22| Decisión

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"Decisión"
Narrador| Blaise

Me detuve frente a la puerta.

¿Qué iba a decirles?

¿Cómo iba a decirles?

Tragué, tenía miedo. Realmente no quiero mencionar algo que pueda dañar a los demás, pero, ¿es correcto quedarme callado?

Amaya se sentiría culpable.

Y si los chicos llegaran a odiarla por eso, jamás podría perdonarme haberles contado.

Suspiré, mi mano temblorosa se posó sobre la puerta, dando tres golpes y esperando a que alguien abriera.

Clara abrió la puerta, sonriéndome levemente antes de hacerse a un lado para dejarme entrar.

—¿Estás bien?—preguntó, y yo asentí, evitando soltar alguna palabra. Al entrar a la sala, los vi a todos sentados sobre la alfombra, alrededor de la pequeña mesa de centro, aún conversando y formando un plan. Avancé aterrado, intentando organizar mis pensamientos antes de confesar lo que había descubierto, sin embargo, antes de que lograra articular una frase, mi vista cayó en uno de los extremos de la mesa.

Amaya sentada entre las piernas de Black, ambos parecían lograr tranquilizarse el uno al otro, y de solo observar la forma en la que se miraban de vez en cuando, supe que yo no sería capaz de decir la verdad.

—Blaise, ¿todo en orden?—la voz de Amaya me exaltó, y no logré responder con palabras. Asentí una vez más con mi cabeza, guardando el nerviosismo que comenzaba a ahogarme. Contuve mis respiraciones agitadas hasta que la mirada de los demás volvió a los papeles en la mesa, y cuando noté que nadie me observaba, dejé salir el suspiro que estaba aguantando.

¿Por qué siempre soy yo el que debe guardar secretos?

Si no digo nada, es un error.

Pero si lo digo, también lo es.

Mis ojos comenzaron a arder, sin embargo, me niego a dejar salir una lágrima estando a la vista de todos los demás. Mordí mi labio inferior y miré el suelo, ocultando mis respiraciones desenfrenadas.

Necesito aire, necesito respirar adecuadamente, pero no puedo tranquilizarme, tampoco puedo salir sin decir nada, todos irían a preguntarme y eso sería mucho peor, pero entonces, un sollozo escapó, y cubrí mi boca tan rápido como pude, alzando mi vista ligeramente para asegurarme de que nadie me estaba prestando atención. Retrocedí un paso, sintiendo las lágrimas acumularse.

Comencé a desesperarme.

Van a verme, y si me preguntan algo, realmente no sabré qué responderles, porque ni siquiera yo sé que es lo que debo confesarlos y que no.

—¿Blaise, no vienes a sentarte?—la voz de Lea me alertó, pero antes de que sus miradas subieran para observarme, alguien se interpuso, poniéndose delante de mi y tomando de mis hombros para llevarme hasta la salida.

Escuché la puerta cerrarse cuando al fin estaba afuera, y pude tomar un respiro más profundo.

—¿Estás bien?—mi mirada subió, encontrándose con el rostro de la única persona que parecía haber notado mi desesperación.

Black.

—Sí—contesté, pasando el dorso de mi mano por mi rostro, en un intento de secar las lágrimas antes de que estas se deslizaran por mis mejillas.

Faceless Revenge ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora