CAPÍTULO 44

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Me besó como debía de ser, empujándome contra el lado de su coche, apretando su cuerpo contra el mío. Al instante envolví mis brazos alrededor de ella con fuerza para que no pudiera alejarse de mí. Su beso era casi desesperado, como si estuviera decidida a compensar al completo las seis semanas sin mí en ese momento. No es que me importara. Yo estaba a favor de recuperar el tiempo perdido también, mi cuerpo iba a fuego lento y la única que podía ayudarme a salir de mi estado de frustración era ella, Natasha Romanoff.

Sin embargo, probablemente no era una idea brillante tener una sesión de exhibición completa fuera de su edificio. Me había dicho que la Srta. Danvers vivía en su calle. Sería muy malo para ambas si nos viera.

Mientras ella chupaba mi labio inferior pidiendo entrar, alejé a regañadientes mi boca de la de mi pelirroja. Pero, obviamente, no estaba contenta con eso, porque mientras yo movía la cabeza hacia atrás, ella movía la suya hacia adelante y me besó de nuevo. Me reí tontamente contra sus labios y finalmente suspiró y se alejó, haciéndome un mohín en tono de broma.

—Lección uno: haces todo lo que esta profesora quiera, lo que incluye besarme cuando te lo pida. Y nada de estos disparates de alejarse —bromeó, sonriendo burlonamente hacia mí.

Me reí de nuevo y puse los ojos en blanco.

—Sólo pensé que tal vez deberíamos llevar esto dentro por si alguien nos ve —expliqué, encogiéndome de hombros.

Presionó su frente contra la mía.

—Supongo. Y nosotras realmente, realmente necesitamos hablar —dijo sin aliento, alejándose de mí y tomando mi mano.

Sonreí y entrelacé nuestros dedos, dejando que me llevara hacia su apartamento. Cada paso me ponía más y más excitada porque quería estar justo entre sus brazos para siempre.

Se detuvo frente a su puerta y me miró como disculpándose. Se me ocurrió cuál era probablemente la razón de su mirada de disculpa—. Tu casa es un desastre, ¿verdad? —pregunté, tratando de no reírme.

—En mi defensa, no sabía que ibas a venir —respondió, haciendo una mueca.

Me acerqué a ella y rocé mi nariz contra la suya ligeramente.

—Tasha, sé que eres un desastre. De hecho me gusta eso, prueba que eres humana y no un capullo super sexy. Todo el mundo tiene defectos y disfrutar viviendo en una pocilga es obviamente el tuyo.

Me sonrió. —¿Crees que soy super sexy?

Le sonreí ampliamente. —La maestra más sexy sin lugar a dudas.

Se rio y abrió la puerta, tomando mi mano e invitándome a pasar. El lugar era justo como lo recordaba, desordenado, salgo desastrozo y atestado, pero me encantó. Sonreí y me acerqué más a ella, envolviendo mis brazos alrededor de su cuello, mirando directamente a sus ojos mientras la felicidad se arremolinaba alrededor de mi cuerpo.

—Me encanta tu apartamento —confesé.


Sonrió. —Y a mí me encanta que mi brujita esté en mi apartamento.

Tiré de su boca hasta la mía, deseosa de continuar donde lo dejamos afuera. Me besó durante un par de segundos, pero luego se apartó de mí, sonriendo un poco tímidamente.

—Wanda, vamos a hablar un poco. —Me guio hasta el sofá y se sentó. Un ceño preocupado marcaba su frente.

Sonreí y asentí, sentándome a su lado y sosteniendo su mano fuertemente. Ella jugaba con mis dedos, un poco incómoda.

Cuando el verano termina  (Adaptación Wandanat)Where stories live. Discover now