Capítulo 30: Juntos

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Jota

Se había todo el mundo menos nosotros dos.

Así que otra vez nos quedábamos solos. Y no me convencía demasiado la idea de hacerlo. No después de todo lo que había pasado antes. Estaba siendo una noche... extraña. Ni siquiera era como esperaba y estaba lo suficientemente confuso como para procesar todo lo que nos envolvía.

Encima, sabía que Mar estaría por algún sitio del pub. ¿Por qué tenía que encontrármela aquí? Había sitios suficientes en esta ciudad como para tener que venir al mismo en el que toco. Además de que el encuentro había sido demasiado incómodo como para ahora encontrarme relajado. Un escalofrío recorrió mi cuerpo y recordé la sensación de una confianza que se resquebrajaba por completo en el momento en el que ella la rompió. Me había costado confiar, de hecho, casi nunca lo hacía. Creé una coraza a mi alrededor, tenía miedo de que alguien pudiese romperla, marqué las distancias, los límites y el ritmo.

—¿Jota? —escuché una voz.

Miré hacia delante y cierta señorita me estaba contemplando con los ojos entrecerrados mientras que yo estaba absorto en mis pensamientos.

—¿Estás bien? —me preguntó mientras me tocaba el hombro haciéndome volver del trance.

—Sí, estoy bien. Perdón, ¿qué decías?

—Te he preguntado qué quieres estudiar.

—Astrofísica.

—¿En serio?

—Sí, ¿qué pasa? —cuestioné ante su cara de desconcierto.

—Me encanta observar las estrellas —confesó mientras se acariciaba el cuello.

—¿De verdad? —interrogué, curioso.

—Sí. Bueno, imagino que la carrera no solo es observar las estrellas, pero siempre me han apasionado. Siento... siento que cuando miro el cielo y veo las luces encima de mi cabeza nada puede conmigo, como si fuese invencible y a la vez me sintiese pequeña. Me siento en paz observándolas.

Era la primera vez que se abría de esta manera conmigo, era como si hubiese levantado una capa para enseñarme todo lo que había tras ella. Y solo pude pensar en lo preciosa que era.

—A mí también me apasionan... —dije en voz baja—. No solo estudiarlas, saber de dónde viene todo, responder a todas esas preguntas que soy incapaz de resolver y de entender.

—Es interesante, difícil pero interesante.

—¿Difícil? —fruncí el entrecejo.

—¿Por qué crees que estudio cine?

—Bueno, ¿porque te gusta?

—Más o menos —sonrió.

—¿Por qué estudias eso? —me llevé el botellín a los labios e incliné la cabeza hacia atrás para dejar que el líquido fluyese entre mis mejillas.

—Siempre me ha gustado pasarme las horas viendo películas y series. Escribiendo guiones e historias. Ya sabes, dejar huella —agarró un taburete y se sentó entrelazando sus piernas.

—¿Dejar huella? —me apoyé en la barra.

—Sí, bueno. No sé —se encogió de hombros—, algo así como ser recordada.

—¿Por qué no ibas a ser recordada?

—Bueno... es extraño. No creo que sea lo suficientemente importante como para que alguien se acuerde de mí.

—Yo me acordaría de ti.

Ella abrió los ojos poco a poco paralizada, tragó saliva y estudió mi rostro al detalle.

A través del arco IrisWhere stories live. Discover now