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Kiara

Nada más llegar al instituto, buscamos a nuestros compañeros para que firmen la tarjeta para la profesora Cage. Como no logramos que todos firmen decidimos pedirle quince minutos a la profesora de Geografía para poder terminar. Obviamente a la profesora no le hace mucha gracia perder quince minutos de su asignatura, pero al menos nos deja los últimos siete. Mejor eso que nada. Mientras las personas que faltaban firman la tarjeta veo como Rachel se acerca a nosotras.

- ¿Y qué le habéis comprado a la señora Cage? – dice con curiosidad.

- Un pañuelo- responde Em.

- Me gustaría verlo- dice Rachel con brusquedad.

- Sabe que no tiene que gustarte a ti ¿verdad? – noto como Em pierde un poco la paciencia.

Cojo la bolsa que estaba en el suelo y saco el pañuelo. Rachel lo coge con delicadeza y lo mira.

- Es precioso- dice con la mirada perdida en el rojo del pañuelo- Creo que me compraré uno igual, aunque no el mismo color.

Me da el pañuelo y sale del aula. Emma y yo nos miramos.

- Eso ha sido raro- dice mi amiga.

- Mucho- afirmo antes de empezar a reírnos.

Cuando todos los alumnos han firmado la tarjeta, mi amiga la guarda en la bolsa junto con el pañuelo y salimos de clase. El pasillo está lleno de alumnos y recibimos algún que otro empujón cuando vamos hacia las taquillas. Una vez delante de ellas, el ambiente parece estar más calmado. Termino de cambiar los libros cando escucho una voz chillona decir llamarme.

- ¡Lynwood!

Antes de que me dé tiempo a darme la vuelta, la tengo a mi lado.

- Rachel- digo con un largo suspiro mientras termino de girarme a tiempo que finjo una sonrisa- ¿Qué quieres? – suelto con falsedad porque Rachel siempre parece saber acabar con mi paciencia.

- ¿Qué haces usando mi taquilla? – pregunta haciendo hincapié en el "mi".

- ¿Perdón? – no entiendo a qué se refiere.

- Lo que has oído. Esa- señala la taquilla- Es mi taquilla- otra vez resalta el "mí".

Ruedo los ojos. Estoy a punto de responderle borde, pero recuerdo que el viernes no estuvo en clase. Respiro hondo para intentar relajarme.

- Veamos reina. El viernes vinieron los chicos de último curso, y como todos los años, hicieron el reparto de taquillas. Y como podrás imaginarte, no tuve elección alguna, me asignaron una y fin de la historia- me sorprende la calma con la que pronuncio las palabras.

- Esta taquilla ha sido mía los dos últimos años- dice mirándome y yo me encojo de hombros- Voy a hablar con la directora sobre el tema, así que te aconsejo que no te encariñes con ella porque no lo será por mucho tiempo- se da la vuelta y se dirige hacia el despacho de la directora.

- Esa chica está cada día peor- dice Em- No sé como tienes la paciencia necesaria para aguantarla.

- Créeme, yo tampoco lo sé.

A diferencia de muchas personas a las que conozco, las matemáticas me encantan. La verdad es que soy un pelín vaga a la hora de estudiar y hacer trabajos, pero lo cierto es que trabajo bien bajo presión y eso se refleja en mis notas. Sé que eso de dejar las cosas para último momento y hacer cosas bajo presión no es del todo bueno, pero a mí no me estresa en absoluto. Por esa razón, las asignaturas que son solo letras, como Literatura, Historia y otras no me gustan mucho. Cuando se trata de Matemáticas todo es mucho más práctico. Son fórmulas que luego aplicas en ejercicios y es más de escribir y entender que solo memorizar. Por eso el hecho de que ahora tengamos matemáticas me saca una sonrisa. Resulta que la profesora que teníamos el curso pasado se tuvo que mudar por temas relacionados con el trabajo de su marido, y por eso este año tenemos a un profesor nuevo, el señor Martin. Entramos en clase y para mi sorpresa, el que supongo que es el profesor Martin, está sentado en su silla esperándonos. La primera impresión que tengo de él es que es muy joven. Tampoco me gusta mucho que siento como me sigue con us mirada hasta que me siento, aunque esto último puede que me lo esté inventando. La clase transcurre con normalidad. Como es la primera clase que tenemos con él, no damos temario como tal, simplemente nos explica como calificará la asignatura y lo que espera de nosotros. Tras la hora que hemos pasado con él, no me da la impresión de que sea una mala persona, pero al salir de clase me giro y le veo observarme, cuando se da cuenta, simplemente me sonríe y deja de mirarme.

El vínculo-EditandoWhere stories live. Discover now