Capítulo 2: La chica misteriosa

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Salí de mi habitación después de que me sonara la alarma a las siete de la mañana. Di un portazo más fuerte de lo que debía y ahí estaba mi hermano de brazos cruzados muy serio.

Cada mañana me iba a trabajar con él a su bar porque mis padres no se podían permitir que estudiase fuera, así que intentaba ahorrar para irme a otra ciudad a cumplir mi sueño. Quería cursar Física y después especializarme en Astrofísica para estudiar y observar el Universo. Mis padres nunca han estado contentos con esa decisión, nunca lo estaban al parecer. Siempre me han dicho que estudiar las estrellas no me iba a solucionar la vida pero para mí era mucho más, era algo más complejo. Quería entender de dónde venía todo, responder a todas las preguntas con las que cada día me despertaba.

Mi relación con ellos no era la mejor del mundo, pero bueno tenía a mis hermanos para sobrellevarla; yo era el menor de tres, por cierto.

Fui directamente al baño sin ni siquiera saludar, era demasiado pronto y no me apetecía. Me metí en la ducha y apoyé la cabeza contra la pared, y mientras las gotas de agua golpeaban mi piel y el vapor salía por encima de la mampara, me preguntaba si de verdad iba a aguantar un año más a mi padre y sus lecciones de vida. No era mi sueño pero al menos podía ahorrar y seguir viendo a mi mejor amigo, Dani, que había decidido tener un año sabático después de haber estado todo el verano estudiando como un loco para aprobar las asignaturas que le habían quedado.

Una vez que terminé, me vestí, peiné y salí del cuarto de baño con la mejor cara que pude poner en ese momento teniendo en cuenta las horas. Mi familia era bastante madrugadora y ya estaban pululando por la casa mientras yo me arrastraba hasta la cocina.

—Tengo un examen que hacer a mis alumnos así que hoy llegaré tarde, siempre espero más tiempo por si no les da —dijo mi madre mientras se levantaba para dejar la taza en el fregadero.

Era profesora de Lengua en un instituto y su sueldo era lo suficientemente bajo como para que pudiésemos permitirnos lujos.

—Mamá, ¿cuándo vas a dejar de ser tan buena con ellos? Sabes que muchos se copian delante de ti, ¿verdad?

—Laura, no le digas eso a tu madre y prepárate que hoy llega el arquitecto y vas a llegar tarde —sentenció mi padre.

Era esa clase de persona que te sacaba de quicio y que intentaba tenerlo todo bajo control, pero sorpresa, nunca lo hacía. Daba clases de Matemáticas en el instituto de mi barrio, así que tampoco ganaba demasiado dinero, y que además lo destinaba todo a mi hermana y a su absurda peluquería que no salía adelante.

Me preparé un café y me lo bebí a toda prisa mientras mi hermano me miraba enfadado desde la puerta con las llaves del coche en la mano. La puntualidad era su segundo nombre y si encima así no fallaba a sus clientes iba el primero a todo.

—Luis, ¿no deberías salir ya para abrir a las ocho? —preguntó mi hermana mientras todos me miraban condescendientes.

—Pues si este decide levantarse a lo mejor lo hago —hizo una pausa para mirarme mal—. ¿Quieres ir en bus? Tarda cuarenta minutos y te lo voy a descontar del sueldo.

Puse los ojos en blanco y dejé la taza en el fregadero para después ponerme la chaqueta y salir detrás de Luis. Teníamos buena relación solo que delante de mi padre aparentaba ser duro porque si no lo sería con él.

Durante el trayecto en coche no hablamos nada, yo iba lo suficientemente dormido como para hacerlo. La noche anterior me acosté demasiado tarde jugando a la consola.

Vi que mi hermano en algunas ocasiones me miraba de reojo y esbozaba media sonrisa.

Pasados veinte minutos, nos bajamos del coche y me dispuse a colocar todas las mesas y las sillas. En quince minutos estaríamos abriendo y tenía por delante demasiados desayunos que hacer.

A través del arco IrisWhere stories live. Discover now