"La familia es como las ramas de un árbol, crecemos en direcciones diferentes, pero las raíces siguen siendo las mismas
(Anónimo)
Benigna había retomado de forma simultánea sus dos únicas pasiones: La cocina y la escritura. De su convergencia estaba naciendo un libro de recetas terapéuticas. Al curioso almanaque iba adjuntando anotaciones con el nombre científico y el común de cada planta y un pequeño dibujo de ella o de sus hojas.
Cada ingrediente iba acompañado también de una breve descripción de sus características terapéuticas. Una descripción de su sabor y una breve acotación sobre sus efectos en su ingestión a medio largo plazo.
Como cada mañana, mientras su anciana madre preparaba la comida, ella se afanaba en cubrir de misticismo la preparación de una simple infusión.
—Zingiber officinale et Glycyrrhiza glabra. Recitó la cocinera en voz alta al incorporar los ingredientes al agua en ebullición ante los ojos preñados de desconfianza de Eustaquia.
Hacía años que usaba el regaliz por sus propiedades descongestivas, pero, hasta la fecha no lo había mezclado con el jengibre. Confiaba en que sus propiedades antitusivas no defraudaran.
La figura chupada y recta de la anciana se movió con más brío. Probablemente, con la intención de acabar sus quehaceres en la cocina lo antes posible y evitar ver a su hija practicando "su brujería". Entretanto, Benigna apartó con cuidado la preparación del fuego. Luego, tomó, cortó y comenzó a exprimir un limón. El gesto desabrido de su madre como si estuviera chupando el cítrico la divirtió. A continuación ella y su gesto abandonaron la cocina mientras se santiguaba mirando al cielo. Por fin abandonó la estancia dejando el reino de los fuegos bajo la experimentada regencia de su hija.
Benigna se levantó del asiento para colar la infusión y añadir la miel y el limón. Su aroma maridaba a la perfección con sus sentimientos y estos la condujeron a un fragmento de su pasado. Uno compartido con Águeda. Ambas estaban en la maternidad. Amamantando a sendos bebés. Ella, como nodriza, lo hacía con la leche que no había podido dar a su propio hijo que había nacido muerto.
Benigna, en cambio, se afanaba en alimentar al que tenía entre manos con aquel extraño artilugio de vidrio esterilizado y con tetina de goma. Dado que las nodrizas de la maternidad eran escasas debían recurrir a la leche de vaca desnatada facilitada por la iniciativa gota de leche.
—Águeda. No entiendo por qué nadie te contrata como nodriza. Las señoras siempre están buscando a mujeres sanas y fuertes que puedan amamantar a sus hijos y así evitar tener que estar pendientes y poder mantener su estilo de vida anterior.
—Después de lo ocurrido no—explicó refrendando lo dicho con un movimiento negativo de cabeza—. Ninguna quiere tenerme en su casa. Temen que lleve mi libertinaje a su casa y que seduzca a sus maridos mientras ellas se encuentran en pleno puerperio.
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Sin embargo, es gris. (En edición)
Historical FictionMicaela, esposa y madre de familia, decide dar a luz a su hijo aun a costa de su propia vida. Deja al cuidado de su esposo, además de al recién nacido, a otras tres hijas pequeñas. En su lecho de muerte, Micaela manifiesta su deseo de seguir junto a...