Dieciseis

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-¿Quieres seguir bailando conmigo?-Pregunta en un suave hilo de voz, y Rosé asiente, tratando de que la menor no notara su infernal dolor. Su centro dolía, dolía tanto que tuvo miedo de retorcerse frente a ella después de decirle que no tenía nada, pero aún así, quería seguir estando así con Lisa, ella, no la Rosé de su celo.

-¿Sería raro si digo que sí- ¡Ah!-El deseo irregular de ser tocada, de sentirse llena, y ese deseo aumentaba a medida que Lisa se acercaba más a ella. Unas manos en su cintura, y Rosé sintió que perdió su control, besando a la menor.

El beso fue más fuerte que anteriores, y ahí Lisa supo que la omega era una caja de sorpresas. Sus labios moviéndose de forma apresurada, manos pegando más sus cuerpos, sus caderas meneándose en las de la menor, buscando por más, quería más. Las manos en su nuca la hicieron intensificar el beso diez veces más, y la menor probó los gemidos de la mayor en sus labios a medida que la fuerza en el agarre de su cintura aumentaba.
No hubo necesidad de quitarle la camisa a Lisa porque ella ya se la había quitado antes, pero si tuvo que quitársela a la rubia, que tenía un gran sonrojo invadiendo su rostro.

La sentó en la cama con cuidado, quitando esa camisa de una banda conocida, y acunó su rostro con sus manos para volver a besarla con cuidado. Rosé en celo merecía ser cuidada, consentida y apreciada por cualquiera que estuviera en el, y afortunadamente, Lisa presenciaba eso.

Cómo la faceta de la mayor caía, de una faceta autoritaria y mandona, a una sumisa, necesitada y tierna. Lisa amaba eso.

Su mano derecha acarició la mejilla de Rosé, para volver a besarla suavemente. Sus labios bajaron de su mejilla a su cuello, donde succionaba lentamente sin dejar marca, dejaba besos húmedos, depositaba suaves caricias con sus labios, encantadoras para la mayor, que se aferraba la menor con fuerza.
Labios en sus clavículas, mordidas levemente, para bajar a su pecho, quitar ese bralette negro, y dejar a su vista los pechos de Rosé. Lisa tragó saliva.

Relamió sus labios, acarició esos pezones suavemente, y después, llevó sus labios a ellos, comenzando a chuparlos levemente. La mayor celebró esto con un gemido y sus dedos enredándose en el pelo negro de Lisa para que siguiera haciendo maravillas con su lengua y boca justo ahí. Dejó de succionar uno, y fue con el otro, dejando mordidas en su camino, leves mordidas que en cuestión de minutos serán borradas. Las marcas de los dientes de Lisa se veían tan lindas en la piel de Rosé, que en ese momento no le importaría marcarla.

Marcarla.

Lisa de igual manera que la mayor sintió la dolorosa necesidad de ser atendida, de estar dentro de su omega, y tragó saliva. Su celo se había adelantado, justo en ese día.
¿Cómo podía decirle a Rosé que estaba en su celo, donde se descontrolaba con solo oler a una omega, era más ruda de lo normal y solo buscaba aliviar su dolor con placer?

El dolor aumentó cuando vio y sintió que la mayor apretó su miembro con su mano, buscando desabrochar su pantalón. Falló, porque la pelinegra la paró.

-Entré en mi celo.

-¿Y?-Besos en su miembro sobre la tela de su pantalón, cerró sus ojos, tragó saliva, y luego volteó a ver a Rosé.

-Mi celo, el tuyo, puedo hacerte daño-.

Las manos desabrochando su pantalón, bajándolo junto con su pantalón y bóxer, y salió el gran miembro de la menor, pegando en su vientre, casi rebotando. La punta rojiza que brillaba por el líquido pre seminal, las venas tan marcadas, que parecía palpitar.

-No me importa, Lisa, acordamos que podríamos hacer más cosas, ¿Quieres pasar tu celo conmigo?-Sus labios partieron desde la cabeza hasta sus testículos, haciéndola temblar, ¿Cómo se iba a negar? El olor a cerezas inundando la habitación la volvieron loca, y la lengua de Rosé partiendo de abajo a la cabeza la hicieron más.

Un pequeño gemido, y después sintió la calidad de la boca de Rosé recibir a su miembro, sin dificultad. Ver la cabeza de la mayor subir y bajar, los sonidos obscenos llenando la habitación, y los gemidos de Lisa al sentir la lengua de la mayor enrollarse en su carne de una manera deliciosa.

Salió de la boca de Rosé, la acostó por completo en la cama, y comenzó a desabrochar su pantalón de mezclilla con hambre, bajándolo con todo y bragas. Subió hasta su pecho, dejando suaves besos por su estómago hasta llegar a su vientre, donde dio leves mordidas. Chupó, lamió y besó, hasta llegar a sus muslos, besándolos con descuido. Lamió gran extensión de ellos, los besó, y de nuevo, los mordisqueó, haciendo gemir a Rosé, y más cuando ésta sintió la respiración de la menor en su centro.

Se sujetó de las sábanas cuando sintió la cálida lengua de Lisa en su botón, haciéndola gritar. Lo apretó, lo succiono, y sintió que se desmayó cuando sintió esa lengua partir en zic zac. Su barbilla temblaba, sus nudillos estaban blancos de tanto apretar la sábana, y después, sintió como toda la extensión se enterraba de manera deliciosa en ella, gritando. Ahora eran una.

Sus paredes la recibieron con singular alegría, apretando su miembro, y Rosé cerró sus ojos y abrió su boca cuando sintió las fuertes estocadas de Lisa. El sonido de sus cuerpos, el sonido de sus sexos, los gemidos de la mayor que cada vez aumentaban, los movimientos rápidos de la pelinegra que no batallaron en encontrar el punto dulce de la omega. Había llegado tan fácil.
Sentía los labios en su cuello, y éste, siendo succionado. Sentía a Lisa dentro de ella, y sentía su corazón latir demasiado rápido, pero no por las acciones de ellas dos.

Su corazón latía de esa forma porque le gustaba todo lo que provenía de Lisa, aunque sea una leve sonrisa. Sus manos viajaron a su espalda, sus piernas se entrelazaron en la cadera de Lisa, y suavemente le dijo;

"Jamás me dejes."

Su celo había comenzado, pero aún así, sintió un beso en su mejilla, y una estocada más fuerte.

"Jamás lo haría."


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Little Bunny || Chaelisa G!PWhere stories live. Discover now