Cincuenta y Tres

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—Y el sexo del bebé...—Jisoo vio cómo Lisa comenzó a morder sus labios, y después volteó a ver a Rosé, levantando sus cejas para asegurarse de que en realidad estaba segura de eso.—Es una sorpresa.

—¿Qué? ¿Qué clase de doctora eres? ¿Sabes el sufrimiento que lleve estos cinco meses tratando de adivinar el sexo de mi bebé?—Jisoo sonrió nerviosa, tosió, y carcajeó.

—Ro-Roseanne me pidió que no lo revelara porque iba a ser una sorpresa.—Volvió a tragar saliva, pero sólo vio cómo la alfa volteaba a ver a la omega con su ya crecido vientre y su mano en él, que la veía por el rabillo del ojo.

—¿Por qué?

—Es una sorpresa, será tu regalo porque tu regalo soy yo.—Levantó su ceja, abultó sus labios, y después volteó a verla.—Ni te quejes conmigo, ¿Entendido?

—Quiero saber el sexo de mi bebé, por favor, Rosie, ya sería suficiente regalo el saber eso.—Un puchero en sus labios, y Rosé suspiró, viéndola.

—No, hasta el 25.—La castaña sólo sonreía al ver cómo Rosé realmente manejaba a su antojo a Lisa, que en ese momento ya se encontraba sentada en su silla, con las piernas juntas y sus manos entre ellas, suspirando.—Yah, será en unos días.

—Pe-pero...

—Hasta el 25.—Cruzó sus brazos, viendo a Jisoo que estaba usando su celular, y sonrió.—Ya es el quinto mes, así que, ¿Ya se puede ir avanzando en el cuarto?

—¿Qué? Ah, sí, eso.—Tosió y guardó el aparato, tosiendo de nuevo.—Debido al avanzado mes, pueden ir avanzando un poco el cuarto, hasta el sexto mes es seguro.

—¿Cómo que seguro?

—Dios, Lisa, tu hermana ya se ha embarazado, debes saber eso.—Llevó sus manos a su rostro, frustrada.—En los primeros meses no se debe hacer nada porque no es seguro saber si el bebé nacerá, entonces, a partir del sexto mes, se puede empezar a hacer todo eso.—La otra asintió.

—Sí, ya recordé.—Tragó saliva mientras se recostaba en la silla, comenzando a ver sus uñas.—Krystal se embarazó y eso puso feliz a mamá.—Rosé comenzó a morder sus mejillas, y sólo vio a Jisoo.

—Creo que ya acabó la cita.—Jisoo asintió, tomando la pluma entre sus manos.—Bien, Lili, cariño.—Su mano se dirigió al rostro de la otra, lo acarició, y después con un movimiento de cabeza, le indicó que podían irse.

Pero el silencio era abrumador. En todo el camino desde el hospital a su carro e incluso en el carro, había un silencio, cosa que realmente preocupó a la mayor. Lisa siempre se encontraba charlatana, se encontraba hablando de lo emocionada que estaba del embarazo, qué pequeñas ropas podrían comprar, peluches para el bebé, cosas, muchas cosas, y ahora estaba realmente callada.

Tragó saliva, relamió sus labios, y volteó a verla.

—¿Estás enojada? Creo que lo del se-

—No estoy enojada.—Definitivamente estaba enojada. Hacía muecas, mordía sus mejillas y de vez en cuando apretaba el volante, dejando sus nudillos casi blancos, y Rosé volteó a verla.

—Claro que lo estás, ¿Qué tienes?—Suspiró derrotada.—Lalisa Manoban, te juro que si es porque 'te sientes humillada como alfa' te juro que-

—No me gusta cuando hablan del embarazo de Krystal porque el idiota que la embarazó sólo huyó, se fue, lejos, nunca volvió a hacerse cargo de Samantha.—Palabras que le robaron el aire, y volteó a ver sus manos.—Puede que Samantha sea la luz de sus días y que ella haya jurado protegerla, la ama, sé que la ama, pero recuerdo su depresión post-parto, recuerdo cómo batalló tanto, tan joven, ella debía estar eligiendo su carrera universitaria, no cuidando una bebé, trabajando para mantenerlas, ella debía estar disfrutando de su juventud, y, agh.—En un semáforo agachó la cabeza, y jadeó.

