Cuando el verano termina (Adaptación Wandanat)

CAPÍTULO 23

Me fue difícil conciliar el sueño esa noche. Solo pensaba en lo cerca que sus labios habían estado de los míos, en cómo su boca se había inclinado en esa pequeña y sexy sonrisa que parecía ser solo para mí. Nunca la había visto sonreír así para nadie más.

Eso significaba algo, ¿no es cierto? Durante el trascurso de mi noche de insomnio me convencí de que, de alguna manera, eso significaba algo. Ella sentía algo más que simple atracción sexual. Tenía que ser así.

Decidí seguir adelante con la decisión que había tomado el fin de semana, peores cosas ocurren cada minuto de cada día alrededor del mundo y esto no debería preocuparme más. Al mismo tiempo decidí que necesitaba intentarlo y trabajar en ello. Si ella sentía algo por mí, valía la pena.

Necesitaba hablar con ella y ver exactamente que estaba ocurriendo en esa cabeza tan sexy. Si ella me decía que sólo era atracción sexual entonces la dejaría y seguiría adelante, si quería más que eso, tendríamos que trabajar la situación. Me rehusé a seguir confundida.

Ella necesitaba admitirlo o alejarse. Eso era todo. Sabía que no podría dejar de pensar en ella de la noche a la mañana, pero si no me quería, haría todo lo posible por olvidarla.

A la mañana siguiente, después de la desvelada y de sopesar mis opciones, me sentía horrible y me veía peor. Ninguna cantidad de corrector iba a cubrir las ojeras, así que no me molesté en disimularlas. Me puse la primera ropa que vi en el armario y bajé las escaleras para esperar a Pietro.

Cuando oí su claxon caminé lentamente al automóvil. Sabía que me torturaría con el tema de Tasha, lo hacía todas las mañanas. Contuve la respiración mientras subía al auto, pero fue inevitable. Durante los quince minutos que duró el trayecto me leyó la cartilla una y otra vez acerca de salir con otra persona.

Insistía en que la ideal era Agatha Harkness, aparentemente había escuchado que yo le gustaba y quería invitarme a salir. Hasta sugirió que volviese a acostarme con Kate en un intento de sacarme de la mente a mi ex: esas fueron sus palabras exactas. Solo sonreí y asentí, no quería más confrontaciones sobre el tema. No podía tomar una decisión firme hasta que no hablara con Natasha.

Cuando llegamos a la escuela, inventé la excusa de que iba a la oficina, pero en vez de eso, me dirigí a su aula de clases. Ya está. De una vez por todas voy a averiguar qué quiso decir ayer. Solo tenía una oportunidad, una sola oportunidad. Si ella me quería, lo tendría que admitir.

A pesar de estar caminando en dirección a su aula de clases comencé a dudar de mi misma. ¿Qué veía Natasha en una chica como yo? Natasha es impresionante, divertida, inteligente, cariñosa y cuando estuvimos juntas era la mejor novia. ¿Qué diablos tenía yo para mantenerla interesada? Nada, esa es la respuesta. No soy suficientemente buena para ella. Voy a parecer una completa idiota haciendo esto, como una tonta colegiala enamorada de su maestra. Woow, ¡apesto! Quería dejar de caminar pero mis estúpidas piernas seguían, paso tras paso, por su propia voluntad.

Me detuve frente a su aula y tomé una respiración profunda tratando de calmar mis nervios, de tener el coraje para continuar con este plan tan tonto. ¡Se valiente Wanda! Justo cuando estaba a punto de entrar, oí una carcajada. Me detuve en seco y miré a escondidas a la señorita Danvers, la maestra de teatro, de pie muy cerca de Tasha. Estaba riendo y acomodando su cabello sobre el hombro mientras le sonreía seductoramente. No podía ver qué estaba haciendo ella porque estaba de espaldas a mí, pero no tenía ninguna duda de que disfrutaba de la atención.

La señorita Danvers era preciosa y muy joven para ser maestra; tendría 26 años, más o menos. La mayoría de los chicos de la escuela estaban encaprichados con ella y no podía culparlos. Ella era alta, de figura atlética, largo cabello rubio, ojos color avellana y unos pechos más grandes que el promedio que no le importaba enseñar, con sus reveladoras y provocativas camisas.