CAPÍTULO 27

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Mis padres dejaron que Kate se quedara esa noche. Por supuesto tuvimos que dejar la puerta abierta toda la noche para que pudieran escuchar si algo pasaba, y Kate tuvo que dormir en el suelo de mi dormitorio, pero confiaban en nosotras, así el estar en la misma habitación era agradable. Ellos sabían que éramos sólo amigas y que yo todavía estaba colada por Tasha así que lo dejaron pasar por su padre.

Por la mañana nos llevó en coche a la escuela y yo ignoré el hecho de que entramos en el estacionamiento al mismo tiempo que la sexy pareja de profesoras. Contuve el aliento cuando caminaron hacia el instituto charlando felizmente; obviamente les estaba yendo bien. Los ojos de Natasha se posaron en mí por una fracción de segundo así que sonreí y fingí que no me importaba. Me devolvió la sonrisa y sujetó la puerta para que su nueva pequeña compañera de cama entrara en el instituto. Mientras caminaba tras ellos, se apartó a un lado, sujetando la puerta para mí también.

—Tras usted, señorita Maximoff. —Sonrió haciendo que mis entrañas se derritieran. ¡Estúpidas entrañas, ya va siendo hora de que la superes! Quería abofetearme y llamarme nombres por todavía estar bajo su hechizo cuando ella obviamente había seguido adelante hacia algo más grande y mejor que yo, bueno, quizá no más grande pero indudablemente mayor y sexy.

—Gracias —murmuré incómoda.

—¿Crees que podría tener unas palabras contigo antes de clase? —preguntó, ladeando la cabeza hacia un lado viéndose divina. Tragué con fuerza y asentí preguntándome de qué iba esto—. Bien. Ven a mi despacho conmigo. —Asintió hacia el pasillo, así que me despedí con la mano de Kate, prometiendo verla a la hora del almuerzo y seguí a Natasha por el pasillo. Intenté no mirar su trasero mientras caminábamos, pero fallé en mi tarea miserablemente.

Cuando llegamos, abrió la puerta e inmediatamente se fue a su escritorio, hurgando en la pequeña bolsa que llevaba con ella. Solo la observé con curiosidad preguntándome si me iba a preguntar sobre mi cita del sábado. No podía pensar en otra razón para que quisiera hablar conmigo. Había ido bien durante toda la semana sacando en mi proyecto una A por primera vez en cálculo por la presentación que Mónica hizo el viernes, así que no podía querer sermonearme sobre eso.

Se giró y me sonrió. Intenté desesperadamente no devolverle la sonrisa, pero era tan difícil no sonreírle a la idiota.

—¿Has oído que Daniel Masters va a dar un concierto el mes que viene? —preguntó, mirándome con curiosidad mientras se sentaba en el borde de la mesa.

Asentí. —Sí, lo escuché en la radio el domingo. —Suspiré con tristeza pensando en ello de nuevo.

—¿No conseguiste entradas? —dijo con una socarrona sonrisa en su cara cuando me lo preguntó.

Negué con la cabeza tristemente y dejé que mis hombros cayeran derrotados.

—No, agotadas. Intentamos ganar alguna de la radio porque es un concierto exclusivo, pero no lo conseguimos.

Asintió, mordiéndose el labio inferior, mirándome divertida por algo. —¿Qué pasa con el chico que te gusta? Quiero decir, su música es horrible.

Puse los ojos en blanco. —Sí, Tasha, recuerdo que no te gusta. Hay alguna razón para haberme arrastrado aquí lejos de mis amigos o... —dejé la frase en el aire, cruzando mis brazos sobre el pecho. Ya estaba molesta, por lo que ella necesitaba parar de ser sinuosa.

Se rio y sacudió la cabeza. —Toma. —Sostuvo un sobre hacia mí, sus ojos brillaban con diversión.

—¿Qué es eso? —pregunté, frunciendo el ceño hacia el sobre mientras lo tomaba de su mano.

Cuando el verano termina  (Adaptación Wandanat)Where stories live. Discover now