Lisa cargaba con lo que no tenía que cargar y se culpaba por cosas que no eran ni de su incumbencia, se culpaba de varias cosas y pensaba que todo lo que pasaba en su familia debía arreglarlo ella. Sólo apretó su mandíbula, notó la mano de la menor en el pedal, y la sujetó, viéndole.

—Noté que cargas con muchas cosas.

—No muchas.

—Pero más de la mitad no tienes ni por qué preocuparte de ellas.—Lisa volteó a verla.—No puedes hacer malabares para arreglar todo, hacer a todos felices, no puedes mantener todo estable tú sola.—Su pulgar comenzó a repartir caricias en la mano contraria, y soltó una pequeña sonrisa en cuanto sintió que la menor entrelazó sus manos.—Tú también puedes pedir ayuda, debes pedir ayuda, no está mal hacerlo.

—Lo sé.

—¿Y por qué no lo haces? Tú jamás pediste ayuda, jamás pediste que hiciera cosas por ti, jamás me has pedido nada.

—Porque no debería, eres mi pareja, no mi psicóloga o mi banco donde pueda ir, dejar, sacar, e irme.—Rosé frunció su ceño.

—Tienes razón, pero escucha lo que te digo, nunca está mal pedirme ayuda, como yo te he pedido ayuda a ti, ¿Recuerdas,  aunque sea lo de mi nido?—Lisa sonrió al recordar eso, y relamió sus labios.—No soy tu terapia ni tú eres la mía, pero, lo que te puedo decir es que debes dejar de cargar con tantas cosas, duele.

—Gracias.—Elevó sus manos entrelazadas y besó la de la mayor, sonriendo.—Siempre me das los mejores consejos.—Sonó su nariz, la arrugó, y después su mano volvió a la palanca, todavía sosteniendo la de Rosé.

—Entonces, Krystal no es casada o algo así.—Lisa asintió.—Qué raro, podría jurar que el otro día noté una alianza en su-

Y antes de que se diera cuenta, Lisa ya estaba dando una vuelta para dirigirse al departamento de su hermana menor. Rosé encontró gracioso que estaban realmente cerca de la dirección.

En cuanto llegaron, Lisa ayudó a bajar a la omega, subieron por el elevador en otro silencio abrumador, escuchaba el pie de la menor moverse a una velocidad rápida, la escuchaba tragar saliva, y en cuando las puertas se abrieron, caminaron hasta el departamento ya conocido para ambas.

Dos toques a la puerta, y después, abrió Krystal, sonriendo, pero se borró al ver a su hermana mayor.

—¿Qué te panzó?—Se dirigió de manera graciosa a Rosé, ignorando a su hermana, y después volteó a verla.—Hola, Lis, que bueno que vinieron, no las esperábamos, ya váyanse.

—¿Por qué? Rosé tiene ganas de orinar, ya sabes, el embarazo, y estábamos pasando por aquí, déjala pasar.—Un puchero, abrazando a la mayor, y ambas sonrieron, sólo que la mano de la mayor se metió en la chamarra de la menor y pellizcó su piel.

—Bi-bien, pasen.—Les dejó pasar, y lo primero que notó Lisa fue que había un juego de mesa en el medio, y Samantha.

—Hola, tú.—Se acercó a abrazarle, pero realmente sólo se acercó para notar tres piezas en el juego.—¿Están jugando con algún amigo imaginario?

—¿Eh, por qué dices?

—La tercera pieza en el...

Y antes de que pudiera terminar su frase, vio una cabellera negra en la cocina tratando de esconderse.—¿Quién está en la cocina?

—Ah, es sólo...—Y Krystal suspiró. Sólo llevó sus dedos a su ceño, lo acarició, y volteó a verla.—Amber, sal, quiero presentarte a mi hermana mayor, Lisa, quiero presentarte a Amber, mi novia.

Little Bunny || Chaelisa G!Pحيث تعيش القصص. اكتشف الآن