Era la época dorada de los negocios Internacionales en Corea del Sur, su mejor versión donde grandes empresarios viajaban y conocían nuevas culturas y formas de vida. Sim embargo, todo aquello llevaba molestia y angustia a los Alfistas empoderados...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Un joven de cabellos azabaches ligeramente largos, ya que cubrían sus orejas, miraba sus manos entrelazadas sobre su vientre. Sus dedos delgados y largos estaban maltratados, llenos de arañazos y golpes; con uñas rotas y cayos amarillos; el quemazón en el dorso de su mano izquierda envuelto en viejas telas cubiertas de áloe. Arrugando su nariz trató de levantar sus gafas sobre esta y alzó de nuevo su vista cuando dos bolsas fueron tendidas hacia él.
-Gracias. -Hizo una reverencia y se agachó a recoger el resto de las compras que había hecho ese día en el mercadillo.
Su cuerpo comenzó a resentirse a los pocos pasos, el peso de tantas bolsas no ayudaban en la recuperación de sus heridas causadas la noche anterior.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El joven adolescente estaba fregando la vajilla gastada en la cena, a par que dejaba listo el desayuno y planchaba la ropa para el día siguiente de sus hermanos y su padre. Risas se escucharon a su espalda y por inercia se encogió en su lugar.
-JungKook. -Le llamó uno de sus hermanos mayores. -¿Planchaste mi camisa negra? -El pelinegro negó débilmente con su cabeza sin verlo a los ojos. -¿Por qué no? -El tono de voz en su hermano ya había cambiado a uno demandante y molesto.
-Pensé que como está haciendo mucho sol últimamente sería más cómodo llevar la camisa blanca Hyung. -Susurró retirando un mechón de su cabello tras su oreja izquierda.
-¿Y tú para que coño piensas? -Rebatió su hermano.
-¿Acaso él piensa? -Añadió otro de sus hermanos.
-No le pidas tanto, es Beta y no puede dar tanto de sí. -Se burló otro haciendo a todos, sus seis hermanos, reirse de él.
Porque sí, JungKook era un Beta, ese lobo defectuoso que la luna mandaba como regaño y maldición a las familias; ese lobo que nadie cuidaba, quería y solo traía desgracias. Así que, el pobre joven conocedor de ello, solo pudo volver a bajar la cabeza y esperar más insultos.
Mas el sonido repentino se la puerta de su hogar, siendo cerrada de golpe y con furia, le indicó que de nuevo esa noche no solo recibiría malas palabras y miradas. Su padre apareció en la cocina todo rojo en cólera y directamente, sin saludos ni preámbulos, golpeó el rostro del Beta hasta hacerlo girar y tener que sostenerse del mueble donde planchaba la ropa para evitar caer el suelo.
