✨3. NUEVOS HORIZONTES: 3. IV Entre dos mundos

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Marciano miraba aquella letra elegantemente cursiva ¡La misiva de Benigna por fin había llegado! Las cartas encontradas semanas atrás en el baúl le permitieron reconocer a su remitente antes de proceder a su lectura. Las nuevas estaban entre sus manos y esperaba que fueran buenas. Exhaló con profundidad mientras un alud de recuerdos de su cuñada se apelotonaban en su cabeza: Su sonrisa, el olor de sus pasteles, su pelo casi azabache, su expresión ilusionada... su cuerpo a la luz de la vela.

Marciano apartó abruptamente ese último pensamiento de su cabeza. En su propio juicio moral ya se había autoproclamado culpable.

—Eres un Maldito pervertido—sentenció mentalmente.

Miró el sobre casi con veneración y lo abrió con premura. Su corazón latía implacable a golpe de tambor de galera. Leyó con avidez las noticias. Eran, sin lugar a dudas, esperanzadoras en cuanto a la casa y la barbería, pero no se había encontrado todavía una solución para Pilar.

A Marciano tampoco le había ido mucho mejor. Ya estaba al tanto por Don Pablo de las infructuosas negociaciones entre él y Doña Raimunda. También sabía que, su padre cansado de darse de cabezazos contra ese muro, había recurrido a su hermana. La tía Salvadora y ella había aceptado a quedarse provisionalmente a cargo de Pilar, ya que su situación económica tras su reciente viudedad tampoco era demasiado desahogada. Además, la lectura de la carta parecía indicar que Pilar necesitaría además de una instrucción, que obviamente, no podría ser sufragada por su tía.

—Estaría dispuesto a... Sí. ¿Por qué no?—aquellos diálogos mentales que los humanos tenían consigo mismos eran realmente insólitos. Sobre todo, los que como aquel, tenían lugar frente a un espejo que parecía devolver respuesta.

—Al fin y al cabo, ya había renunciado a ella de palabra al casarme con Micaela—pensó para sí Marciano—. Pediré a padre que ella sea la beneficiaria de la herencia familiar.

Marciano se dirigió con decisión hacia el baúl donde descansaban todas las cartas de Benigna. Su intención era guardar esta nueva misiva junto con las demás y devolverlas todas juntas a su legítima dueña cuando la viera.

— Suyas son. Es de justicia que a ella regresen—Pensaba mientras extraía el manojo de epístolas de su escondrijo.

Con ellas entre sus manos de nuevo, vi la oportunidad perfecta para actuar. Decidí emplear toda mi concentración para persuadir a Marciano. Necesitaba cualquier información que pudiera obtener sobre Benigna o sobre su dolencia. Me dispuse a minimizar primero esa culpabilidad latente desde que sus recuerdos la invocaron. Cuando veo que, sin pensarlo dos veces, extrae una carta:

Neguri Agosto 1913

¡Mi querida hermana, Micaela! Cuánto siento que tengas que estar pasando por esto:

Me gustaría que el mundo fuera diferente, un mundo más comprensivo y humano en el que el dinero o la situación social no fuera excluyente ni limitase el amor. Pero desgraciadamente, mi mundo tampoco es así. Hay personas que viajan en primera y otras que lo hacemos en segunda. Basta con montar en el tren para que un billete te lo recuerde. En mi caso, cada rincón de la casa en la que vivo se encarga de no dejar que olvide " mi sitio". Podría decirse, que tenerlo bien presente es una más de entre mis obligaciones. Más cuando , en estos momentos, ya que - siéntate antes de leer esto - El Rey, D. Alfonso, ha aceptado la invitación de mi patrón y ahora mismo se encuentra alojado en la mansión de Arriluce. ¿Te lo imaginas? ¿El Rey degustando los platos que cocina tu hermanita? ¡Por supuesto que sí! Con tu talento para el drama podrías imaginarte cualquier cosa. Por eso, la carga de trabajo es enorme y tenemos la cocina echando humo en todos los sentidos posibles.

Sin embargo, es gris. (En edición)Where stories live. Discover now