Capítulo 13

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Fernando Camacho

23:54

Bebo el resto del contenido de mi vaso mientras echo una ojeada a mi alrededor. Nada que me llame la atención. Nada relacionado con la compostelana de mirada achocolatada. Me trago la decepción porque algo dentro de mí tenía todavía la esperanza de que apareciera por allí.

—Nando, nos morimos por conocerla, pero puede ser en otra ocasión —murmuró Killian, dándole una breve mirada a Zaid para asegurarse de que había hecho lo correcto al decirme aquello.

—Sé que puede ser en otra ocasión, pero ella vendrá —aseguré, levantando el vaso para llamar la atención de algún camarero o camarera tras la barra.

—No, la realidad es que no lo hará y tú te quedarás como un idiota esperándola mientras bebes hasta emborracharte.

—Ki, me parece que el pesado ahora estás siendo tú —advirtió Zaid, pasándole una mano por la cintura, apretando ligeramente sus dedos en su costado—. Vendrá, Nando, no le hagas caso a este.

Hice una mueca con los labios para evitar contestarle, uno quería ser sincero y el otro darme ánimos, no iba a culparlos porque yo tranquilamente podría ser cualquiera de los dos.

—Id a bailar o algo, no necesito que estéis pegados a mi toda la noche —farfullé, moviendo mi mano en dirección a la pista.

Se consultaron entre sí con la mirada y finalmente me hicieron caso, desaparecieron de mi vista.

1:20

Me relamo los labios y vuelvo a mirar la hora, el dulce sabor del alcohol empieza a pesarme en el paladar y, aún así, pido otro trago. Cerca de la una y media y las predicciones de Killian estaban siendo ciertas.

—Si me permite darle un consejo, no debería de beber más —murmuró el joven tras la barra, apenado. El desgraciado no me habría dicho nada si no me conociera, con cualquier otro cliente estaría encantado de que consumiese.

—Si me permite, guapo, métase el consejo por el cu...

—¡Nando! —la voz me deja con la palabra en el aire, no necesito girarme para corroborar de quien se trata.

Mierda.

Dime que la has cagado sin decirme que la has cagado.

El camarero me observa con una sonrisa antes de alejarse para ir a atender a otro chico, dejándome a mi solo con la situación. Imbécil. Estaba deseando que le bajasen el sueldo, como mínimo.

—Lariña, no te esperaba por aquí —mentí, dándome la vuelta para mirarla.

Claro que la esperaba, si estaba ahí esa noche era sólo como excusa para poder verla a ella.

—Si mal no recuerdo estuviste convenciéndome para que viniera —dice, elevando sus cejas en señal de burla.

—Y si mal no recuerdo yo... Tú te hiciste la difícil, ¿no?

—¡No me hice la difícil! —protestó, indignada.

—Claro que si.

—Claro que no, pero paso de tener esta ridícula discusión contigo, Nando —ríe entre dientes y se acerca a mi, yo no me muevo.

Estaba preciosa, como de costumbre. Sonrisa bonita, mirada dulce, pelo suelto... Si se daba una vuelta no me quejaría en absoluto, la verdad.

Ella también me mira más de la cuenta y entonces me percato de que estaba analizándome, quería respuestas y las encontraría muy pronto, no debí beber tanto. Odiaba que Killian tuviera razón en parte... Porque está claro que se equivocó en eso de que no vendría, ¡chúpate esa, mimado!

Se me entrecorta la respiración cuando pone su mano en mi nuca y tira de mi hacia delante.

Lariña, no nos desconozcamos.

Separo los labios por instinto, sus ojos no se despegan de los míos en ningún momento, me gustaba tener esa conexión con ella. Aunque en un momento así me gustaría más otra cosa.

—Si, has estado bebiendo.

¿Qué?

Parpadeo confuso cuando me suelta y se vuelve a separar mientras hace una mueca con los labios. ¿Ella acababa de hacer eso solo para probarme? No puede ser, ¿como me dejé caer tan fácil? Si ya me lo decía mi padre que en las españolas no se podía confiar...

—Tus ojos ya te delatan, pero el aliento ha sido para confirmarlo.

—No estoy borracho —indico.

Al menos no del todo. Estaba siendo consciente de lo que pasaba y al día siguiente lo recordaría sin tener que hacer mucho esfuerzo.

—En ningún momento dije que lo estuvieras, solo dije que habías bebido y no me equivoco.

—No, no te equivocas, es lo que la gente suele hacer en Zallian —murmuré con obviedad, señalando alrededor—. Beber, bailar y liarse.

—¿Y ya hiciste la segunda y la tercera?

—No, estaba esperando por ti.

Sus cejas se elevan por la sorpresa, a mí me toma unos segundos darme cuenta de lo que acababa de soltarle. Directo era mi segundo nombre. Acababa de decirle que quería besarla y ella me estaba respondiendo con una sonrisa, ¿que más podía significar eso?

—¿Me concedes entonces este baile? —propuso, extendiéndome su mano.

Sonreí al tomarla. Habría que ser idiota para rechazar algo así, yo podía ser uno en muchas cosas pero jamás para algo así. 

—Solo si tú me concedes el beso de después —le guiñé un ojo de manera coqueta mientras la llevaba conmigo a la pista.

No dijo nada, pero pude escuchar su risa entre la música, la gente cantando alrededor y el alboroto. ¿Qué mas daba todo eso? La llevaba a ella de la mano entre la multitud, todo lo demás pasó a un segundísimo plano.

No conocía la canción que estaba sonando ni falta que hacía, solo tenía que moverme al ritmo de esta, por suerte no era tan malo en el baile. Gracias, papá, tus dotes me han servido.

Una de mis manos se ajusta a su cintura pero no la pego a mi cuerpo para no incomodarla, espero a que sea ella quien tome la iniciativa de hacerlo.

Fue difícil concentrarme en algo que no fuera ella, su forma de moverse, su manera de mirarme...

Su mano se posó en mi pecho y ascendió en forma de caricia hasta mi cuello, no sabía si desde ahí podía sentir mis pulsaciones pero esperaba que si, ojalá supiera lo acelerado que me tiene.

Leí en sus labios lo que mis oídos tanto ansiaban escuchar  "bé sa me", escuché lo que mi mente tanto me repetía "bé sa la". Así que no lo dudé, me incliné hacia delante y dejé que nuestras bocas se conocieran.

El primer contacto de nuestros labios fue pequeño, breve, pero suave y dulce, como el beso de dos adolescentes con docenas de mariposas revoloteando en el estómago. La diferencia es que mis mariposas llevaban revoloteando desde que la escuché decir mi nombre.

Dueño de mi vida Where stories live. Discover now