42| Te quiero, demonio

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"Te quiero, demonio"
Narrador| Amaya

Tengo miedo, pero sé que a pesar de ello, debo hacerlo.

Jax se ofreció a ir por ambos pequeños, y en cuanto vi a Lorena bajar del auto, no dejo de intentar reunir el valor para hablarle.

—Tienes que decírselo —murmuró Jax, sentado a mi lado en el sofá. Yo tragué con dificultad, asintiendo—, ¿qué te aterra tanto?

—¿Y si ella me odia por esto?

—¿Odiarte por decirle que podrá conocer a su padre?

—Odiarme por no ayudarla a que lo conozco desde antes —aclaré, mordisqueando una de mis uñas.

—Tú le dijiste que, cuando se pudiese, lo conocería, y Lori lo entendió —respondió, hablando serenamente—, no se enfadará contigo, de hecho, se pondrá muy feliz.

—¿Tú crees? —inquirí, esperanzada. Mi voz tembló, y justo ahora odio lo sensible que soy.

—Claro que sí —afirmó, pasando su brazo sobre mis hombros para acercarme a él. Agradecí aquel abrazo, conteniendo mi llanto.

No quería llorar ahora.

—Tener una hija significa siempre hacer lo posible por verla feliz —mencionó—, y es lo que haces todos los días de tu vida, Amaya. Eres una excelente madre, y estoy seguro de que Black lo hará muy bien también.

—Gracias Jax —susurré, sonriendo ligeramente.

Desde que me ofreció su ayuda, jamás me ha dejado sola, e incluso en momentos en los que creí que no podría seguir adelante, él acarreó con mis problemas también.

Estuvo allí cuando mi padre fue sentenciado a años de cárcel.

Estuvo allí cuando me enteré que sería madre.

Estuvo allí cuando me convertí en madre.

Estuvo allí en cada momento en el que no podía más, e incluso, está aquí a pesar de lo peligroso que era el problema en el que estábamos metidos con Valeria.

¿Él? Él es mi familia.

—¿Por qué? —preguntó confundido, bajando su vista para lograr mirarme a la cara.

—Por todo —contesté, percibiendo una pequeña sonrisa en su rostro.

Me duele saber que una persona como Jax lo dió todo por su hija, y ella solo lo abandonó, yéndose con su pareja a quien sabe donde.

Después de ello, la última noticia que Jax recibió, es que el cuerpo de ella fue encontrado sin vida en la habitación de un departamento.

Han pasado años, y aún así, Jax sigue sintiéndose insuficiente, y sigue creyendo que pudo haber hecho más por ella.

—No tienes nada que agradecerme —dijo, y yo me separé, negando con mi cabeza divertida. Él nunca aceptaba mis gracias—, por cierto...

—¿Si?

—Quería mostrarte esto —mencionó, levantándose un poco del sofá para sacar algo de su bolsillo trasero. Sacó unos papeles, y luego, de su bolsillo delantero, un bolígrafo.

Tomé los papeles, leyendo el título de la primera hoja.

"Trámites de adopción"

Mis manos temblaron al instante. Y mi vista viajó en un segundo hacia Jax.

¿Es una broma o...?

Faceless Revenge ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora