Era la época dorada de los negocios Internacionales en Corea del Sur, su mejor versión donde grandes empresarios viajaban y conocían nuevas culturas y formas de vida. Sim embargo, todo aquello llevaba molestia y angustia a los Alfistas empoderados...
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Jeon JungKook tenía a un lobo grande, de ojos rojos, dominante y de pelaje rubio ante sus ojos.
Ese claro Alfa le miraba fijo a sus ojos y le mostraba su pecho con orgullo, admiración y respeto. Ese animal intimidante y autoritario restregó su cabeza como un tierno cachorrito contra sus manos y pecho buscando caricias que fueron concedidas.
Recuerdos, que no eran suyos, llegando como ráfagas que fueron una sobrecarga pero que parecieran pertenecer a él desde ese momento.
"Papá, cuando conozca a mi destinado será alguien inteligente y muy interesante." Un pequeño rubio de seis años lo decía con gran convicción.
"Hoseok, mi destinado debe andar por ahí esperándome igual que yo lo hago por él." Un adolescente de quince años le hablaba a un delgado Alfa de su misma edad.
"SeokJin, deseo demasiado que mi destinado sepa cocinar bizcochos. Sería el Alfa más feliz del mundo si él me cuidara como a un niño pequeño aún si ya no lo soy. " Un joven de unos veinte años le hablaba a un Omega adulto con una sonrisa boba.
"Debes comer. ¿Te gusta leer? Cariño, ven aquí. Gracias Kookie. Amor." Park Jimin le hablaba a él, a Jeon JungKook.
Su mente se vació, un nuevo claro blanco del limbo le mostró una nueva compañía que no era la del lobo Alfa de pelaje claro. Ahora había un lobo más pequeño, de cabello castaño y ojos brillantes en azul que literalmente corrió hacia él hasta hacerlo caer mientras llenaba si cara de lamidas a modo de besos tiernos.
Recuerdos, que no eran suyos, llegando como ráfagas que fueron una sobrecarga pero que parecieran pertenecer a él desde ese momento.
"Jennie Noona, ¿mi destinado sabrá darme abrazos y besitos como a mí me gustan?" Un pequeño niño castaño de unos ocho años lo preguntaba con una gran sornisa ilusionada.
"YoonGi Hyung, no pienso tolerar que nadie me infravalore. Yo merezco respeto y ser tratado con valores; mi destinado será el único que sepa hacerlo." Un adolescente de unos dieciocho años lo decía tan convencido a ese Alfa que sus ojos mostraba determinación innata.
"Papi, no quiero casarme con el hijo de los Park. Quiero encontrar a mi destinado y que me ame incondicionalmente, quiero ser la prioridad de alguien por una vez en mi vida y formar una familia." -Un joven de veinte años hablaba a alguien que lo contenía entre sus brazos mientras lloraba.
"Déjame curarte la mano. Eres muy fuerte. Gracias Kookie. Kookie es el lobito más lindo de todos. Cosita preciosa." Kim TaeHyung le hablaba a él, a Jeon JungKook.
El aroma nunca creado ni expuesto, esa gracia y regalo que entregaba la madre Luna a quien ella creía dignos de una reencarnación o un doblaje de almas cuando sentía y era testigo del amor más puro y real demostrado con gestos simples, palabras sinceras y colisiones de almas gemelas; fue entregado a Jeon JungKook. El primer Beta de la historia que profesó un aroma personal y característico, siendo este el llano y sencillo aroma casi imperceptible, ni dulce ni amargo, ni suave ni picante... La tinta de escritura a pluma líquida, negra, desbordante y de sequía tardía reinado en esa habitación donde tres Alfas habían sido unidas de forma irremediable y añorada.
