Era la época dorada de los negocios Internacionales en Corea del Sur, su mejor versión donde grandes empresarios viajaban y conocían nuevas culturas y formas de vida. Sim embargo, todo aquello llevaba molestia y angustia a los Alfistas empoderados...
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No fue necesario alzar la vista, dirigirla a las supuestas personas que nos deberían amar incondicionalmente, para identificar el pequeño click que sonó a través de la habitación. La madre de Jimin seguía en el suelo, la de TaeHyung se desangraba aún si su corazón ya no latía, el señor Kim BangChan gruñía bajo sosteniendo a la señora Park Rosé por su tobillo tratando de evitar que se moviera cerca del trío destinado; pero el señor Park SeongHwa les apuntaba sin miramientos con un arma alzada con decisión.
-Lo siento, pero no puedo permitir que destrocéis todo por lo que he luchado de este modo. -Sus ojos inyectados en sangre, furiosos y sin contemplaciones, miraban fijo a JungKook. -No por él.
El sonido brutal y que retumbó toda la casa de una bala siendo disparada impactó sobre todos. JungKook apretó sus ojos con fuerza, esperando el impacto y el dolor atroz que nunca llegó. Al abrir sus ojos pudo observar como el cuerpo de sus ser amado caía ante él con un grito mudo.
-¡TaeHyung! -Exclamó dejándose caer junto a su cuerpo. El Omega había sido rápido, moviéndose hasta colocarse en el trayecto de la bala y siendo el que recibió el regalo de muerte de su padre.
JungKook lo sostuvo contra su pecho, buscando la herida bajo el gran manto de sangre que comenzó a cubrir su camisa blanca de encaje. Su vientre hinchado moviéndose con furia y su pecho latiendo de forma exagerada. La bala había dado de lleno en uno de sus pulmones haciéndole soltar alaridos de dolor.
Jimin caminó directo hacia su padre, no había misericordia ni muestras ocultas del amor que tenía por su progenitor. En su mirar brillaba la furia irracional de su lobo que pretendía degollarlo con sus caninos. Su boca se abrió para mandarle detenerse, para simplemente gruñir dominante y sobreponer su poder. Su padre, SeongHwa, al ser consciente del poder innata de su hijo y que él mismo deseo tener pero que se le había escapado de las manos, apretó de nuevo el gatillo disparando a su propia sangre y herencia en la tierra.
-¡Jimin! -Gritó JungKook cuando su Alfa perdió ligeramente el equilibrio al ser su hombro golpeado por la bala. Jimin gruñó tan animal que su padre no atinó al siguiente disparo cuando este se lanzó sobre él.
Los cuerpos de los Alfas Park rodaron por el suelo, en una lucha de poder por obtener el arma y acabar con la vida del otro. Jimin obtuvo la posición sobre el cuerpo del mayor y clavó sus garras en las manos de este haciéndolo gritar a la par que sus colmillos rompían su tráquea y la sangre de su progenitor invadía su boca. Un nuevo y último disparo elevó el cuerpo de Jimin desde su abdomen. Sí, su padre había muerto en sus manos, pero el arma del mayor había dado un tiro certero una última vez antes de morir su portador.
El cuerpo completo de JungKook temblaba, no podía escoger sus acciones, solo funcionaba por instinto. Gateó hasta tomar a Jimin y llevarlo a rastras hacia TaeHyung, la sangre de ambos encharcando el suelo y mezclándose bajo sus cuerpos. Las manos dañadas por el trabajo o las quemaduras del menor tocaron los cuerpos ajenos sin saber qué debía hacer.
