Cuarenta

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—¡En el nombre del cielo, os pido posada!— Sorn torció sus ojos al escuchar un coro, y se levantó de su cama preparándose para insultar a cualquier estúpido que se haya atrevido a cantar eso, y sus ganas aumentaron al ver a la pelinegra ebria.

—Apenas es octubre.

—¡No seas inhumano!—Y llevó sus manos a su rostro.—¡Deja que Lisa duerma en tu casa!

—¿Quiénes son ellos, Los?

—Te haré una presentación rápida, ¿Si?—La rubia asintió, se apoyó en la puerta, y cruzó sus brazos.—Él es TaeYong, él es DongHae, él es KiBum, ella es HaSeul, y ella es... ¡Ah, sólo somos cinco!—Y todos rieron acercándose para reír maníacamente al comentario de la menor.

—Ah, hola.—Los otro cuatro saludaron.—¿Saben volver a su casa?

—¿Dónde estoy? Puedo jurar que estaba en un bar.—Dijo el chico de pelo azul viendo a las otras, pero volvieron a reír.—¿¡Dónde está Rosé?!

—¿Qué pasó con Rosé?

—En 24 horas me va a perdonar.—Lisa rió abrazando a la menor, y acercó su nariz al cuello de la más bajita.—Hueles a fresitas, pero prefiero el olor a cerezitas de mi novia.

—¿Qué le hiciste a Rosé?—Dijo viéndole.—Y dejaré que tus amigos borrachotes se queden hoy, no confío mucho en que cada uno vuelva a su casa.

—¡Eres una buena alma, Sorn!—Los otro cuatro se metieron a la casa riendo.

—¿Qué le hiciste a Rosé, Lalisa Manobal?

—Le grité, es sólo que mi papá volvió y le dejé quedarse en mi casa pero me robó todo, tuve una crisis en mi depa y Rosie quiso apoyarme, pero le grité que se fuera, jeje.—Rió de nuevo, pero volvió a llorar en el hombro de la menor.—Le grité al amor de mi vida, no sabes cómo todo en mi se rompió al verla con sus ojitos llorosos y su barbilla temblar, su mirar asustada, Dios, Sorn, me siento la idiota más grande del mundo.

—¿Tu papá hizo qué?

—No murió, fingió su muerte, mañana le pongo una denuncia al hijo de perra.—Volvió a ponerse furiosa al recordarlo, pero de nuevo volvió a llorar.—Y Rosé tan buena alma me apoyó aunque me dijo que no debía ayudarlo, y yo cómo idiota le grité, me odio tanto.

—Pe-

—Hay una gran diferencia entre ser autoritaria de manera sexual y otra es ser violenta.—Se sentó en la tina que la menor le sentó, y notó lo comprensiva que era.

—Lo siento tanto...—Le empujó levemente y Lisa alzó su ceja.—Recibirás tu premio de ser la idiota más grande del mundo.—Y agua congelada comenzó a caer, haciendo gritar a Lisa.

—¿¡Qué te pasa, Sorn?!

—¡Te ves patética! Debiste ir a hablar con Rosé para hacerle saber cómo te sientes y hablar sobre eso, no irte a un bar...

—Pero hice muy buenos amigos.—Movió su cabeza para secarse, y luego frunció su ceño.—Amo el agua fría, préndela de nuevo.

—No, es un castigo, iré a hacerte un café horriblemente negro y sin azúcar para que estés menos borracha.—Y Lisa hizo un puchero.

Extrañaba a Rosé, pero no de una manera en la que quería estar todo el día con ella porque no era así, sabía que no siempre iba a estar pegada a su novia, pero extrañaba el modo en que sabía que Rosé confiaba en ella y se sentía segura, llevó sus manos a su rostro, decepcionada de si misma, y se quejó.

Recordó el rostro asustado de Rosé, sus ojos llenos de miedo, y de nuevo se sintió estúpida. La mayor lo único que quiso hacer fue el apoyarla y Lisa sólo estaba hundida en su furia. Tal vez ella se entendía, sabía que era un momento difícil, pero no era razón para gritarle a su omega, sólo por eso. No debía descargar su furia en nadie porque nadie más que ella era culpable. Suspiró, prendió la regadera, y dejó que el agua fría recorriera su cuerpo para mantenerse despierta a altas horas de la madrugada.

—Volví.—Le mostró ropa, ropa que tenía Lisa por las veces que había dormido ahí, y la otra sólo suspiró de nuevo.—Tienen que hablar, ¿Sabes?

—Sí, eso haremos en 24 horas.—Comenzó a desvestirse frente a la omega, que sólo la veía con el ceño fruncido.—Crucé la raya, Sorn.

—Ok, está bien, lo hiciste, sabes que te sientes mal y que no lo volverás a hacer, ya pasó.

—Es sólo que no, no pasó... yo tengo que-

—Liberar tu estrés, cariño, estás inundada en el, hace meses no te veo tan preocupada porque lo liberabas de una manera sana y esa forma era...—Dejó que la mayor finalizara la frase, y la señaló, pero Lisa sólo frunció su ceño.

—Sexo.

—¿Hace cuánto no tienes sexo?

—Desde que Rosie está embarazada.

—¿Te da-

—Me da miedo, ¿Y si lastimo a Rosie? ¿A nuestro bebé?

Pero la pequeña rubia sólo torció sus ojos.

—Literal has tenido más relaciones sexuales que días en el año con Roseanne, ¿Crees que la lastimarás? Y aparte, lastimar al bebé es científicamente imposible, no puede pasar eso.—Lisa asintió.—Aparte, ¿Que no bailabas? Ibas a ese centro...

—¡Ah! ¡Sí, ahí! Dejé de ir desde que pasó lo de Samantha y el baile fue remplazado por el sexo, creo que fue eso.—Sorn asintió.

—¿Y si vuelves?—Los ojos de la castaña se iluminaron a medida que la menor hablaba, y luego sonrió.—Digo, te hacía muy feliz.

—¡Sí!

—Entonces, duermes, en unas horas vas a poner una denuncia a Marco, ve a ver qué pasó con tu depa, y vas al centro de baile para ver si te siguen aceptando, ¿No?

—Eres la mejor amiga, Sorn.

—Lo sé, cariño, aunque ni me hables por meses.—La miró fijamente a los ojos.—Me vuelves a dejar de hablar y yo misma me encargo de hacerle daño a mini Lisa.

—¡El nombre ya es diminutivo, no hace falta el mini!

—¿Ah, si?—La pelinegra asintió, pero Sorn rió amargamente.—Mini lisa.—La mayor torció sus ojos e hizo un puchero.—Súper mini SeulGito.

Y la castaña sólo fingió llanto, acostándose en el suelo.—¡No le digas así!

Pero Sorn sólo volvió a torcer sus ojos.

Little Bunny || Chaelisa G!POpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz