Capítulo 13: Comprendida

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Maratón 4/4

Iris

No había bebido mucho pero como no estaba acostumbrada a ello, me había subido demasiado rápido. Sara, Mark, Leo y Val volvieron y estaban mirándonos con detalle, quizás porque acababa de caerme sobre el brazo de Jota.

Un aroma que me gustó demasiado acarició mis fosas nasales haciendo que me marease un poco. Olía demasiado bien. Me incorporé rápidamente y escuché las voces de fondo, también la música. El pub no era demasiado grande pero estaba lleno. Había una barra gigantesca que iba de punta a punta. Una pista de baile a rebosar de gente en medio del local y enfrente un escenario donde horas antes el grupo de Sara había tocado. El suelo era de mármol negro con betas y las paredes blancas decoradas con luces led, y el ambiente tenía un aspecto azulado por la iluminación de las bombillas.

De repente, salí de mi abstracción cuando un nudo se formó en mi garganta. Intenté tragar saliva pero era imposible, las palabras estaban atrancadas y las mejillas me ardían. Empecé a encontrarme mal... Muy mal, como si una tristeza insondable recorriese cada recoveco de mi cuerpo haciéndome caer al vacío. Me picaban los ojos y no quería llorar, no delante de todos. Fue entonces que noté unas manos que tiraban de mí. 

Valeria me llevaba al baño que estaban a la izquierda del pub. Tuvimos que apartar a un par de grupos de gente para poder pasar.

—Iris, ¿estás bien? —preguntó preocupada.

Asentí sin poder articular palabra.

—Pero, ¿cuánto has bebido? —Sara nos siguió.

No les respondí, me guiaron hasta el baño y entramos. Tenía la vista clavada en el suelo porque me sentía demasiado vulnerable. La última vez que bebí fue cuando Edu me dijo aquellas barbaridades. Bebí tanto que acabé vomitando, no me sentía orgullosa de ello. Me tiré mucho tiempo sin probar el alcohol porque solía sentarme fatal, pero esta noche me apetecía hacerlo. Aunque bueno, tampoco había bebido tanto, ¿por qué estaba tan susceptible?

—Iris, mírame —Val me hizo volver—. ¿Estás así por lo de esta tarde?

—¿Lo de esta tarde? —Sara se dirigió a Valeria.

Miré fijamente a los ojos de mi amiga mientras me temblaba el labio inferior y las lágrimas empezaron a brotar de mis ojos. Valeria se abrazó a mí y Sara me acarició la espalda sin entender nada.

—¿Qué pasa, Iris? —Val usó el tono más dulce que pudo.

—Todo pasa... todo —susurré.

—Tranquila, estamos aquí para lo que necesites, Iris —verbalizó Sara con las cejas ligeramente hacia abajo.

¿Por qué eran tan buenas conmigo? Si apenas me conocían. No me merecía todo este cariño, no me merecía sentirme acompañada en todo esto. Nunca antes lo había estado y sentirlo ahora no era algo a lo que estuviese acostumbrada, pero en cierta manera se sentía bien. Y sabía que ni en mil años me hubiese sentido así en mi pueblo.

—Es que Sara... —me tembló la voz.

—¿Sí? —soltó una sonrisa que no llegó a sus ojos.

Hice una pausa y miré a Valeria mientras me limpiaba las lágrimas.

—Luego te lo cuento, Sara —murmuró en su dirección.

No sé por qué de repente me había acordado de mi madre. De ese vacío que sentía constantemente, de ese desconsuelo del que no podía liberarme. La pena y la rabia eran latentes a partes iguales, se mantenían conmigo día tras día y era frustrante porque ni siquiera yo entendía lo que me estaba pasando. No podía contarlo porque jamás nadie podría llegar a entender lo que nos pasó, lo que fracturó mi alma haciendo que se quebrara en mil astillas.

A través del arco IrisWhere stories live. Discover now