Cuatro

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Advertencias:
smut g!p
lenguaje vulgar.

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-Pondré el preservativo.- Rosé rompió la caja con los dientes al mismo tiempo que se sentaba sobre las piernas de Lisa, mirándola. No habían cortado el contacto visual por varios segundos hasta que Rosé bajó su mirada para ver si el preservativo no estaba roto.
Después de haberlo analizado, lo sacó de su bolsa, lo enrollo en toda la extensión de la pelinegra y después lo acarició sobre el látex.-Es grande.

Relamió sus labios y sintió el miembro de Lisa palpitar en su mano, en señal de orgullo. Volteó a ver a su compañera y tenía una gran sonrisa. Ella misma agarró su miembro y sostuvo la cadera de Rosé al mismo tiempo que la escuchaba gemir por la fuerza que la sostenía. Lisa supuso que era una zona sensible de la mayor, así que comenzó a repetir suaves caricias mientras besaba su cuello, escuchándola volver a gemir bajo.

Escuchó el ruido de una palmada, y un gemido alto. Había entrado en Rosé, pero no por completo.
La mayor intentaba meter todo el miembro de Lisa en ella, pero no podía.
Gemía y se quejaba al mismo tiempo que saltaba con la misma fuerza. La pelinegra sintió como algo dentro de ella le pedía que parara, pero otra parte quería escuchar los pequeños quejidos de dolor de la mayor.

La sujetó de la cintura y la cargó para depositarla en la cama con cuidado, y depositar varios besos en todo su cuerpo. Uno en su cuello, otro en su hombro, en ambos pechos y en su vientre, para abrir más piernas de la mayor que estaban desnudas y observar el pedazo de carne que pedía a gritos ser atendido. Rió bajito, y llevó dos dedos a la entrada de Rosé, que hasta que los dedos de Lisa comenzaron a estimularla empezó a segregar lubricante, ayudando a la tarea de Lisa en meter sus dedos.

En ese momento sólo quería escuchar los gemidos de Rosé pidiéndole por más, mover sus caderas y gemir con pequeños quejidos. Amó escuchar un 'más' alargado en un gemido y un puchero. La pelinegra solo la veía mientras seguía metiendo dos dedos dentro de ella, y los movía. Escuchaba los ruidos perversos que venían de la vagina de Rosé.
Cada vez estaba más orgullosa de su decisión.
Le iban a pagar 2000 dólares por follarse a una linda omega, ¿qué más podía pedir?

Sacó sus dedos y escuchó un gemido, pero entró de una embestida, logrando entrar por completo. Lanzó un gran suspiro al momento de sentir las paredes de la mayor apretar su miembro. Gimió por la sensación y comenzó a moverse lento, haciendo círculos antes de completar la embestida. Se sentía tan bien y seguía teniendo el condón puesto, los gemidos de Rosé la lograban estimular a tal punto de que sentía ganas de correrse, y esas ganas se iban al momento de escuchar un ruego de más y algo en ella quería embestir a la mayor más fuerte.

Amaba los gemidos de perra que sacaba la omega. Sus embestidas aumentaron al mismo tiempo que los gemidos entrecortados de Rosé subieron de tono y ahora eran gemidos de satisfacción. Pedía por más. Una de las manos que estaban aferradas a las sábanas y se aferraban a sus hombros. En todo el momento la mayor tenía los ojos cerrados, pero ahora los abrió, mirando a su menor para decirle:

-Sé ruda conmigo.

Se volvió a acostar para recibir unas estocadas más fuertes por parte de su alfa.
Eran fuertes y decididas. Sentía las paredes de Rosé más apretadas y lubricadas, cosa que facilitó que las embestidas fueran más constantes y fuertes.
La habitación se inundó de un olor a cerezas y Lisa llevó su nariz hasta el cuello de la mayor, inhalando su olor.
Cerezas.

Las cerezas la volvían loca, y también los gemidos de Rosé. Quitó la mano de la mencionada de su hombro para dirigir ambas suyas a la cadera y hacer las embestidas más fuertes y seguidas, logrando que soltará un gemido alto y entrelazar sus piernas en la cadera de Lisa. Había llegado más profundo y con tanta facilidad. Las delicadas manos de la mayor atrajeron a la pelinegra  a su pecho, dejando que solo chupara sin dejar ninguna marca.
Los gemidos de Rosé cada vez aumentaban más, al mismo tiempo que las fuertes embestidas de la menor fueran más rápidas, logrando que soltara el gemido más fuerte de la noche, indicando que había llegado al orgasmo. Sintió otras leves estocadas de Lisa para que después se dejara de mover y la escuchó gruñir en su cuello.

Sintió que movió su boca y mordió la sábana, evitando morder a Rosé.

Había sido fuerte.

Y Rosé pensó que quería alargar ese contrato en ese instante.

La pelinegra salió de su mayor, quitándose el preservativo y para acomodarse su fleco, mirando a la mayor que tenía una pequeña dificultad para respirar.

-¿Estás cansada?-Asintió, y Lisa sonrió.- Pues recupérate pronto, no traje cajas de doce condones por nada.

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Little Bunny || Chaelisa G!PWhere stories live. Discover now