Siete

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A Lisa algunas veces le daba miedo los fuertes cambios de actitud de la omega. Pasaba de ser el tímida ante ella, a prácticamente montarse en sus piernas. Pero amaba esos cambios.

Los pechos de Rosé estaban rebotando en su cara y tuvo un gran impulso de acariciar sus pezones. Lindos. De vez en cuando cuando, cuando estaba abajo, movía sus caderas en círculos para alzar gemidos cada vez más altos y más fuertes.
Estaba sujetada a los hombros de la pelinegra, aferrándose con sus uñas a ellos.

-Tu-tus hombros son anchos.-Un gemido, y varios sonidos obscenos. Las manos de Lisa sujetaban fuerte la cadera de Rosé pero al momento de recordar que le había dejado una que otra marca por la fuerza de su agarre, baja esta, solo tocándola.
El cuerpo de la omega era sensible a cada toque que le proporcionaba la mayor, era como fuego.

Lisa anteriormente había ofrecido su cuerpo para pagar una que otra deuda y dar un adelanto al hospital donde estaba su sobrina, porque su hermana no podía pagar el hospital tan caro donde estaba la pequeña. Aunque ese fuera su verdadero motivo, no fue el que le dijo a Rosé.

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"-¿Tú para qué necesitas el dinero?- La pluma bailaba entre sus dedos, bailaba de ahí por ahí, llamando la atención de Lisa.- Hice una pregunta directa, Señorita Manoban.

-Comprar uno que otro chuchuluco, para mi y para mis chicas.- Sus 'chicas' abarcaban en su hermana y su sobrina, pero Roseanne había malentendido. Asintió levemente, y alzó su ceja casi a la mitad de su frente. Sorprendida no estaba. Lisa se veía completamente como el tipo de chica que tendría a más de una detrás de ella.
La pluma seguía bailando, sus dedos la movían de un lado a otro.

-Bien, en tres días te llega el contrato, necesito que lo leas y me digas qué te incomoda y qué no. Intentaré modificarlos, cosa que me tomará dos días, después, se llevará al cabo.- Tecleó en su computador y Lisa asintió. Contrato. Contrato. Contrato.
Odiaba leer y odiaba leer. Hizo un gesto de incomodidad y había algo que Lisa si sabía hacer, pero Rosé no. Leer a las personas.

Solo la miró con el ceño fruncido y la pelinegra pensó que tenía unas cejas pobladas, y lindas.

-¿Algo le incomoda de mi o mi oficina?- La pluma.
Había algo en esa pluma color dorado que le incomodaba a Lisa. Pero negó con la cabeza.- Bien, puede irse, nos vemos en dos días.- Se quedó inmóvil, mirando a las pelinegra.- ¿Tengo algo en la cara?- Volvió a negar.-Entonces adiós.

Y un gesto grosero con las manos, como limpiando polvo, invitándola a marcharse.

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-¡Ahí!- Lisa apretó los dientes y subió la pierna de Rosé hasta su hombro, logrando llegar más profundo. Sintió las paredes de Rosé volver a apretar su miembro, haciéndola gemir ahora a ella.

-¿Cómo lo haces?- Estocadas cada vez más fuertes, y cada vez batallaba más. La entrada de Rosé era apretaba y cuando sentía sus paredes apretarla cada vez más, ralentizaba el proceso.

-¿Qué cosa? ¿Esto?- Volvió a apretar sus paredes haciendo gruñir a Lisa y sus movimientos aumentaron de fuerza, sacando gemidos entrecortados de la boca de la menor.-Más fuerte.

Dos palabras que dañaron un poco el orgullo de Lisa. Frunció su ceño y cumplió la orden de su omega, volviendo a meter su miembro con fuerza y hacer a Rosé escupir una maldición.

Puta madre.

Lisa cerró sus ojos, pero no podía imaginar otra cosa que no fuera a la señorita Park debajo de ella gimiendo, una mano entrelazada junto a la suya y la otra mano aferrada a la sabana. Ya estaba acostumbrada a ver sus nudillos blancos de tanta fuerza que usaba. Y después la escucho gemir fuerte, y agarrar más fuerte la mano de Lisa.

Su mañanero pasó a la tarde, y el hambre ya se notaba en la alfa.


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Little Bunny || Chaelisa G!POnde histórias criam vida. Descubra agora