Treinta y Seis

806 71 1
                                    


—¡Hola, amor!—Saludó la menor con un beso, y sostuvo su cadera para después comenzar a besar su mejilla y cuello, para después comenzar a bajar y saludar su crecido viente.—Y hola cosita hermosa.—Lo besó, volteó a ver a su omega.—¿Te fue bien hoy, bebé?

—Uhm, sí, sólo tuve que leer y firmar varias cosas porque los de la oficina al enterarse sobre nuestro cachorro insistió que no me moviera para nada.—Sus manos en sus hombros, y volvió a depositar un piquito en sus labios, haciendo un puchero.

—¿No hay beso para mi?—Jennie se acercó a la pelinegra , riendo, pero la mirada fría de su mejor amiga la paró.

—No, para ti no hay nada, cállate y siéntate.

—Hola, Jen.

—Hola, Lisa, creciste, el otro día vi una fo-

Fue interrumpida por un codazo, y la pelinegra se ahogó una risa nerviosa. —Bueno, ya reservé una mesa, ¿Entramos?—Lisa enredó su brazo en la cadera de su Rosé, entrando al restaurante siguiendo al mesero frente a ellas. La mayor notó el fuerte agarre en su cintura, tensándola.

Apenas llegaron a la mesa, comenzaron a platicar, riendo por las cosas torpes que siempre le habían pasado mientras veían el menú, pero Jen se quejó.

—Oigan, me trajeron a un restaurante de comida grasosa, tengo que adelgazar para poder entrar en el vestido, ya lo mandé a hacer.—Y el agua que estaba en la boda de la mayor salió por su nariz, carcajeando.

—¡La idiota mandó a hacer un vestido tres tallas menor!—Su risa hacía que el ardor de su nariz no existiera, y comenzó a golpear la mesa al mismo tiempo que Jennie también reía (gritaba), haciendo a Lisa ver nerviosa a los otros comensales que las veían enojados por el ruido. Rascó su nuca, haciendo una mueca, y habló.

—Chicas, chicas, bajen la voz, por favor.—Pidió, mostrando las palmas de sus manos, pero las otras sólo seguían riendo. Sólo se disculpó con los otros comensales.—Rosie, te amo.

Y fue el comentario indicado para que la rubia dejara de reír y volteara a ver a su alfa, sonriendo tímida. Lisa sólo suspiró, fingiendo una sonrisa. Rosé notó algo, pero realmente no le puso demasiada atención.

—Yo te amo más, corazón.

—Esto es tan tierno... Lisa, ¿Sabes que noté?—Sus cejas alzadas le indicaron que hablara, y la pelinegra pensó.—Te gustan las castañas, yo, Rosé en su momento.—Su mandíbula se tensó al mismo tiempo que apretaba su vaso, viendo a los ojos a su menor.

—Tu prometida y tú son tal para cual, hacen todo más incómodo.—Habló seca y golpeada, y Rosé se preocupó cuando notó la vena de su cuello marcada con fuerza. La sonrisa de Jennie se fue borrando a medida que el olor a chocolate de la alfa brotaba de su cuerpo, y notó cómo la omega se acercaba preocupada a ella.

—Lo siento... no pensé que-

—Lo sé, no piensas, de seguro piensas qué dirá una idiota y cuando ya tienes la respuesta, lo dices.—Dejó su vaso de agua de manera brusca en la mesa, y se levantó, saliendo del establecimiento con las manos en su cabeza. Ambas se preocuparon.

—¿Por qué se puso así?—Jennie preguntó, casi temblando, y Rosé hizo un gesto triste.

—No-no lo sé, desde hace minutos la noté tensa e incómoda...—Volteó a ver a su menor.—¿No será por tu presencia?

—Ni me mires, boba, porque ella y yo ya quedamos en buenos términos, ¿No le habrá pasado algo en el trabajo? Y nosotras de cabezotas gritando y gritando.—La mayor llevó sus manos a su cabeza, y comenzó a intentar calmarse.

—Iré a hablar con ella, tú que nos conoces a las dos, ordena lo que crees que ordenaríamos.—Y dejó su servilleta en la mesa, saliendo, buscando a su alfa que estaba en el carro, viendo preocupada algún punto específico.

Sólo se le acercó preocupada, acariciando su brazo con cuidado.—Amor, ¿Te puedo abrazar?—Asintió, abriendo sus brazos, y después sintió cómo se hundía en sus brazos para llorar, sollozando.—¿Pasó algo?

—Mi papá volvió.—Frunció su ceño, confundida.

—Pero falleció, no pudo haber re-

—Fingió su muerte por unas deudas, Krystal y yo llorando como estúpidas en su funeral, todo fue fingido.—Lloró más fuerte, al mismo tiempo que la abrazaba más fuerte.—Me contactó en el trabajo, dijo que necesitaba dinero y un lugar para dormir.—Pasaron minutos para que volviera a hablar, pero la mayor jamás se separó de su cuerpo, acariciándola por todos lados, dándole calor. Suspiró.

—¿Qué harás, amor?

—Quiero que se muera de verdad.—Habló con voz ahogada, haciéndola sonar como una de bebé.—No lo quiero ayudar, pero debo.

—¿Qué? No, amor, no debes.—Tomó su rostro, y le obligó a verla.—No lo conoces. no conoces sus verdaderas razones, amor,

—Pero ya lo perdoné... Es... es mi papá, tengo que ayudarlo como mujer, y alfa.—Voz ahogada porque no se despegaba de su hombro, y sonó su nariz.

—Es tu decisión, tal vez yo no esté de acuerdo contigo, pero yo te apoyaré en todo lo que quieras.—La abrazó más fuerte contra su cuerpo, y escuchó que ahogó una risa.

—Te amo tanto, eres un ángel, no te merezco, Rosie.—Besó su mejilla.—Lo hago, si lo hago, justo vamos a tener un bebé, vivir juntas, hacer una vida nosotras dos, no me tengo que rebajar.—Se repitió a si misma, sacando una risita de la mayor.

—Lo haces, amor, una vida juntas.—Entrelazó sus manos.—Voy a decir esto en un momento tal vez equivocado, pero me encanta que mi mano es tan pequeña que apenas es la mitad de la tuya.—Fue el comentario que le alegró el día a su alfa, que comenzó a comparar la mano con una sonrisa.

—Es cierto, tienes manos de bebé.—Rió, y la vio a los ojos.—Te amo tanto, Rosie, eres todo lo que está bien en el mundo, soy tan afortunada de tenerte cerca.

Y ambas comenzaron a reír como dos bobas enamoradas, aunque lo eran. Los ojos de la menor se dirigieron a la marca que le hizo a su Rosé hace meses, y rió.

—Una marca tan rojiza significa que la relación está, y va a funcionar.

Y era así.

Little Bunny || Chaelisa G!PWhere stories live. Discover now