❅ 03. Ella

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Capítulo 03.

El timbre que anunciaba el fin de la jornada escolar sonó, provocando que Ilanis y Jeongin se apresuraran a guardar todas sus pertenencias y salieran juntos del salón de clases

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El timbre que anunciaba el fin de la jornada escolar sonó, provocando que Ilanis y Jeongin se apresuraran a guardar todas sus pertenencias y salieran juntos del salón de clases. Había sido un buen día. Ambos caminaban por el pasillo directo a la salida, mientras el chico aún le hablaba sobre la discusión que había tenido con Hyunjin y Jisung en el almuerzo ella solamente se dedicaba a escucharlo, sin prestarle mucha atención. Jeongin realmente se indignaba muy rápido, y al parecer, también era un poco rencoroso.

—¡Oh! —el chico se detuvo abruptamente en medio del pasillo— ¿No tienes problema con esperarme afuera? Olvide que debo entregarle su libro de literatura a Minho —informó, mientras sacaba un libro de pasta azul de su mochila.

—Claro, no te preocupes —le respondió con una sonrisa. Jeongin imitó su acción, y se limitó a irse corriendo en dirección contraria a donde se dirigían.

No sabía quién era Minho y tampoco le molestaba esperar por su amigo en la salida, así que siguió con su camino hasta las puertas del edificio. Cuando la luz del sol golpeó su rostro, la chica no hizo más que recargarse en uno de los pilares de la estructura del lugar, mientras tomaba asiento en un banco a esperar pacientemente por su amigo.

Sunghoon salió acompañado de Heeseung, Jay y Ni-ki; Planeaban ir a casa de Sunoo a practicar su nueva rutina de baile, pues, ellos conformaban al club de baile de la escuela, pero sus planes se vieron arruinados cuando el chico Park dijo que tenía entrenamiento y fisioterapia esa misma tarde. Sus amigos le habían sugerido antes el hecho de que saliera del club, pues, realmente Sunghoon no sabía cómo dividir su tiempo en la escuela, sus entrenamientos, su carrera, su vida personal y sus amigos. Por supuesto, se había rehusado a hacerlo con la excusa de que él podía con todo, pero honestamente, aveces ni siquiera sabía donde tenía la cabeza.

Después de su lesión, estaba distraído, abrumado y cansado siempre. Y sus amigos lo sabían perfectamente.

—Lo siento chicos —se disculpó una vez más, mientras suspiraba. Heeseung y Ni-ki negaron, restándole importancia al asunto.

—Ya ni siquiera eres parte del club, no te disculpes —habló Jay, mientras observaba disimuladamente a Ilanis, quien estaba a unos cuantos metros de donde se encontraban. Sus amigos le dieron una mala mirada por haber dicho eso, aunque tenía razón—. Jungwon no sabía cómo decírtelo sin que te sintieras mal, así que me tome la molestia de hacerlo por nuestro pequeño líder.

Sunghoon entreabrió su boca para decir algo, pero nada había salido de él. Una sensación de amargura se había posado en su estómago, mientras sonreía de una manera torcida. Sus amigos lo habían sacado del club de baile y ni siquiera se lo habían dicho... Aunque había querido no darle demasiada importancia, eso realmente le había entristecido un poco.

—En fin... No te sientes mal, grandote —Jay le dio un par de palmaditas en la mejilla—. Ahora podrás dedicarte de lleno a tus entrenamientos y nosotros por fin podremos tener nuestras reuniones y prácticas sin contratiempos. Todos felices y contentos, ¿no?

Odiaba a Jay. En serio lo odiaba tanto...

—Si, completamente —respondió, guardándose las ganas de golpearle la cara en ese momento.

—Bien. Ya que hemos aclarado esto, me voy... Tengo algunas cosas que hacer.

Jay se despidió de sus amigos con un choque de puños, y seguido de que se fue, Heeseung y Ni-ki se despidieron de él cuando la madre del chico Nishimura llegó por ellos. Sunghoon se quedó ahí, estático mientras todo el mundo a su alrededor pasaba sin prestarle atención... Y sin notar su presencia.

Esa era, probablemente, la primera vez en toda su vida donde se había sentido realmente invisible.

Pero por si fuera poco, su malestar había aumentado al ver cómo Jay coqueteaba y se hacía el gracioso con la extranjera. La llamaba de esa manera porque ni siquiera se había tomado la molestia de aprenderse bien su nombre, nada que tuviera que ver con ella le importaba. Pero, entonces ¿por qué le molestaba tanto el hecho de verla sonreír y reír con Jay? No entendía con exactitud qué era lo que le sucedía con esa chica. No sabía si realmente sentía odio o como había dicho Jay... Tenía miedo. ¿Pero miedo de qué? No la conocía, y ella tampoco a él.

Era estúpido. Sus sentimientos en ese momento eran muy estúpidos... Al igual que sus acciones.

—Oye, tú —fue lo primero en decir cuando interrumpió la entretenida conversación que ella y su amigo mantenían. Ilanis lo miro un tanto confundida, mientras esperaba a que este dijera algo, pero Sunghoon parecía no reaccionar.

—¿Si...? —respondió algo extrañada.

Jay puso los ojos en blanco, harto y exasperado por la presencia y la actitud de Sunghoon. Sabía que intentaba arruinar su momento, por eso había interrumpido su —verdaderamente entretenida e interesante— conversación con Ilanis.

Sunghoon carraspeó, tratando de ocultar su vergüenza. ¿Qué carajos estaba haciendo?

—No te olvides de presentarte al entrenamiento de hoy. A las seis en punto, ni un minuto más ni uno menos... El entrenador Yi-jin detesta la impuntualidad, y yo no pienso retrasar mi horario por ti —a pesar de que estaba muy nervioso, aquellas palabras habían salido directas y duras hacia la chica. Con una frialdad que ella nunca antes había presenciado en ninguna persona.

Ilanis alzó sus cejas, sorprendida. Wow, no sabía que aquel apodo que Sunghoon tenía realmente se apegaba a su personalidad. Aún así, ella no era muy fácil de intimidar y doblegar, por lo que solamente asintió.

—Soy muy puntual, conozco mis horarios perfectamente y créeme, no necesitas preocuparte por eso... No pienso quitarte ni estropear tu tiempo. ¿Algo más que me quieras decir? —preguntó, esperando recibir una respuesta por su parte.

—Bien —respondió sin más. Realmente no tenía nada más que decir, y la respuesta de la chica le había caído como un balde de agua fría.

—Bien —repitió ella—. Entonces, si ya no tienes nada más que decirme, nos vemos en el entrenamiento.

¿Acaso, indirectamente, le estaba diciendo que se marchara? Sí, lo hacía.

Sunghoon se alejó de ahí con la rabia invadiendo todo su cuerpo, mientras se subía al auto que lo transportaba —exclusivamente— por la ciudad.

¿Quién diablos se creía? Él era Park Sunghoon, el príncipe del hielo... Y ella era una extranjera insignificante que no estaba a su alcance ni al de sus compañeros.

¿Por qué diablos su presencia le ponía tan nervioso?

𝐂𝐎𝐍𝐒𝐄𝐐𝐔𝐄𝐍𝐂𝐄𝐒 | Park Sunghoon ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora