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Kiara

Oscuridad.

La oscuridad me envuelve impidiéndome ver cualquier cosa a mi alrededor. No hay luz, no hay absolutamente nada a mi alrededor, solo silencio y el sentimiento de miedo que me invade, un sentimiento que empieza a ser demasiado familiar para mí y el cual odio profundamente. El miedo me paraliza, no me deja actuar como me gustaría y me siento vulnerable e indefensa, sin tener control de la situación, uy ante todo sin poder hacer nada. No tengo ni idea de donde estoy, o si estoy viva o no. Lo único que sé es que el dolor ha cesado. Miro donde debería estar la herida en mi costado, pero no veo nada. Al tocarme no siento nada mojado, por lo que deduzco que la herida no está, pero aun así llevo mi mano hacia mi nariz para confirmar que no huele a sangre. Suspiro aliviada. Soy consciente de que no me puedo quedar parada en un sitio sin hacer nada, así que empiezo a caminar. No sé cuánto tiempo pasa, pero empiezo a notar el cansancio. Mi mente dice que siga, pero mi cuerpo se niega a continuar. Me tumbo sobre el frio suelo de dondequiera que estoy y cierro los ojos.

- Kiara- dice una voz nada conocida- Kiara despierta- abro los ojos de golpe. Me incorporo y a lo lejos veo algo gris y borroso. Me froto los ojos para desperezarme y vuelvo a mirar en dirección es esa mancha gris que destaca entre la negrura del lugar en el que me encuentro. Me pongo de pie y empiezo a caminar hacia lo que tengo delante de mi. A medida que me acerco, lo que antes era una mancha gris ahora va tomando forma, más concretamente forma humana. La oscuridad parece disiparse con cada paso que doy. A diferencia de lo que creía que pasaría, noto que cada vez estoy más cerca de la silueta. Cuanto más me acerco a ella, veo más detalles. Se trata de una mujer, pero no parece ser de la misma época en la que vivo. Su ropa indica que vivió hace mucho tiempo. Está de espaldas, su pelo de color rubio claro cae a lo largo de su espalda hasta terminar a la altura de la cintura. Es alta y a pesar de la ropa que lleva puesta y estar de espalda a mí, puedo decir que es esbelta. Lleva una especie de capa de color rojo. No puedo evitar sonreír al ver la parte de la capucha.

"Caperucita Roja" – pienso.

Coloco mi mano sobre su hombro, pero no ella no se gira. Quiero ver de quien se trata, pero antes de que pueda moverme, coloca su mano sobre la mía. Me sorprende la calidez que ésta desprende, pero lo que más me desconcierta es que con ella a mi lado me siento segura y protegida, me siento en casa.

- Este no es el final- dice con voz neutra respondiendo a la pregunta que todavía no he hecho pero cuya respuesta estaba desesperada por conocer- Tienes toda una vida por delante. Las decisiones que tomarás no solo te cambiarán a ti. Pero para que eso suceda debes ser fuerte Kiara. Solo tienes que confiar en ti. Yo lo hago, yo confío en ti.

Su mano deja la mía y su silueta se desvanece dejándome ante un precipicio. Miro hacia atrás y veo como la oscuridad que empezaba a disiparse está volviendo. Miro hacia el precipicio y también veo oscuridad. No tiene sentido que vuelva hacia atrás puesto que esa oscuridad ya la conozco, en cambio la que está frente a mí no. Inspiro profundo y me dejo caer.

Al abrir los ojos me sorprendo al ver el lugar en el que me encuentro. Es el primer día de instituto. Un día que recuerdo bien, pero que ahora es diferente, el recuerdo que tengo delante de mi no parece mío. No entiendo muy bien lo que está pasando, pero aún así decido quedarme. En el recuerdo me veo a mí misma con Emma. Sentimientos que no son los míos florecen en mi interior. Curiosidad, miedo, protección, deseo, amor. Antes de que empiece a entender lo que está pasando, salto a otro recuerdo. Ahora estoy en la pista de hielo del instituto. El día es ese en el que fuimos a patinar sobre hielo. Sonrío al recordarlo. Pero los sentimientos que me invaden a cada minuto del recuerdo siguen sin ser los míos. Mi mente no deja de analizar todo pero no logro llegar a una conclusión clara. Estoy reviviendo los momentos que he pasado al lado de Aiden. Los estoy viviendo como si fuera un espectador de cine viendo una película. En cuanto a los sentimientos, no son míos, de eso no me cabe duda alguna, pero no logro descifrar quien es el dueño de esos sentimientos. Los recuerdos siguen presentándose delante de mí como una película sobre mi vida. La fiesta de Halloween, las veces que Aiden se quedó a dormir y la forma en la que me observaba dormir antes de que él cayera rendido en un sueño profundo, cosa de la que no tenía idea alguna. No sabía que se quedaba observándome mientras dormía. Tal vez no me observaba o al menos no solo eso. Puede que así cuidaba de mí y me protegía. Más recuerdos aparecen. Las veces que hicimos el tonto en la biblioteca, cuando preparábamos el desayuno, cuando me quedaba dormida enterrada en su pelo de lobo y la calidez que su cuerpo emanaba y un montón de momentos felices. Lo más interesante de todo esto es que a medida que los recuerdos son proyectados, puedo percibir mis sentimientos también, esos que eran míos en todos esos momentos. En ese instante me doy cuenta de que los otros sentimientos que percibo son los de Aiden, porque los momentos que se proyectan son todos nuestros, es nuestra historia. A pesar de que mis sentimientos empiezan a aparecer, los sentimientos de Aiden siguen siendo más poderosos y me alegra poder sentir lo que el sintió en cada uno de esos momentos. Sabía que las emociones y sentimientos de los de su especie eran mucho más fuertes los nuestros porque Aiden había intentado explicármelo, pero sentir lo que él sintió está a un nivel superior. Me gusta poder sentir lo que todos esos momentos de felicidad supusieron para él. De pronto siento una sacudida y todo se vuelve negro otra vez. No me da tiempo a preocuparme puesto que delante de mi vuelven a proyectarse diferentes escenas de mi vida. La única diferencia es que ahora todo es más sombrío. Los que ahora siento es miedo, pero al igual que antes, no se trata de mi. A medida que las escenas se suceden entiendo que el miedo no es mío si no de Aiden. La vez en la que me secuestraron, la impotencia, miedo e ira que Aiden irradiaba mientras me buscaba sin cesar. Mi primera vez con Aiden y el miedo que él tuvo de hacerme daño por no poder controlarse. La vez del partido de hockey cuando me vi cara a cara con el monstruo que me acecha. Claro, la vida no solo consta de momentos felices, los hay también tristes, momentos en los que pasamos miedo, en lo que la ira nos invade, momentos en lo que por mucho que queramos hacer algo no podemos. Mientras miro todas esas escenas, lo único que quiero hace es abrazar a Aiden y hacer que todos esos miedos se vayan. No me gusta verle así, bueno sentir todo lo que él sintió. No solo percibo sus sentimientos también noto un leve temblor, y sé que este viene de Aiden. Quiero calmarle y decirle que todo está bien, pero no puedo. De repente todo se para. Miro a mi alrededor y no veo absolutamente nada. Cierro los ojos e inspiro profundamente para, unos segundos más tarde, soltar todo el aire contenido en mis pulmones. Abro los ojos y veo a Aiden a escasos metros de mí. Sonrío al verle.

- ¿Aiden? – digo, él se gira en dirección a mi voz, pero parece no verme- Has venido- no puedo evitar sentirme aliviada al saber que aun en este estado en el que me encuentro, me está buscando.

- Claro que he venido- su voz se rompe al pronunciar esas palabras y la tristeza invade mi ser.

No me da tiempo a decir nada porque una luz cegadora aparece delante de mí. Lo que comenzó siendo un punto mediano a lo lejos, se va haciendo más grande y brillante. A la luz la acompaña un murmullo indescifrable.

- ¿Qué demonios es eso? – escucho decir a Aiden.

Ante nosotros se presenta una escena que es vagamente familiar, pero que no logro recordar.


El vínculo-EditandoWhere stories live. Discover now