❅ 21. Enamorarte

280 34 0
                                    


Capítulo 21.

Yi-jin abrió de par en par las puertas de la pista, mientras se adentraba al lugar con una expresión de pocos amigos, haciéndole saber al par de chicos que, definitivamente, no se encontraba de buen humor

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Yi-jin abrió de par en par las puertas de la pista, mientras se adentraba al lugar con una expresión de pocos amigos, haciéndole saber al par de chicos que, definitivamente, no se encontraba de buen humor. Lo entendían, habían desaparecido el día anterior, se habían perdido de un entrenamiento sumamente importante, y también, los habían reportado por haber faltado a clases y saltarse algunas horas.

Sunghoon soltó un bufido al verlo entrar al lugar, mientras le ofrecía su mano a Ilanis, quien recuperaba su postura después de haberse caído en el hielo gracias a uno de sus malos giros.

Ambos se dirigieron hasta donde se encontraba, sabían perfectamente lo que estaba por decirles; Sunghoon jamás había visto realmente enojado a Yi-jin, la mayoría del tiempo, siempre solía mantenerse serio y algo distante de cualquier situación a menos que se tratara de los entrenamientos, las competencias o alguna otra cosa relacionada con el equipo.

—Se escapan de clases, desaparecen después de la escuela, faltan a los entrenamientos... ¿Qué se supone que deba hacer con ustedes dos? —la dureza en su voz había provocado un escalofrío en la chica, quien mantenía su mirada en sus patines—. Ya no eres un niño, Sunghoon, así que deja de seguir actuando como uno... Y tú, Ilanis, ¿sabes todo lo que hice para traerte hasta aquí? Ni siquiera me has demostrado de lo que eres capaz realmente. Honestamente, ya ni siquiera creo que seas lo suficientemente buena para estar en este equipo.

—Oye, ya se que no aceptarás ninguna excusa por nuestra parte, pero no tienes porque hablarle de esa manera... —intervino Sunghoon interrumpiéndolo, antes de que este siguiera hablando.

Yi-jin se detuvo un poco al observar la manera en la que la chica se aferraba al brazo de Sunghoon, quien extraña y sorpresivamente, estaba frente a ella en una instintiva acción de "protegerla" manteniéndola tras de él.

Park Sunghoon era un niño caprichoso, mimado y egocéntrico cuando lo conoció. Admitía que aunque los años pasaran, el chico jamás cambió realmente, pero por alguna extraña razón, en ese momento... El adolescente que se encontraba frente a él, era una persona completamente diferente.

Tal vez lo entendió por un instante. Tal vez sus manos entrelazadas o las miradas que se deban lo explicaban, tal vez el hecho de que pasaran más tiempo juntos le hacía saber lo que sucedía.

No pudo evitar sentir como un amargo sentimiento de nostalgia lo invadía por completo, no pudo evitar recordar todo lo que tanto le había costado olvidar.

—Ambos, a las duchas —fue lo único que respondió—, una vez listos vayan a cenar, descansen un rato y van a volver a entrenar. No me importa si tienen tareas que hacer, no me importa si quieren salir y dar un paseo. Como les gusta tanto estar juntos, pues supongo que no les molestará entrar cuatro horas más de ahora en adelante. No van a seguir perdiendo el tiempo cuando una competencia tan importante está cerca, ¿me entendieron?

—Sí —respondió la chica, asintiendo frenéticamente. Sunghoon se mantuvo en su lugar, con los puños apretados.

—¿Entendiste, Sunghoon?

El platinado frunció el ceño, mientras en ese momento, parecía que quería matarlo con su mirada. Ilanis apretó levemente su mano, obligándolo a reaccionar.

—Entendido —respondió, finalmente.

Ambos salieron de la pista, para después, comenzar a quitarse los patines. Sunghoon estaba enojado, eso podía notarlo fácilmente, pero aún así se mantuvo serio.

—¿Puedo hablar contigo un momento, McRae?

Ilanis se detuvo, pues ya iba tras de Sunghoon para salir del lugar.

—Te veré en el comedor —le susurró al chico.

—Puedo esperarte...

—Está bien, Hoonie —negó con una sonrisa—. Te veo después.

—Pero...—

—Anda. Ve a darte una ducha.

El platinado resopló, asintiendo, mientras le daba un guiño a la chica y salía de ahí, dejándola atrás. Yi-jin la veía con las manos entrelazadas detrás de su espalda, y con esa misma expresión seria y molesta de hace unos minutos.

Ilanis habría pensado que iba a regañarla o probablemente decirle que no participaría en la competencia, pero lo cierto era que, definitivamente no se esperaba lo que le había preguntado.

—¿Están saliendo, no es así?

—N-nosotros...—

—Sunghoon es un buen chico, Ilanis. Lo conozco desde que era un niño, es caprichoso y solo piensa en sí mismo, eso es algo que no puedo negar... Pero simplemente hay algo en ti que hace que cambie completamente su forma de ser.

—No entiendo que quiere decir, señor...

Yi-jin suspiró, mientras sonreía de labios cerrados.

¿Sabes algo? Yo también me fui de casa persiguiendo un sueño, lo tuve todo... Y al final, lo perdí todo. No cometas el mismo error, niña.

Ilanis realmente no comprendió por completo lo que había querido decirle, en realidad, ni siquiera pensó en eso realmente. Pero Yi-jin solo quería advertirle, advertirle que probablemente iba a perderlo todo si trataba de arreglarlo.

Sunghoon estaba roto. Todos lo sabían. Y por más cruel que esto sonara, era un desastre... Y de alguna manera, Sunghoon arruinaba todo lo que le rodeaba.

Yi-jin no estaba dispuesto a que una historia como la suya se repitiera, conocía perfectamente a las personas como Park, sabía perfectamente lo que las personas que viven en una burbuja del mundo perfecto como en el de él podían hacerle a los demás, aunque ni siquiera fuera algo intencional. Ilanis solamente era una niña rota con miles de sueños. Justo como él alguna vez lo fue.

—No volveremos a meternos en problemas, entrenador —hizo una corta reverencia, aún avergonzada por todo lo que había sucedido—. Le demostraré que merezco estar en el equipo...

—No quise decir eso, Ilanis. Así que te pido una disculpa —suspiró—. Es solo que, no puedo evitar verme a mí mismo en ti. Tampoco quiero que te sientas presionada de alguna manera por esta confesión, solamente no me gustaría que cometieras el mismo error que yo cometí.

—¿Y cuál es ese error? —preguntó, confundida.

Enamorarte.

Pero ya era demasiado tarde.

𝐂𝐎𝐍𝐒𝐄𝐐𝐔𝐄𝐍𝐂𝐄𝐒 | Park Sunghoon ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora