✨5 AQUÍ Y AHORA: 5. IV El espacio

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¿Qué era el espacio para alguien inmaterial?, ¿Para quién no se ve limitado por paredes ni regido por las leyes de la física?, ¿Qué era la vida para quien no es capaz de vivirla por sí mismo? Todas estas preguntas tenían la misma respuesta. Nada. Absolutamente nada.

Ni el tiempo eran realmente importantes para mí y, sin embargo, estaban detrás de cada una de las decisiones relevantes de las personas. Por eso, debía hacer lo posible por entender sus entresijos.

A pesar de que Benigna y Marciano habían estado más cerca que nunca, un abismo de incertidumbre se estaba levantando entre ellos.

Benigna, sentía unos remordimientos atroces. Una carcoma la estaba horadando desde sus entrañas. Durante muchos años fue capaz de permanecer estoica. Se creía fuerte y templada como buena espada de acero toledano. Una espada que se había quebrado con la más leve exposición al calor. Un arma que no se partía en el fragor de la batalla sino con la ternura de una caricia. Aquel acto inconsciente estaba echando por tierra todo por lo que habían luchado ¿Y si él enfermaba por su culpa, qué ocurriría entonces con las niñas? Sentía que la forma más segura de protegerles era evitar estar a su lado.

Marciano, no se encontraba mucho mejor. Aunque sus preocupaciones iban, por otro lado. Su culpa, era una sombra oscura que le perseguía. Había enviudado hacía poco y Benigna era su cuñada. Para colmo, ella estaba enferma. Su debilidad era un ancla que le mantenía varado al remordimiento. Con independencia de sus creencias, siempre había intentado actuar de forma moral. Sentía cómo toda su ética se tambaleaba por lo ocurrido. Justo con el único ser en este mundo que le hacía seguir teniendo fe en la humanidad. Si esto llegaba a oídos de alguien la vergüenza perseguiría a Benigna durante el resto de sus días. ¿Qué se suponía que debía hacer ahora?

Cada mañana, por separado, los dos revivían su encuentro. En ese universo alternativo que nunca llegaría a existir. En ese mundo de fantasía con el que construimos nuestros sueños. Ese lugar irreal y mágico que se va empequeñeciendo con cada anhelo perdido y con cada año ganado. Sumergirse en él era hacerlo en otro océano. En sus aguas todo discurría con otras reglas: Sin gravedad, sin tiempo y sin espacio. Un suspiro era el único paraje donde mostrarse libres y sin máscaras. Donde podrían volver a sentir sus cuerpos fundidos, moviéndose y palpitando al unísono y sin remordimientos.

A cambio, en el mundo real solo había sitio para el odio. No el uno al otro sino a sí mismos. Culpándose por no haber actuado según los más altos cánones de la rectitud y la decencia. El espacio , al parecer, no era menos caprichoso que el tiempo. Vivían más cerca que nunca, pero estaban más alejados de lo que jamás estuvieron. Todo aquello, estaba creando distancias infranqueables. El arrepentimiento estaba siendo tan devastador que cada uno creía necesitar su propia purga.

Aquella noche la soledad acompañaba a Marciano. Si la casa vacía dolía la mente llena aún más. La oscuridad llegaba acompañada de imprecaciones. Conocía la enfermedad y el riesgo. Para él ella un ser puro al que , de alguna forma, había corrompido faltando por el camino a la memoria de Micaela. La evidencia era un látigo de dos cabezas. Doblemente torturadora.

Por suerte, el alba, llegó cargada de nuevos propósitos. Marciano ya se había convencido de que debía hablar con ella y aclarar las cosas. Consideraba que debía intentar exonerarla de toda culpa. Hacerle saber que conocía toda la realidad antes de que lo suyo ocurriera y que aceptaría las consecuencias de sus actos. Pero ¿qué excusa podría usar para poder quedar con ella? Recordó el regalo que había encargado y comprado al día siguiente. Ahora, un sombrero, le parecía impersonal y poco apropiado. De repente, recordó las cartas. Se las devolvería. Esa sería sin duda, una razón de peso.

Sin embargo, es gris. (En edición)जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें