CAPÍTULO 6

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Ella se rio. —Con suerte te gustará; si no luego podemos ir a ver una película o algo.

Afortunadamente la comida llegó entonces, lo que nos dio algo más de que hablar. Hablamos y coqueteamos durante la cena. Hablamos acerca de películas, música, y al azar de las cosas que nos gustaban o no nos gustaban. Disfruté increíblemente el tiempo que estuve comiendo con ella. Además de la comida, que fue increíble; yo no dudaba en que volvería a este lugar otra vez.

Cuando terminamos de cenar, me guió hasta su auto, saliendo del estacionamiento del restaurante con una gran sonrisa en el rostro. Obviamente estaba emocionada acerca de lo que iba a ocurrir a continuación. Cuando el auto se detuvo, levanté la vista hacia el edificio asombrada.

—¿Una pista de esquí cubierta? —medité mientras la miraba nerviosa, estaba más que intimidada al ver la altura del edificio y era solo el exterior.

Ella sonrió y salió del auto, caminó hacia el otro lado abriéndome la puerta antes de dirigirse hacia el maletero. Sacó un grueso suéter de lana y me lo dio.

—Hace un poco de frío ahí dentro —dijo, mirando el edificio. Lo tomé y me lo puse, tragando saliva con fuerza. Me voy a romper una pierna, lo estoy viendo venir. En silencio agradecí a Pietro por sugerirme que llevara zapatos bajos esta noche en caso de que tuviéramos que caminar por algún lugar.

La miré mientras ella se colocaba el suéter encima y me tendía la mano. La miré y le sonreí.

—Oh no, todavía no terminaste de tomarme el pelo —decliné y me crucé de brazos. Ella se rió y colocó sus manos en mis hombros, empujándome hacia el edificio. Mis nervios se hacían más pronunciados a cada paso.

Una vez dentro, me guió más allá del mostrador.
—Ey, Mac, vamos a entrar un rato, ¿vale? —dijo mientras me conducía hacia la puerta de "sólo personal".

La miré confusa. —¿Trabajas aquí? —pregunté, mirando alrededor nerviosa. Nadie parecía estar gritándonos que saliéramos del área del personal, así que debía ser así.

Ella asintió. —Sí, doy lecciones. ¿Lecciones?

—¿De verdad? ¿De qué clase? —le pregunté mientras caminábamos hacia una enorme armario de tablas de snowboard.

Se encogió de hombros. —Ski, snowboard, y también superviso las clases de tubing, que es lo que vamos a hacer esta noche —dijo, moviendo sus cejas hacia mí. Vale, ¿qué diablos es tubing? Suena a algo doloroso. Ella me sonrió ante mi obvia cara de preocupación.

—No te preocupes, Brujita, yo cuidaré de ti —prometió, sonriendo mientras me daba un golpecito en la nariz. Se dio la vuelta y caminó hacia una enorme pila de flotadores de goma.

—Oh, diablos, ¿de verdad? —musité, volviéndome hacia la pila. Ella se rió y tomo dos flotadores, señalando con la cabeza hacia otra puerta. Abrí la puerta y caminé a través de ella, el frío inmediatamente atacó mi sistema haciéndome inhalar una inspiración brusca y haciendo que mis codos se colocaran al costado de mi cuerpo, hundiendo mis hombros. Le agradecí con los ojos en silencio por haberme dado el suéter.

Señaló con la cabeza una esquina así que caminé hacia esa dirección. Cuando doblé hacia la esquina, me detuve otra vez, abriendo mi boca por el asombro. Había una enorme montaña de nieve, gente esquiando y haciendo snowboarding. Había un ventilador de nieve en lo alto haciendo que pareciera que estaba nevando dentro. Era precioso.

—¡Mierda, no sabía siquiera que existía este lugar! —grité emocionadísima—. ¿Es nieve de verdad? — Inmediatamente me agaché, tome un puñado de nieve, esperando que fuera esa nieve falsa de plástico que utilizan en las películas. Aunque no lo era, era nieve en polvo de verdad, que instantáneamente hizo que mis dedos se enfriaran.

Cuando el verano termina  (Adaptación Wandanat)Where stories live. Discover now