Capítulo 25: No voy a poder

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Chupito cada vez que en el capítulo anterior escribí la palabra "coche". La cosa es que a veces me saturo un poquito y bueno, muchos fallos se me cuelan. He corregido lo máximo que he podido y que mis ojos han visto pero soy humana y me equivoco :(

Si veis errores también podéis decírmelo. Que sé que sois timidillos :3

Este capítulo me encanta así que disfrutad mucho <3

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Iris

Sara estaba demasiado borracha como para dejar que fuese sola a casa, así que le dije a Leo que nos llevase y me esperase mientras yo la ayudaba a acostarse. Además, no quería volver sola a mi piso y sabía de sobra que Leo me llevaría.

Sara nos indicó cómo pudo dónde estaba su casa y cuando llegamos la ayudamos a bajarse entre los dos. Leo me dijo que me esperaría en la calle mientras fumaba.

Conseguimos entrar a la casa que era pequeña y muy acogedora. Tenía dos plantas, pero balbuceó que ella dormía en un cuarto en la planta de abajo, así que me señaló el dormitorio, entramos y se tumbó en la cama.

Busqué el pijama y la ayudé a ponérselo. Después fui a por toallitas desmaquillantes y empecé a quitarle la máscara de pestañas.

—Lentillas —balbuceó.

—¿Llevas lentillas? —Ella tan solo asintió—. ¿Y puedes quitártelas tú sola?

Negó con la cabeza.

—Mierda, Sara. A ver, levanta la cabeza —le dije mientras la ayudaba a incorporarse.

Ella levantó la cara y abrió los ojos de par en par.

—Espera, ¿dónde está el baño?

—Enfrente —señaló con el dedo

Si tenía que meterle el dedo en el ojo, al menos que no le diese una infección, fui corriendo al baño y me lavé las manos para volver al dormitorio. Le sujeté la cabeza como pude y con los dedos índice y pulgar hice pinza para quitarle la lentilla derecha.

—Que sepas que por esto que estoy haciendo vas a tener que escribir el desarrollo del resto de personajes que quedan del trabajo de guion —comenté lo más concentrada que pude para no perder el plastiquito.

—Eres la mejor, Iris —hizo un puchero.

—Ya, claro. Dímelo mañana cuando no estés borracha.

Conseguí sacar la lentilla y la puse en el estuche. Seguí con el ojo izquierdo que no me costó tanto y me di cuenta de que era ya una experta.

Atrapé de nuevo la toallita y empecé a quitarle el maquillaje.

—Qué suerte tiene Jota —musitó.

—¿Cómo? —la miré confusa.

—Me molesta.

—¿Te hago daño? —dejé de frotarle.

—No, tú no. Mark —se llevó una palma de la mano a la frente mientras contenía las lágrimas, suspiré y acaricié su mejilla—. Me molesta que no me lo contara, ocho años y ni siquiera me dijo que tenía novia.

—Bueno, tendrá sus razones. Algún día te lo contará.

—Deja de entender a todos, Iris. ¿Por qué eres tan comprensiva?

A través del arco IrisOù les histoires vivent. Découvrez maintenant