Era la época dorada de los negocios Internacionales en Corea del Sur, su mejor versión donde grandes empresarios viajaban y conocían nuevas culturas y formas de vida. Sim embargo, todo aquello llevaba molestia y angustia a los Alfistas empoderados...
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JungKook al fin tomó asiento solo, después de un día largo y demasiado cargado de emociones extrañas a la par de actos descompensados para su mente aún aturdida. El pobre Beta tan solo se había dejado llevar. Se dejó hacer por Jimin, que lo obligó a sentarse con ellos en la mesa principal para comer estando así frente a TaeHyung y junto a él en esa larga y exagerada mesa de comedor. Se dejó guiar por TaeHyung esa tarde hacia el gran árbol repleto de flores de anís en sus bajos para ser su compañía mientras pintaba y el Alfa trabajaba en su despacho. Y de nuevo había sido "obligado" a cenar en compañía de ambos y por ambos.
Si bien es cierto que no hubieron más besos, si caricias sutiles, pedidas silenciosas de que se mantuviera al lado muy cercano de ellos y conversaciones más relajadas en las que los mayores le hablaban con apodos cariñosos o preguntaban por sus gustos. Sentado ahora, a solas, en el despacho de su Alfa y rodeado de libros es que pudo soltar todo el aire acumulado en sus pulmones.
-Mi Alfa. -Murmuró para sí mismo recordando lo bello en las duras facciones de Jimin, esos gestos serios que se relajaban mostrando una encantadora sonrisa cuando se dirigía a él o TaeHyung. -Mi Omega. -Siguió recordando lo bonito y delicado que era este, lo alegre que hacía estar a su corazón tanto humano como lobo.
Ante él, a un lado del gran escritorio, Jimin había dejado el libro que estuvo ojeando la pasada noche, sobre él su libreta y sobre esta sus gafas de lectura. Tomó todo y colocándose sus gafas abrió su libreta. Con mano temblorosa, pero caligrafía a cada letra más recta y segura, escribió:
"Los Betas sí tiene destinados. Viven para amar a un Omega y un Alfa en igualdad de condiciones, a la vez, de la forma más pura existente."
Porque así se sentía, era consiente en la soledad que ahora le embriagaba. No era gratitud por sus buenos gestos, no era dependencia, tampoco obligación o deseo carnal; lo que sentía por ellos era como una masa de luz que florecía desde el pecho de su animal y llegaba al suyo propio. Su corazón parecía estar repleto de curitas que habían puesto los mayores y se cicatrizaba a un ritmo abrasador con cada minuto pasado a su lado.
-Kookie, bebé. -Le llamó TaeHyung desde el umbral de la puerta. -Vamos a la cama. -El menor se puso en pie e hizo una reverencia a ambos mayores.
-Buenas noches. -TaeHyung arrugó sus labios en un adorable puchero, Jimin sonrió con burla.
-Tú vienes con nosotros pequeño bobo. -Dijo con tonos cariñosos, JungKook nunca pensó que un "insulto" podría resultar dulce.
-¿A su cama? -Preguntó incrédulo, ambos asintieron. -Pero ustedes están casados. -Repuso tímido.
-Y ojalá pudiéramos casarnos contigo también, firmaría los papeles ya mismo. -Dijo el Alfa tendiéndole la mano en la distancia, el Beta dio cortos pasos hasta llegar a ellos y tomar la mano de Jimin. TaeHyung se abrazó a su torso mientras caminaban por el pasillo. -Puede que nosotros estemos casados, pero tú formas parte de este matrimonio. ¿Está bien?
