. Discover now