Capítulo 34: La llamada

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Jota

El puente había ido sin más.

Ya era domingo y no podía dejar de pensar en mi alumna del mes, se había apoderado de todos y cada uno de mis pensamientos. No la había visto desde que la dejé el miércoles por la noche en su piso y durante estos días habíamos estado hablando, aunque quizás no tanto como me esperaba, tampoco quería bombardearla a mensajes. Al fin y al cabo, había ido a ver a sus padres y entendía que quisiese pasar tiempo con ellos y con sus hermanos. Alguna que otra vez le pregunté si ella y su familia estaban bien, a lo que no me daba muchos detalles, así que tampoco le di demasiada importancia.

Había quedado con la banda para ir a casa de Dani, queríamos hacer algo juntos porque durante el fin de semana apenas había podido hacer planes para salir; consecuencias de trabajar y querer pasar tiempo con mi abuela, aún seguía preocupado por ella.

—¿Vamos? —escuché la voz de mi hermano desde las escaleras del sótano.

—Sí, voy ya. ¿Vamos en tu coche?

—Sí, Sara viene también.

Justo cuando dijo su nombre, el timbre reverberó por cada rincón. Supuse que sería mi prima que había venido para irnos todos juntos. Luis subió para abrirle y yo ordené un poco el sótano, sabía que Sara saludaría a mis padres y a mi hermana y que tardarían un buen rato, así que mientras que iba paseando por la estancia, recordé los momentos con Iris.

Me contó que un idiota de su pueblo le había hecho daño. ¿En qué mundo una persona puede hacerle daño a Iris? ¿A mi novata preferida? Me enfadé tanto cuando relató los hechos que creo que ni ella misma esperaba la reacción que sentí en ese momento. Yo por mi parte le conté lo de Mar, fue como soltar una mochila que llevaba cargando dos años; me escuchó como nunca antes lo habían hecho. No dudé ni un segundo en confiar en ella para contarlo. Pero... ¿cómo no hacerlo? Si era perfecta en todo: en escuchar, en hablar, en reír y en sentir.

Conocía a Iris de lo que habíamos hablado durante todo este tiempo y, sin embargo, tenía algo que hacía que me intrigara cada parte de su ser queriendo saber más y más de su vida. Que me dejase adentrarme en ella porque con cada parte que me mostraba me gustaba aún más.

Tenía ganas de volver a verla, quizás podría darle una sorpresa. Mañana por la mañana volvería de su pueblo, me dijo que lo haría con Teresa. Así que sí, después de trabajar me plantaré en su piso, compraré algo de comer, lo subiré a su casa y después, la llevaré a la universidad. No iba a hacer que faltase a más clases por mí, por mucho que eso me gustase.

—¡Jota, vamos! —escuché desde arriba.

—¡Voy! —grité. Eché una última ojeada al sótano y subí las escaleras de dos en dos sin poder dejar de sonreír.

—¡Adiós, mamá! —vociferó Luis saliendo por la puerta principal.

—Sarita —la saludé mientras la despeinaba, a lo que ella optó por darme un puñetazo en el brazo—. Joder, das fuerte —me acaricié la zona.

—A la próxima te doy en la cara. —Negué con la cabeza y nos montamos en el coche.

Sara se sentó en el asiento de atrás y yo en el copiloto.

Siendo honesto, veía mucho mejor a mi prima, después de lo que le pasó con Mark tuvo una semana bastante dura. Era la primera vez que vivía algo así y no me gustaba verla tan mal, aunque tuviese que pasar por todo eso para poder superarlo.

—Oye, se me ha ocurrido una idea —empezó Luis.

—Suelta —mi prima se incorporó para escuchar con atención.

A través del arco IrisWhere stories live. Discover now