CAPÍTULO 24

137 14 0
                                    

Un par de horas más tarde, otra vez tocaba la clase de Romanoff. Por favor, que hoy venga Mónica, por favor, por favor repetía en la mente una y otra vez mientras caminaba hacia su clase, hasta crucé los dedos y puse las manos en los bolsillos para que nadie los viera. No quería tener que trabajar nuevamente con ella, no después de lo de esa mañana; no podría portarme civilizadamente después de conocer sus planes con la señorita Danvers.

—Hey Wanda —Agatha me llamó mientras Pietro y yo entrabamos al salón de clases. Sonreí y ella nos saludó desde su banca donde Suri, la compañera de equipo de Pietro, estaba sentada. Que bien ¡otra incomoda hora! Pietro se sentó junto a Suri mientras yo me sentaba al otro lado de Agatha y su pareja, dejando un asiento vacío para Mónica por si decidía honrarnos con su presencia el día de hoy.

—Hey, ¿sabes si Mónica vino hoy? —pregunté mirando su lugar vacío.

—Sí, la vi esta mañana —contestó Agatha.

Sentí como si se me fuera un peso de los hombros, no tendría que trabajar con Natasha hoy. Sonreí ampliamente cuando Mónica entró y resistí la tentación de brincar de mi silla y abrazarla. Le hice señas con entusiasmo.

—Hey, disculpa, quedaste atrapada conmigo como pareja —le dije dándole unas palmaditas al escritorio que estaba justo a mi lado.

—¿Atrapada? ¿Para qué? —preguntó sonriendo confusa mientras se sentaba junto a mí.

—Estúpido proyecto científico de Cálculo, que no tiene nada que ver con nuestras vidas fuera de estas paredes —contesté encogiéndome de hombros.

Ella rió, aunque todavía aturdida—. Suena impresionante.

Natasha caminó hacia nosotros y le sonrió a Mónica.

—Hola, estás de regreso. La señorita Maximoff podrá ponerte al tanto de lo que te perdiste ayer, pero si alguna tiene problemas, no dudes en consultarme. Sonrió amablemente y Mónica parecía derretirse a sus pies mientras la miraba soñadora. Después puso unas hojas frente a mí.

—Ayer dejaste tus notas aquí. —Sin esperar una respuesta, se dio la vuelta y se alejó.

Dejé mis notas... ¿Qué significaba esto? Yo no dejé mis notas, estaban en mi mochila, probablemente haciendo que todos mis libros olieran a vinagre porque no me molesté en copiarlas en papel limpio. Miré los papeles que había puesto en mi pupitre y estaban escritos por ella. Fruncí el ceño y los miré rápidamente. Había re-escrito todo lo que habíamos hecho ayer para mí. Ah ¡Eso era tan adorable! Suspiré y rodé mis notas hacia Mónica, decidiendo que debería ponerla al tanto del estúpido cohete.

La clase transcurrió sin incidentes. Nuestro cohete estaba medio hecho por Natasha ayer por lo que no tuvimos que hacer mucho, solo trabajar con la cantidad de sustancia que generaría la presión necesaria. Durante toda la clase trabajamos y casi lo terminamos gracias a las notas que la pelirroja había escrito. Cuando ella pasó para verificar como íbamos, le sonreí agradecida. Me guiñó un ojo y continuó como si nada hubiera pasado. Mi corazón dio un brinco. Este corazón estúpido y traidor.

Solo quedaban cinco minutos para terminar la clase. Mónica y yo pretendíamos estar ocupadas. Habíamos hecho todo lo que se requería, así que el resto de la semana solo tendríamos que trabajar en la presentación, que no sería muy difícil debido a las notas tan detalladas que Romanoff me había dado. Alguien llamó a la puerta del salón de clases y entró. Gruñí para mis adentros cuando vi la cabeza rubia. No había un cabello fuera de lugar y se veía clásica e impecable a pesar de que era el final del día. La señorita Danvers.

Cuando el verano termina  (Adaptación Wandanat)Where stories live. Discover now