19| Sinceros

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"Sinceros"
Narrador| Blaise

—¿Seguro qué puedes subir así?—la voz de Hashley llegó a mis oídos, y asentí, viendo como todos me miraban preocupados desde la sala.

—Hay mantas en el armario, ¿quieres que suba a buscarlas?—Cassandra se acercó a Gray, y él negó, aún ayudándome a sostenerme.

—Las buscaré, gracias—aseguró, y yo, sosteniendo aún su mano, subí las escaleras.

Tengo frío, demasiado frío de hecho.

—Es allí—Gray señaló la habitación en el segundo piso. Entramos, y mientras yo cerraba la puerta, él dejaba sobre la cama la ropa de cambio—¿necesitas ayuda?—inquirió, y negué con mi cabeza.

Sigo mareado, pero puedo hacerlo solo.

Desabroché mi camisa después de haber bajado mis pantalones, caminando hasta la cama para tomar la ropa seca. Me volteé unos segundos, viendo a Gray del otro lado de la cama, haciendo lo mismo.

Estaba de espaldas a mi, y en cuanto sus manos tomaron el borde de su camisa mojada, la deslizó, provocando que esta cayera el suelo y su piel quedara al descubierto.

Mi vista cayó sobre su marcada espalda, y me mantuve en silencio a pesar de las altas ganas que tenía de preguntarle algo.

Las marcas de lo que parecían ser azotes aún se veían en su piel, al igual que algunos golpes y cortes a lo largo de su espalda. Mi labio inferior tembló, aún analizando y recorriendo cada rincón de su cuerpo lastimado.

No lo soporte más, le di la espalda antes de que sintiera mi mirada sobre él, y dejé que la primera lágrima cayera.

Me puse la ropa seca, intentando durante estos minutos silenciar mi llanto. Pero dolía.

Me quemaba por dentro el recordar la imagen de su espalda, de su ojo, y de sus cicatrices.

Todo por mi culpa.

Todo por ser un cobarde.

Llevé una de mis manos a mi pecho adolorido, intentando detener mi llanto para que Gray no lo notara cuando me viese a la cara, pero entonces, sentí unos brazos rodear mi cuerpo, apegando mi espalda a un cálido pecho.

—¿Sigues asustado?—un grave susurro cerca de mi oído hizo que me estremeciera, y tragando grueso mientras limpiaba mis lágrimas, negué con mi cabeza.

—Estoy bien.

—No lo estás.

—Tampoco tú.

—Pero yo pregunté primero—respondió, y suspiré rendido, recargando mi espalda sobre su pecho mientras lo sentía sujetar de mi cintura con más fuerza—ven, necesitas descansar un poco.

—Gray...

—¿Mjm?

—Tú...—me volteé, viéndolo acomodar las mantas de la cama, y entonces, me detuve, pensando en si debería o no preguntarle.

—¿Quieres quitar esa cara de idiota y venir a acostarte acá?

—¿No te pondrás camisa?—pregunté, sentándome en el borde de la cama antes de que su mano tomara fuertemente de mi muñeca, jalándome para que terminara de recostarme.

—¿Quieres que me ponga una?—inquirió, a punto de levantarse, sin embargo, lo detuve, negando frenéticamente.

—No, no, así me gusta.

—¿Ah si?—cuestionó burlesco. Una ladina sonrisa se plasmó en sus labios y mi pulso se aceleró al instante.

—Es decir...—carraspeé, desviando mi vista al escuchar una casi imperceptible risa—me refiero a...

Faceless Revenge ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora