🥂| Especial Año Nuevo

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La mansión era un desastre.

La familia Dagger no parecía ser realmente buena organizándose. Los más pequeños del hogar, Damon y Rose, corrían de su madre para escapar del peor enemigo de ambos.

La peineta.

Mientras tanto, los demás terminaban de arreglarse.

—¿Me ayudas? —Amaya se dio la vuelta, y Black deslizó su vista por su figura antes de acercarse hacia ella. Las manos de él tomaron suavemente de su cintura, y Amaya rio ligeramente—, ¿me ayudarás o no?

—Estaba haciendo un testeo de calidad —se excusó, deslizando lentamente una de sus manos hasta el cierre de aquel vestido.

—Haces muchos test de calidad últimamente.

—Es mi parte favorita de mi trabajo —Black siguió la broma de su novia, y entonces, aquel cierre no siguió subiendo. Amaya se dio cuenta al instante y el pelinegro comenzó a pensar en soluciones antes de que ella entrara en pánico.

—¿No sube? No puede ser, es mi única opción para esta noche —soltó ella, bastante agobiada. Black llevó ambas manos a los hombros de la pelinegra, intentando masajearlos suavemente para calmar sus nervios.

—Tranquila, tenemos dos horas más antes de empezar a preparar la cena —susurró él, pero Amaya ya se había desesperado.

—No tengo nada más —interrumpió ella, suspirando rendida—. Me lo probé hace un par de semanas y me quedaba bien.

—Se te ve bien ahora, preciosa —Black paseó sus manos por los brazos de Amaya, acariciando para bajar sus nervios—, pero te quedará incómodo con el cierre así.

—Subí de peso, ¿verdad?

—Preciosa, eso no...

—No —Amaya lo detuvo y se miró detenidamente en el espejo—. Subí de peso, ya lo sé.

—Deja de preocuparte de eso —murmuró Black, abrazándola por la espalda y dejando que ella relaja su cuerpo.

—Es que es tan estresante —Amaya se quejó, sus respiraciones se habían agitado ligeramente y Black se preocupó al instante, dándole la vuelta para acariciar su cabello mientras ella escondía su rostro sobre el pecho de su novio.

—Respira —Black siguió con sus caricias sobre la espalda de la pelinegra, asegurándose de traerla de vuelta a la calma.

—Me siento tan estúpida —Amaya bufó, y mordió su labio inferior tembloroso. Su respiración ya había perdido el control, y en cuanto Black escuchó el primer sollozo, la abrazó con más fuerza—, soy una inmadura por llorar por un maldito vestido.

—Es más que el vestido, Bee, y lo sabes —el pelinegro la alejó suavemente para lograr tomar de sus mejillas—, volviste a odiar la forma en la que te ves.

—Es que... —sus palabras se entrecortaron, y bajó su vista cristalizada. Black tomó de su mentón, obligándola a fijar su mirada en él—. Es que no me gusta nada de mi ropa, y me di cuenta que el problema es mi cuerpo.

—El problema, Bee, es que no ves lo hermosa que eres —corrigió él, empujándola suavemente para sentarla en el borde de la cama. Él se arrodilló en frente, tomando de sus manos temblorosas—. No te preocupes del vestido, me encargaré de ese problema.

—¿Cómo?

—Dije que no te preocupes —repitió él, suavemente. Amaya hizo un intento de mostrar una sonrisa, haciendo un esfuerzo por calmar sus respiraciones—. Ahora cuenta para mí, ¿si?

Black dejó que Amaya tomara de su mano, contando uno a uno sus dedos repetidas veces, mientras que su mano libre se posaba sobre el pecho de su novia, ayudándola a dirigir sus respiraciones.

Faceless Revenge ©Where stories live. Discover now