Veintisiete

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—Bon appetit, mon amour.—El espagueti servido en el plato, y Rosé movió sus dedos irregularmente. Ambas sabían por qué estaban ahí, sentían la tensión sexual en el aire, pero al parecer Lisa no quería dar el siguiente paso. La mayor bufó.

—¿No prefieres comerme a mi?—La pelinegra sonrió, y sujetó su rostro con su mano, viendo fijamente a los ojos a Rosé. Si quería, en ese momento. Poder tirar los platos y comer ese apretado coño en la mesa, pero sintió que algo la distanciaba de eso.

Tragó saliva sonoramente.

—Nada me gustaría más, amor.

Rosé enrolló la pasta en el tenedor, y la llevo a su boca, masticándola lenta.—¿Y qué te detiene?

Sintió que su pantalón apretaba demasiado, y sentía el palpitante bulto querer ser liberado de una vez por todas para poder ser enterrado en la mayor. Pestañeó un par de veces como si eso fuera a eliminar sus impuros pensamientos, aunque la postura seductora de su pareja no quería que eso pasara.

Pero la sonrisa tierna de la mayor, que su gesto cambió en menso de dos segundos, fue lo que la hizo reaccionar.

—Te amo.

—Yo te amo más, amor.—Otra sonrisa tierna, y Lisa se levantó de su lugar.

—Te amo tanto.—Con su cabeza hundida en el hombro de la mayor, Rosé pudo sentir la respiración caliente de su menor, y sonrió. Quería soltar unas lágrimas de felicidad al sentir todo su calor y amor en ese abrazo, era un sentir tan fuerte.—Vamos a la habitación.

Sus labios rosando, sus cuerpos frotándose y el escuchar el ruido de la humedad de sus besos fue lo que le dio un toque a la situación. Rosé se separó del beso, y suspiró, sintiendo la puerta en su espalda.

Un chirrido, y ya estuvo dentro de la habitación, y olió el olor. Velas aromáticas. Velas. La habitación estaba llena de velas, que no hacía falta la iluminación para poder ver por completo. Sólo alumbraba lo necesario, la cama y sus rostros.

—Eres tan cursi.—Un beso en su hombro cubierto por su vestido. Sus ojos llenarse de lagrimas, y sollozó, llamando la atención de la otra.

—¿No te gusta? Jo... yo sabía que las velas no te iban a-

Labios chocando con los contrarios, sentían el sabor salado de las lágrimas de la mayor, pero no se separaron. Las manos de Lisa se dirigieron al rostro contrario para limpiarlas y separarse levemente de ese beso.

—Me encanta, esto... Lili, es perfecto.

—Sólo son velas... Pensé en algo más-

Otro beso, y sonrieron.

—Es perfecto, por más pequeño que sea un detalle, si viene de ti, es perfecto y la cosa más romántica del mundo.—Otro beso, y Lisa sonrió.

—Quiero aprovechar la oportunidad y el entorno romántico para hacer algo.— El ruido en la habitación y luego Rosé tapó su boca para evitar soltar que estaba sorprendida.

Lisa se arrodilló ante ella y sujetó sus manos, besándolas.

—Roseanne Park, puede que lo nuestro haya empezado con un simple contrato donde yo buscaba dinero y tú sexo, pero al parecer, terminamos encontrando algo mil veces mejor que todo eso, mejor que ser multimillonario, Rosie, yo soy la mujer más feliz del mundo desde que te conocí.-Lisa sentía lo mismo que ella, y chilló.—De manera involuntaria, tú estuviste ahí en mis mejores y peores momentos, me apoyaste y me hiciste saber que siempre cuento con tu ayuda.—Una sonrisa, y sacó un lindo anillo.—En las buenas y en las malas siempre estás ahí, y yo sé que te quiero como compañera de vida, Rosie, ¿Quieres ser mi novia?

—Lalisa Manoban, sólo tú eres capaz de pedirle a alguien ser novias con un anillo.-Sollozó, y asintió, aceptando el anillo.—Sí, sí, sí, mil veces sí, incluso en otras vidas yo seguiría diciendo sí.

—Te amo.—Subió, hasta quedar a la altura de Rosé, y la besó, la besó con tanta fuerza y con tanto amor que sentía la sonrisa de la otra.—Te amo tanto, Rosie.

Besos que aumentaron de ritmo, y comenzaron a quitarse sus ropas al mismo tiempo que caminaban a la cama. El beso era pasional, pero lento. Escuchaban sus lenguas acariciarse, sus labios chocar y sentía, ante todo, su amor. Sentían su amor en ese beso.
Las manos de Lisa sostenían la cintura de Rosie, y la depositó con cuidado en la cama, observando su cuerpo con una sonrisa. Pasó sus manos por cada una de sus curvas, y después bajó hasta sus bragas, bajándolas por completo.

Abrió sus piernas, y depositó suaves y húmedos besos en sus muslos, escuchando cómo Rosé gimió y cómo temblaba. Subió hasta la zona de la mayor, inhaló el olor, y llevó su boca a su hinchado clítoris, succionándolo levemente.

Las manos de la rubia se aferraron a la sábana al sentir la lengua de Lisa acariciar y apretar levemente su botón de placer, y gimió. Sentía su barbilla temblar ante cada toque y lamida de la menor, que sintió cómo todo su cuerpo se relajaba al sentir el excelente trabajo de lengua de la otra. Sus labios succionaban, su lengua acariciaba, y la sentía bajar en zic zac, en línea recta, y vio estrellas cuando sintió esa lengua dentro de ella, haciéndole gemir alto.

Volvió a sentir esas caricias, hasta que sintió cómo cada poro de su cuerpo gritaba que amaba el excelente trabajo que estaba recibiendo. Sentía el amor en cada toque de Lisa, sentía su respiración chocar contra su zona, y sentía cómo cada una de sus acciones también gritaban que la amaba. Suspiró, dejándose llevar en el orgasmo que la menor le regaló.

El sudor empapaba su cuerpo, se sentía levemente agitada y apenas habían comenzado. Rosé intentó levantarse, y se quitó su bralette, viendo a Lisa batallar con quitarse su pantalón y cinturón, y ella sonrió, para guiar sus manos a ayudarle. Relamió sus labios en cuanto vio salir el gran miembro de su ahora novia, y sonrió. Llevó sus labios a la punta, lamiéndola con su lengua.

Iba a seguir con su trabajo hasta que sintió las manos de la menor manejarla a su antojo, y terminó acostada boca arriba, viendo el rostro sonriente de Lisa. Frunció su ceño cuando sintió cómo la punta se metía en ella, y dejó de respirar cuando lo sintió dentro de ella, por completo.

Puede que haya sentido esa sensación más veces de las que se ha sentido enamorada, pero esa vez fue la excepción. Se sentía como si fuera su primera vez, y jamás había estado tan contenta.

Veía el rostro de Lisa, que tenía varias venas marcadas en su cuello por el esfuerzo que le estaba poniendo a cada estocada, sentía cómo su polla abría paso entre sus paredes, escuchaban el ruido húmedo de cada una de sus acciones. La cabecera moverse y chocar contra la pared, ambas sabiendo que el vecino de al lado tarde o temprano se iba ir a quejar, el chirrido de la cama, y sus gemidos.

Lisa gemía cada vez que lograba una estocada dentro de Rosé, y ésta gemía al sentir cómo lograba llegar a su punto con leves estocadas, y se sentía tan bien.

Sus manos en su espalda, leves rasguños en ella, y sus promesas amor que completaban en cada estocada.

La menor dirigió su boca al cuello de la mayor, dejando varias marcas en el, y se acercó a la zona que desde hace días quería marcar. Una estocada más, y se acercó por completo. Abrió su boca, tanteó levemente, y después, mordió a Rosé, marcándola.

Ahora ella era de Rosé y Rosé era de ella.

Escuchó el quejido de la otra, pero también sintió cómo sus uñas se enterraban con más fuerza en su espalda. Con su lengua limpiaba la sangre que había comenzado a brotar, lamia la reciente mordida, y luego sonreía. Escuchó cómo Rosé llegó a su orgasmo, y después de varias estocadas, ella gimió alto, fuerte, soltando toda su esencia en la mayor.

Salió de ella, se acostó en la cama, al lado de su novia, y sonrió cuando sintió que la abrazó y se acurrucó en su pecho.

—Te amo.—Comenzó a trazar figuras en su pecho, y de vez en cuanto se quejaba del dolor de la mordida, soltando pequeñas maldiciones y quejidos bajos. Lisa la abrazó más fuerte contra su pecho, besando su cabeza.

—¿Te sientes bien?

—En cualquier momento vendrán los mareos.—Admitió, riendo, pero luego se volvió a quejar.—Y ahora, soy tuya.

Lisa buscó la otra mano, y la entrelazó con la suya.

—Y yo soy tuya.

Little Bunny || Chaelisa G!POù les histoires vivent. Découvrez maintenant