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Aiden


He vuelto.

Ha pasado un año y este pueblo sigue siendo igual, y eso de alguna manera, me da paz y tranquilidad. Quiero creer que durante este año he cambiado, así que la familiaridad que el pueblo em brinda no me hace sentir como un extraño. Mi vuelta no es ningún secreto, por lo que supongo que todo el instituto está al tanto de ello.

Un pensamiento ronda mi cabeza y hace que una de las cosas que creí que aprendí a controlar este año se va a la basura. ¿Lo sabrá ella? Sacudo ese pensamiento de mi cabeza en el instante en el que aparece.

Al principio la idea de volver no me pareció tan buena, pero nada más poner mis pies de vuelta en el lugar en el que me he criado, supe que fue lo correcto. Necesitaba volver, aunque me convencía a mi mismo de que no era así.

Abro la puerta de la casa de mis padres. Lo primero que veo es a mi madre con un delantal cocinando algo, todavía no huelo nada, por lo que entiendo que acaba de empezar. Ella siente mi presencia y se da la vuelta. Sus ojos se llenan de lágrimas al verme. Recorta la distancia que ha y entre nosotros y me abraza. Envuelvo su cuerpo con mis brazos sintiendo la calidez del hogar. Ahora, con sus brazos rodeándome, me doy cuenta de lo mucho que la he echado de menos, no solo a ella, también a mis hermanos y a mi padre. Abrazando a mi madre, estoy seguro al cien por cien de que volver ha sido la mejor idea.

- Mamá, me vas a ahogar- digo intentando huir de su abrazo, pero ella me estrecha aún más y luego me suelta.

Coge mi rostro entre sus manos y me mira a los ojos. Sonríe cuando ve que están más húmedos de lo normal.

- No te hagas el duro. Esas lágrimas demuestran que tienes sentimientos- sonríe burlona- Te he echado tanto de menos- la sonrisa, esta vez de felicidad, vuelve a aparecer. Esta vez soy yo quien la abraza.

Cuando pasas una temporada fuera de casa, ya sea por elección propia o por causas ajenas a ti mismo, sin ningún tipo de contacto con tu familia, acabas añorándoles mucho. Y es lo que me pasó a mí, echaba de menos todos esos momentos que no pasé en su compañía, los buenos y los malos, las conversaciones diarias, los viajes y excursiones, en fin, pasar tiempo con tus seres queridos. También diría que echas de menos todas las riñas y regaños de tus padres. Pero mi ausencia fue necesaria por mi propio bien.

- Los gemelos están en el colegio y tu padre tiene turno de mañana en el hospital- sonríe con tristeza- No te haces una idea de las ganas que tienen de verte.

- Y yo a ellos mamá. Y yo a ellos- esto último lo digo en un susurro y con nostalgia. Decido cambiar el tema- Por cierto, mi habitación sigue siendo mi habitación ¿no?

Mi madre niega con la cabeza demasiado seria.

- Ahora es el cuarto de juegos de los gemelos- dice como si fuera la cosa más normal del mundo. A ver, he estado ausente durante un año, pero eso ya me parece una medida un poco desmesurada- Tienen karaoke, futbolín y esas cosas- su rostro sigue sin mostrar ninguna expresión, por lo que deduzco que dice la verdad.

Sinceramente no me esperaba un cambio así. Repito, solo ha sido un año.

- ¿Y dónde se supone que tengo que dormir yo? – la sorpresa se abre paso en el tono de voz que uso. No estoy enfadado porque en si es una tontería, pero si sorprendido.

- Pues... el sótano no está mal- se gira para mirarme- Podemos comprar una cama y más cosas. Además, es calentito.

- Es una broma ¿no?

El vínculo-EditandoWhere stories live. Discover now