Cincuenta

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—Hogar dulce hogar.—Rosé carcajeó en cuanto sintió que la menor la cargó para entrar a la casa, su nueva casa, y volteó a verla cuando notó que la menor vio la manta en el suelo, las velas, y una gran caja de jugo.

—Sorpresa, en este momento la casa ya es nuestra, pero obvio, seguiremos con los pagos del banco.—Habló en cuanto la pelinegra la dejó en el suelo, pero fue interrumpida por un beso romántico, haciéndole cerrar los ojos y sentir en su pecho el latir rápido de la otra. Sonrió, como nunca lo había hecho. En cuanto se separaron su mano se dirigió a la nuca de la otra, comenzando a acariciarla.—Me haces, tan feliz, Lili, me haces increíblemente feliz.

—Yo ya lo he dicho, Rosie, cuando creo que no puedo ser más feliz tú sólo llegas y... explotas el límite, marcando uno nuevo, me haces saber que no hay límite para ser feliz en una vida contigo.—La mayor notó la voz rota de la menor, así que sólo se dirigió a abrazarla, poniendo su cabeza en el hombro contrario.

—Somos felices, nos amamos, y ahora, otra personita va a compartir nuestro amor y felicidad.—Llevó su mano a la mejilla derecha de la otra, y la acarició, separándose de su hombro.—Y puede que más personitas.

—Cinco.—Dijo, sorprendiendo a la rubia, pero luego ambas rieron.

—Entonces iremos practicando.

—Ya hemos practicado lo suficiente.—Una sonrisa de la menor, pero luego rió.—¿Más personitas?

—Más personitas.—Rosé asintió, sonriendo, y sintiendo lágrimas brotar por sus mejillas al ver a la menor sonreír de esa forma, verla de esa forma. Mordió su labio inferior mientras se iba acercando a su novia.—Traje esta manta para sentarnos y brindar con jugo.

—Inteligente.—Su mano se dirigió al vientre de la mayor, sonriendo, una sonrisa tan radiante que en ese momento, Rosé juró proteger.—Vamos a brindar entonces, amor.

Rosé se apresuró en caminar hasta la pequeña radio que tenía ahí, dejando que una romántica canción sonara, y después se sentó en la manta, viendo a Lisa. Le tendió su mano para que la tomara y se sentara junto a ella, sintiendo su calor al instante. Comenzó a servir el jugo en unas copas de ahí, le dio una a su novia, y después, tomó la suya.

—Es la primera vez que celebramos uno.—Recordó la menor, moviendo su copa, y Rosé asintió.

—Jisoo nos recordó que jamás habíamos tenido uno.—Rieron, bebieron del jugo, y se besaron, sintendo el dulce del jugo en sus labios.—Te amo, Lisa, te amo tanto que siento que el corazón duele, y de buena manera.—Otro beso.

—Jamás me habías dicho el 'te amo tanto'.—Rió, juntando sus frentes, y volvió a besarla. Sonó su nariz, sintió cómo las lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos, y se separó para voltear a ver a la mayor.—¿Cómo es que tanto amor puede caber en una persona?

—No lo sé.—Sonrió, volviendo a besarla, y después la vio.—Soy tan afortunada, Lili, tú, tú realmente me estás haciendo ver el lado bueno de la vida, me estás enseñando a disfrutarla.

—Tú salvaste mi vida, Rosie, y no estoy mintiendo al decirlo.—Una nueva canción comenzó a sonar, Lisa relamió sus labios, y miró a Rosé, que sólo la veía con una sonrisa.—Amo esa canción.

—Igual la amo.—Volvieron a juntar sus frentes, y después, comenzaron a besarse al ritmo de la canción de una manera lenta y suave.

La parte favorita de besar a Lisa de Rosé era que siempre parecían descubrir un nuevo tipo de beso, un sabor, un sentimiento nuevo, porque siempre parecía ser un nuevo beso, pero al mismo tiempo, el primero. Y eso le encantaba.

En cuanto sintió la lengua de la menor entrar en su cavidad, su mano se dirigió a la nuca contraria, donde se concentró en subir, enredar su pelo entre sus dedos, y comenzar a acariciar ahí al mismo tiempo que sentía que Lisa la recostaba en la manta con cuidado, llevando sus manos a su cabeza.

—Te amo, Rosie.—Sus manos se dirigieron al pantalón de la mencionada, lo desabrochó, y después, su mano se dirigió a su centro para comenzar a acariciarlo con sus dedos, haciendo suspirar a la mayor, que en otro impulsó de su mano, acercó sus rostros de nuevo y comenzó a besarla de nuevo, mismo tiempo que sentía dos dedos masajear su clítoris, apretarlo entre ellos, acariciarlo.

La temperatura había comenzado a subir, pero en cuanto más subía, Rosé más amor sentía.

Sentía el amor en cada toque que le hacía Lisa, cada zona que acariciaba, como un lienzo, pasaba, besaba, acaricaba, dejaba caricias suaves pero al mismo tiempo, feroces, peligrosas para su cordura y extremadamente calientes. Así era el toque de Lisa.

Sus manos se dirigieron a la camisa de la menor, donde ella misma se encargó de quítarsela y poder observar el trabajado cuerpo de su novia. Su mano se dirigió a su abdomén, lo acarició, sintiendo la piel caliente, y después gimió al sentir esas manos quitarle el pantalón para seguir repartiendo suaves caricias por su centro.

Por el clima gélido de la noche en noviembre, suponía que los dedos de Lisa, su cuerpo, y todo, ibas a estar frío, pero sintió la calidez en cada tacto que repartía por su cuerpo. Sólo sonrió al sentir que podría salir vapor de lo cálido que estaban sus cuerpos juntos, el movimiento lento que estaba haciendo Lisa, el movimiento de sus caderas, sus manos tocando y apretando sus pechos, su boca acariciando la contraria. Sus puños subieron a la manta para poder apretarla sin hacerle daño a la menor, pero después, subieron a la espalda de la pelinegra, acariciándola, juntando sus cuerpos más.

Sentía el vaivén, sentía el amor en cada movimiento, y no había falta de decir nada.

Sólo se ocupaba de gemir, de abrazar más fuerte a Lisa, de disfrutar su calor, disfrutar todo lo que estaba pasando en ese momento y todo lo que tenía, porque era magnífico.

En cuanto sintió que el miembro de la menor alcanzó ese dulce lugar, sus uñas se aferraron a la piel contraria, gimió alto, y abrió más sus piernas para entrelazarlas entre la cintura de Lisa, limitándole los movimientos, pero aún así, seguían fuertes y persistentes. Su mano pasó de estar en su espalda, y fue hasta su mejilla, donde comenzó a acariciarla, sintiendo el sudor caer en ella. El clima frío que había sentido anteriormente se había perdido, pero ahora, sólo estaba compartiendo ese cálido momento con la menor, que hasta habían comenzado a sudar.

Rosé juntó sus frentes, de nuevo, y la besó. Entre cada beso soltaba pequeños 'Te amo', entre movimientos, y después, el gran gemido de la noche, seguido de otras estocadas y el líquido de la menor soltarse dentro de ella.

No se separaron. Sólo se vieron, rieron, y se volvieron a besar. Rosé con su mano separó el pelo de la menor de su rostro, sonriendo al verla tan feliz, pero con lágrimas en los ojos.

Sólo se quedó callada viéndola, hasta que habló.

—No sería nada sin ti.

Little Bunny || Chaelisa G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora