Cuarenta y Siete

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—El cielo te dio todo y el mundo te mandó hacía mi.—Canturreó suavemente mientras acariciaba el hombro de la mayor con sus dedos, dibujando pequeños círculos que para ella tenían sentido. Sonrió en cuanto sintió que la mayor volteó a verla.—Es una canción.

—¿Cuál es?—Se recostó de manera cálida en el pecho de la menor, y suspiró al sentir de nuevo las caricias en su hombro.

—Heaven de EXO.—Relamió sus labios y sonrió al escuchar que Rosé también la cantó, aunque haya sido un pequeño trozo.—Sólo conoces EX'ACT.

—Es el único álbum del que hablas.

—No es cierto, y no digas eso, porque sabes qué empezará.

—Ya me contaste la historia de EXO más de cinco veces, déjalo ahí, por el bien del bebé.

—Siempre te pierdes en Sing For You.—Habló entre dientes, y lo siguiente que sintió, fue un dedo golpearla. Se quejó.

—Por el bien del bebé.—Volvió a argumentar.—Siento que los amas más a ellos que a mi.—Sólo que la menor se apresuró en hablar, y Rosé sonrió.

—No es cierto, te amo más a ti que a EXO, sabes que si tengo que elegir entre vender mis álbumes de EXO que tu ropa vendería mis álbumes.

—¿Por qué te pondría a elegir entre tus discos que en mi ropa?—Rió con dientes al escuchar cómo la menor dejó abierta para pensar una respuesta coherente.—Jamás te pondría a elegir, amor, jamás lo haría.

La menor buscó su mano para sujetarla y besarla, negando.—Lo sé, y yo tampoco lo haría.

—Es tonto, es como, '¿Tu carrera que hará tu futuro funcionar, o yo?', es egoísta.—Cruzó sus brazos, viendo a la menor asentir.—¿Hay algún comportamiento tóxico que tú piense que está mal que por lo menos te excite?

—Los celos, definitivamente los celos.—Sin pensarlo mucho tiempo admitió, y volteó a verlo.—Tal vez no se siente bien sentirlos, pero vamos, me excitaría totalmente verte reclamándome por algo, ¿Sabes?

—Entonces, ¿Quién es Diana?

—Ah... una amiga que conocí en un bar.—Sonrió, pero Rosé seguía con su rostro serio.

—¿Y por qué es tan insistente contigo? Siempre dices que te envía mensajes.—Su lengua haciendo un bulto en su mejilla, y después sintió cómo la menor la acostó totalmente arriba de ella, y besó su nariz, riendo.

—Porque es una amiga.

—Muy bien, tu amiga.—Un puchero.—¿Te gustó mi actuación?

—Diez de diez, ardillita.—Otro beso en su nariz y la mayor rió al sentirlo, así que en un impulsó juntó sus narices, sonrojando a la menor. Segundos después soltó una risa estúpida, una de enamorada.—¿Alguna vez sentiste celos?

—Sí, de Jennie.—Admitió, abrazando por lo hombros a Lisa y viéndole de manera fija.—Desde la primera vez que te vi con ella.

—No me di cuenta.—Admitió, riendo, volviendo a juntar su nariz con la contraria.—¿Recuerdas cuándo admitiste que te gustaba?

—¿Tiene algo?

—No, nada, señorita involucrada sentimentalmente conmigo.—En cuanto dijo esa frase, Rosé mordió su cuello, haciéndola quejar al instante.—No es mi culpa que te confieses como una nerd.

—Era mi primera vez diciéndole a alguien que me gustaba, la mayoría del tiempo yo las recibía.—Lisa ahogó una risita, mordiendo sus labios para no reír a carcajadas.—¡¿Qué?!

—Siempre las recibías, siempre recibes, señorita Pasiva.—El sonrojo atacó de manera brusca a la mayor, que sólo se bajó del pecho de la menor, caminó desnuda al baño, y regresó con unas tijeras, haciendo que la menor la viera confundida.

—Ya está, te voy a castrar.

—Ro-rosie, era broma, tú sabes que-

—Abre las piernas y quédate quieta.—Lisa vio las tijeras de metal, y vio a su omega.

—¡Eso es ilegal!

—¡Decirme señorita Pasiva también es ilegal, sin embargo, lo acabas de hacer!

—¡Joder, Rosie, aléjate, la broma ya fue demasiado lejos!

—¡Quédate quieta!—Y un grito agudo fue lo único que se escuchó.

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—En el embarazo las mujeres pueden ponerse más... cachondas y sensibles.—Jennie las vio divertida mientras su vista se dirigía al cuello de la menor, lleno de chupetones, y el rostro limpio y relajado de la mayor.—Creo que ya se enteraron.

—Algo así.

—Bien, entonces, con la prueba esa de la aguja cual olvidé el nombre, el bebé estará sano, no Síndrome de Down, o algo por el estilo.—Ambas sonrieron alegres.—Entonces, ya sólo queda... los latidos del bebé.

—¿Ya? ¿Ya? ¡Ya!—Lisa se sujetó de la silla mientras veía a la castaña reía alegre, para voltear a ver a su esposa, sonreír, y querer besarla.

—Sí, así que, Rosie...—Comenzó a señalarle indicaciones que puede que Lisa no entendía, pero le emocionaba, así que cada que la doctora abría la boca, la menor soltaba una tierna risa, saltaba, y daba pequeños aplausos, viendo a su novia verla igual de emocionada.

Una vez que ya estaba la doctora poniendo el líquido frío y el estetoscopio Doppler en el estómago de su omega, la alfa se acercó de manera rápida a sostener la mano y sonreír de nuevo. Sus mejillas ya ardían de tanto que sonreía, pero era realmente inevitable.

Su corazón latía con fuerza, sus ojos se achicaban con su sonrisa, y al momento que la doctora acercó el aparto, esperaron unos segundos, y después, comenzaron a escucharlo. El latir de su bebé. Lisa mordió su labio, que ya ardía, pero no se quejó al sentir que su omega entrelazó sus manos de una manera fuerte, así que volteó a verla, y la imagen realmente le robó el corazón.

Rosé, con una sonrisa, y lágrimas de felicidad que caían por sus mejillas, labios hinchados de tanto morderlos, mejillas sonrojadas, y esa sonrisa perfecta que tanto le encantaba. Relamió sus labios, y no fue hasta ese momento que sintió que ella también estaba llorando de felicidad por ese momento. Era todo tan perfecto.

Sólo la miró por un buen rato, se acercó a besarla, y rieron, viéndose fijamente. La doctora las veía con una sonrisa.

—Felicidades, está vivo.

—Nada de lo que digas arruinará nuestro momento.—Admitió la omega, que volvió a besar a su novia, y sonrió de nuevo. No sabía cómo, pero ya había sonreído más de mil veces ese día.

—Yo... sólo no lo puedo creer.

—Es real, patito, está pasando, créelo.—Y otro beso para sellar su amor.

Little Bunny || Chaelisa G!PWhere stories live. Discover now