✨8: MÁS ALLÁ DE LA REALIDAD: 8.2. La visita de Pilar

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Pilar había insistido tanto en ir a visitar a Benigna que Marciano se sintió en la obligación de ir en su busca aun a costa de perder algunos días de clases.

Desde el asiento del curtido autocar, que unía la capital Alavesa con la Vizcaína, Marciano observaba de soslayo las furtivas miradas que un joven dedicaba a Pilar. Con cierta estupefacción, y altas dosis de incomodidad, podía ver también sonreír a su inconsciente hija. De nuevo, se sintió satisfecho con su decisión de ir en su busca e impedir que viajara sola.

—Padre, no hacía falta que usted viniera a buscarme—insistió Pilar, una vez más.

—Quería venir—dijo con sencillez encogiéndose de hombros. No tenía intención alguna de adentrarse de nuevo en otra charla de esas características con ella. Volver a mancharse en las cenagosas aguas del concepto de niñez con una cría que se empeñaba en ser adulta solo empeoraría su precario estado de ánimo.

El ronroneo del autobús iba meciéndolos. Las sinuosas y caprichosas curvas empujándolos a uno y otro lado a merced de los designios del puerto de montaña que estaban ascendiendo. Entretanto, Marciano se preguntaba cuándo habían aparecido las que ahora lucía el cuerpo redondeado de su pequeña, que como el gas se empeñaba en expandirse hacia los límites de un vestido que él mismo había comprado. A regañadientes, tenía que admitir que Benigna no estaba pasando por un momento de enajenación mental al negarse a buscar una casa en la que Pilar pudiera prestar servicio. Si bien, no era ese el principal motivo de su enfado, sino la unilateralidad de su decisión.

Pilar se mantenía ocupada como podía. Cuando su estómago se lo permitía leía. Cuando no, miraba por la ventana parándose en su trayecto en el chico veinteañero de ojos claros de su diestra.

Marciano también había buscado su propia forma de enfrentarse al tedio. Intentar someter a su hija a todo un tercer grado: Primero, sobre su situación en casa de Salvadora. Luego a su relación con su primo . Más tarde a extraer todo tipo de información sobre su formación como secretaria. Harta del interrogatorio Pilar se quejó obligando a su padre a refugiarse en la somnolencia provocada por el rítmico traqueteo.

Su vigilia nos transportó a un hipotético presente en el que Pilar era parte del servicio personal de aquel elegante hombre que viaja a su lado. Ahora, era bastante más apuesto. Su pelo castaño y rizado era más luminoso. Su envergadura se había ampliado como si de un pavo real se tratara. El paquete se completaba con unos llamativos ojos azul cielo, una impresionante mansión, grandes cantidades de dinero y una encantadora sonrisa que prometía diversión y picardía. Marciano podía ver ahora cómo las atenciones del galán hacia Pilar iban en aumento. Para Marciano aquel descanso se estaba transformado en pesadilla. Ahora, la inexperta muchachita se ruborizaba con cada halago pródigo. Quien, revoloteando como una incauta mosca, se dirigía a una tela de araña que había sido tejida para ella.

—Padre, ¡Padre!—llamó con insistencia Pilar mientras palmeaba con ritmo su hombro.—Estamos llegando.

La exclamación obligó al hombre a salir de aquel sueño incómodo. Miró por la ventana para comprobar que Pilar estaba en lo cierto. La gran urbe aparecía hundida y flanqueada por montañas. Como una gran boca fumadora que exhalaba columnas de humo.

—Aproximadamente en quince minutos habremos llegado a Bilbao—anunció Marciano mirando ese reloj de bolsillo que lo acompañaba a todas partes.

— ¿Cómo se encuentra la tía?preguntó recuperando la atención de su padre. A pesar del tiempo que habían pasado separados le conocía bien. Sabía que había algo que estaba enturbiando su humor y temía que fuera precisamente el estado de salud de Benigna.

Sin embargo, es gris. (En edición)Onde histórias criam vida. Descubra agora