✨3. NUEVOS HORIZONTES: 3.V No es un adiós.

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Antes de poder partir hacia Bilbao y reunirse con Benigna, Marciano tenía que poner en orden varios asuntos pendientes. El primero en su listado de tragos amargos era, sin lugar a dudas, dejar a Pilar con Salvadora y Serafín. Sabía que ambos cuidarían bien de la pequeña, pero no debería dejarla. Su responsabilidad como padre era permanecer a su lado.

Pilar, por su parte, tampoco entendía por qué ella no podía quedarse con en casa con Mercedes, Mila y Luisito y la abuela durante el viaje de Marciano a Bilbao.

—¿Padre por qué he de ir a Vitoria y quedarme con la tía Salvadora y con el primo Serafín?— preguntó inquisitivamente.

Los nervios habían invadido su estómago y la desconfianza campaba a sus anchas por todo su ser. Sobre todo ahora, que habían salido del transporte y que sus pies estaban pisando la tierra de Vitoria, la capital. Aunque, tenía fe en Marciano no podía alejar de su cabeza la certeza de que el hospicio del que vino estaba, precisamente, en esa misma ciudad. El temor y la desconfianza no eran nunca buenos aliados.

—Pilar. Esto no es un adiós. Solo un hasta luego —dijo Marciano mirando fijamente a los ojos de aquella niña que pronto dejaría de serlo.

Marciano sabía que no tenía alternativa. La única opción era que ella se quedara allí y aprendiera un oficio.

—En el colegio de Santa Cruz poco más podrás aprender. Tienes que empezar a crear un futuro—explicó con firmeza y sin dar lugar a la réplica—. En Bilbao buscan secretarias y queremos que te formes.

Había ensayado el discurso tantas veces que ahora salía por su boca con una seguridad pasmosa. Se mantuvo en silencio el tiempo suficiente para tragar saliva y reanudó su hilo argumental.

—Si vinieras con nosotros ahora y te instalaras en Bilbao tendrías que viajar diariamente a la capital—mintió, Marciano—. Primero, ir andando hasta el tren de Las Arenas. Luego tomar otro tren para acudir a la academia más cercana. Un trayecto demasiado largo para una niña como tú.

—Padre. Ya casi soy una mujer — Interrumpió Pilar molesta.

—Cierto, pero para mí, tú siempre serás una niña——. Concedió a Pilar mientras la envolvía en un abrazo afectuoso—. Esa no es la cuestión, consideramos que es preferible que estés con la tía y el primo para aprender en Vitoria y vengas cuando hayas completado tus estudios y estemos instalados. De lo contrario, es muy probable que no puedas comenzar este curso—Además, ya hemos formalizado la matrícula.

—Entonces ¿voy a aprender a escribir a máquina?—preguntó la chiquilla haciendo a un lado momentáneamente su resquemor.

—¡Por supuesto que lo harás!— exclamó Marciano con un tono alegre que no llegaba a ser secundado por sus ojos—Además, entretanto Benigna ha prometido que buscará un trabajo para ti—informó Marciano.

Cambiar la pequeña escuela de Santa Cruz, para ir a la ciudad a aprender realmente ilusionaba a Pilar. Sin apenas esfuerzo consiguió imaginarse a sí misma como atareada secretaria. Por otra parte, estar allí podría darle la oportunidad de acercarse a la inclusa y obtener algún tipo de información sobre su familia biológica. Solo ese pensamiento oprimió su pecho y aceleró su pulso. Bajó su vista para mirar su tobillo marcado. Un olor conocido me llevó de la mano al mundo de sus recuerdos:

Su cabeza voló hasta posarse en una oscura estancia con olor a tinta, naftalina, papel y a humedad. Ella se aferraba con sus pequeñas manos a la falda de Micaela mientras esta la reconfortaba entre sus brazos. Marciano, mientras tanto, tomaba asiento siguiendo las indicaciones de un ajado señor. El hombrecillo, estaba encorvado y tenía su pelo blanco pulcramente peinado con una raya a un lado. Sus cejas pobladas enmarcaban unos diminutos y cansados ojos. Lento como la caída de las hojas se aproximó a los archivos extrayendo una carpeta que, al parecer, contenía información sobre Pilar. Varios minutos pasó la pareja respondiendo a preguntas que el viejo roble hacía sobre, su salud, su carácter y su desempeño en el colegio sin que en ningún momento se dirigiera directamente a ella.

Sin embargo, es gris. (En edición)Where stories live. Discover now