Micaela, esposa y madre de familia, decide dar a luz a su hijo aun a costa de su propia vida. Deja al cuidado de su esposo, además de al recién nacido, a otras tres hijas pequeñas. En su lecho de muerte, Micaela manifiesta su deseo de seguir junto a...
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Guadarrama 2 de enero 1919
¡Hola Micaela!:
Me gustaría poder comenzar mi carta navideña con el optimismo y la felicidad de antaño. En condiciones normales, comenzaría con un ¡felices fiestas! Seguiría con una larga explicación de los menús y una lista de las personalidades que han acudido al convite de los señores Ybarra. Máxime, ahora que D. Fernando ha recibido el honor de convertirse en Marqués de Arriluce. Sin embargo, mi enfermedad me mantiene alejada por el momento de mi único consuelo. La cocina.
La rapidez del diagnóstico ha sido vital. También todo el esfuerzo por parte del Sr. Marqués, quién ha costeado no solo todas las pruebas y tratamientos sugeridos por los especialistas, sino toda mi estancia en el sanatorio de la sierra de Guadarrama desde el que ahora te escribo esta carta. Sin duda, el clima interior me ayuda a sentirme revitalizada y fortalecida. Además, las últimas pruebas no dejan de ser alentadoras. Los médicos confían en poder detener el avance de la enfermedad.
Entretanto, las medidas de higiene que debo seguir son estrictas. Debo aprender a extremar la pulcritud para evitar cualquier posible contagio. Así como guardar reposo y, en la medida de lo posible, evitar situaciones que puedan alterar la paz de mi espíritu.Al parecer, permitirme vivir es, curiosamente, contraproducente para mi propia existencia. Si hay algo que realmente me da pavor es encontrarme postrada en una cama. A solas todo el día solo conmigo misma me siento obligada a vivir como una asceta. Todo un etcétera de aburridísimas consignas que prometen poner fin a la mayor parte de mis sueños. Porque sé, que aun cuando mi cuerpo viva, mi futuro habrá perecido.
Pero hay algo Micaela querida, que es capaz de devolverme la sonrisa. Ese respiro son, sin lugar a dudas, tus cartas. Saber de ti y de tu vida con Marciano y las niñas me hace salir de mi pequeño mundo y de mí misma. Tus noticias son lo único que consuela mis días preñados de una inactividad y una frustración que consumen mi ánimo.
¡Sé lo que piensas! Pasará ¡Ojalá tengas razón! Pero, mientras tanto, déjame vivir a través de tus letras. Préstame tu felicidad y tus desdichas para que pueda sentirlas como propias. Regálame la vista de tus ojos para que pueda apreciar la riqueza de los pequeños placeres de la única vida que me queda.
Esperando tus noticias con fervor e impaciencia
Benigna Larrión
☆゜・。。・゜゜・。。・゜★
Un relámpago helado traspasó a Marciano. Conocía demasiado bien los efectos devastadores de aquella enfermedad que, progresiva e implacable, se extendía desde los pulmones y debilitaba todo el organismo. Una afección que iba consumiendo a sus portadores día a día. Un mal que no hacía distinciones entre pobres y ricos. Igualando en la muerte tanto a Reyes como a prostitutas. Era común. Demasiado. Todos tenían por lo menos un nombre en la memoria que había fallecido por su causa. Y aunque la medicina avanzaba con titánicas aspiraciones disponía de piernas de enano.
